El equipo económico del gobierno nacional está buscando nuevas alternativas de generación de divisas –un nuevo “blanqueo” para premiar a evasores y amigos de las actividades ilícitas– a pocas semanas de recibir una ayuda extraordinaria en ese sentido por parte del organismos multilaterales.
El hecho es que la capacidad genuina de fabricación de divisas en la Argentina permanece comprometida porque el principal sector generador de ese recurso –el agro– afronta un perjuicio importante a causa de los derechos de exportación.
En los primeros cuatro meses de 2025 la balanza comercial de la Argentina generó un superávit de apenas 1265 millones de dólares, es decir, una cifra insignificante con respecto al potencial exportador del país.
Si bien al menos la balanza es positiva en lo que va de 2025, algo que no sucedió durante el anterior proceso de apreciación cambiaria registrado entre 2017 y 2018, el flujo de divisas es muy magro para que el esquema macroeconómico vigente pueda ser considerado sostenible.
En abril pasado, según los últimos datos oficiales disponibles (Indec), siete de los diez principales productos de exportación correspondieron al sector agroindustrial. Se trata de cereales, oleaginosos y carne vacuna, que en conjunto representaron el 39,5% del total de esa submuestra.
Es importante graficar la distorsión tributaria que registra el agro incorporando el derecho de exportación vigente en cada rubro, el cual, en el caso del maíz y los oleaginosos rige hasta el 30 de junio, porque a partir de julio de este año las alícuotas regresarían al 12% en el caso del maíz, al 31% en el complejo sojero y al 7% en el girasolero. En cuanto al trigo, la alícuota del 9,5% permanecerá al menos hasta marzo de 2026.
Además de experimentar una presión tributaria abusiva –que se potencia en un esquema de apreciación cambiaria con tasas de interés reales positivas–, el agro argentino es objeto de una discriminación, dado que otros sectores exportadores gozan de una situación diferencial.
Las ventas externas de oro, por ejemplo, no están gravadas con derechos de exportación, así como tampoco las de petróleo crudo, lo que beneficia a las grandes corporaciones mineras y energéticas, gran parte de las cuales son gestionadas por capitales extranjeros.
Esa realidad contrasta con la situación presente en el agro, donde las retenciones, si bien son abonadas por compañías agroexportadoras, recaen sobre decenas de miles de Pymes agropecuarias integradas por familias y trabajadores argentinos.
En lo que respecta a los automóviles, si bien están gravados por un derecho del 4,5%, cuentan con un reintegro del 7,0%, con lo cual, en términos netos no sólo están libres de retenciones, sino que además reciben un subsidio a pesar de tratarse de un sector deficitario en lo que respecta a generación de divisas.
Ese solo gráfico es suficiente para entender la razón por la cual la Argentina va a seguir experimentando crisis recurrentes de divisas y buscando alternativas creativas –como préstamos o “blanqueos” eternos– para poder abastecerse de un recurso clave que podría tener en abundancia si la agroindustria pudiesen operar en libertad.
Señor ” Valor Soja ”
Las retenciones recaen sobre miles de productores agrícolas, beneficiando a otros miles de productores de proteínas cárnicas y leche……gente de campo que agrega valor.
Señor ” Valor Soja “…..el campo NO ES TODO IGUAL y contiene actores con intereses contrapuestos.
¿ No lo sabe Ud ?