La crudeza de la sequía en el campo es tan grande que ya ni los gusanos se atreven a aparecer. Al menos eso dicen los que saben. Es que las usuales afecciones sanitarias que por estas fechas son un dolor de cabeza para productores y asesores agrícolas, también están latentes producto de la falta de humedad.
Particularmente en el maíz los problemas más grandes son los insectos: orugas, barrenadores, chinches, gusanos y otras plagas. Casi todos los años para esta época se apilan las consultas sobre su manejo, algo que este año no está pasando.
Sobre esto se explaya Facundo Ferraguti, especialista en maíz del INTA Oliveros, y coordinador de la Red Nacional de Maíz en ese organismo, quien aclara a Bichos de Campo: “Acá en zona núcleo tocó una campaña muy difícil en cuanto a las lluvias. Tuvimos algunas en septiembre e impulsó que productores salgan a sembrar. Esos cultivos hoy se están picando o haciendo rollos”.
“No hemos tenido prácticamente maíz de primera, que es el que tiene menor presión de plagas y enfermedades. Para las enfermedades foliares, como la roya o el tizón, no se dieron las condiciones para el desarrollo de la enfermedad; muy baja humedad relativa y casi ausencia de precipitaciones. Este año la mayor limitante fue climática”.
Oliveros es una de las estaciones experimentales del INTA que más estudia este tema, al estar enclavada en plena zona núcleo, en el sur santafesino. Es por esto que, como resumen, Ferraguti segura: “La sequía y la falta de precipitaciones está haciendo que ni las plagas ni las enfermedades aparezcan”.
Pero la aparición de plagas o enfermedades está dada en este año particular a la fecha de siembra escogida para el cultivo, y la batería de medidas que se toman para su control. Para ponerle algunos datos, recientemente la Bolsa de Comercio de Rosario anunció que el 40% del maíz sembrado en fechas tempranas está perdido, algo que a Ferraguti no le llama la atención luego de sus trabajos a campo, dado que alerta que con el correr de los días ese número puede aumentar si no cambia la situación hídrica.
Este panorama lleva a analizar lo que puede pasar con los maíces sembrados de forma tardía, de mediados a fines de diciembre, ya que gran parte de la producción del cereal de este año va a estar sustentada en lo que pueda dar el maíz tardío si las condiciones se revierten, algo que varios analistas climáticos vaticinan. “Vamos a estar con maíces tardíos que van a tener grados de estrés durante floración, que determina una mayor susceptibilidad para el ingreso de hongos de espiga, aquellos que dan las micotoxinas más graves. Sumado a eso, el secado se va a prolongar durante todo el otoño y el invierno. Es muy probable que tengamos bajos rendimientos y mercaderías que no serán tan inocuas en contaminación con micotoxinas”, desarrolla Ferraguti.
El panorama no es optimista según el especialista, ya que sobre este punto de detiene particularmente al explicar lo que puede pasar con los maíces tardíos: “Por la cantidad de déficit que tenemos en el perfil del suelo, y si las lluvias no reponen rápidamente la humedad del perfil, durante el período crítico para el ingreso de enfermedades a la espiga, en floración, haya estrés y esas plantas son susceptibles”.
“El segundo período crítico es sobre el final del llenado de granos. Con más humedad y en épocas de otoño con temperaturas frías, favorecerá la proliferación de hongos. Un tercer agravante es que la madurez fisiológica será durante el invierno, y los hongos serán liberando micotoxinas. Se va a afectar en cantidad y en calidad comercial”, añadió.
De esta forma el maíz atraviesa un duro presente, con plantas enanas que deberían superar los dos metros y con suerte llegan al metro y medio. Y no hay nada al alcance de los productores para que esto no pase.
Ferraguti lo explica así: “En esta campaña nadie tiene la razón. No hay premios para el que hace las cosas bien. El estrés hídrico y los golpes de calor sucedieron en toda la campaña, entonces nadie tiene recetas”.
“En prácticas de manejo pensamos que habría que haber bajado mucho la densidad de siembra, pero también vemos que en las plantas que dejamos aisladas y sin competencia, el resultado es similar. No hubo un manejo que sirva para capear la situación, no hay una práctica que haya garantizado atravesar el estrés. Si hiciste todo bien, hubieses tenido el mismo resultado que aquel que le erró en la densidad, en el control de malezas, etc”, concluyó.