¿Puede mantenerse estable la materia orgánica de un suelo agrícola a lo largo de dos décadas? Para el agrónomo Esteban Badino, responsable agrícola de la empresa Pereda Agro, de la localidad bonaerense de Trenque Lauquen, la respuesta es sí. Esa afirmación no proviene de un optimismo fantasioso sino que responde a evidencia concreta: la llegada de la siembra directa y la aplicación de cultivos de cobertura fueron clave para repensar el cuidado del recurso suelo.
“El mantenimiento de la materia orgánica lo vinculo al manejo de los recursos de forma apropiada, a la rotación de cultivos. No es solo la siembra directa, es toda la agricultura en su conjunto, pensada y planificada”, dijo Badino a Bichos de Campo.
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Ese cuidado del suelo puedo comprobarse gracias a una participación en un ensayo del INTA Anguil, que midió en dos campos de la zona del oeste arenoso bonaerense asociados a los grupos CREA, uno de ellos el de Pereda, parámetros e indicadores del ecosistema por un periodo prolongado de tiempo. El resultado fue contundente: los suelos frágiles de esa zona agrícola, caracterizados por ser arenosos y susceptibles a la erosión eólica, se mantuvieron o enriquecieron con los años.
“Hace por lo menos diez años que sembramos estos ambientes frágiles por las malezas y la cobertura del suelo. En nuestra zona está difundido el centeno, que es rustico y tolera el frío y la falta de agua, y también la vicia con cebada”, indicó el agrónomo.
¿Fue esto sencillo? Sin bien para Badino representó un elevado costo inicial, la cobertura lograda se tradujo finalmente en “una inversión”.
“Más que un cultivo de costo, es algo que uno no tiene que pensar para la rotación y no para el momento. O para el año actual. Es difícil de medir cuando lo que te deja es la solución a la voladura de una loma. Lo que te dan son servicios ecosistémicos”, afirmó el productor bonaerense.