Las ocupaciones de campos por parte de adherentes al Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) se repiten en una provincia donde se han comenzado a escuchar voces que denuncian esta situación.
Aldo Serafín es productor en la localidad santiagueña de Pinto y se dedica a la ganadería de cría. Su campo está dividido por un canal que lleva agua de los molinos para dar de beber a las vacas. De un lado estaba acondicionado y había decidido hacer lo mismo con la otra parte. Por eso armó alambrados, desmalezó…
Pero cuando estaba a punto de entrar con un rodeo de cría un grupo de 30 personas ingresó al predio.
“Entraron con camionetas Toyota 0 km y Trafic, y montaron casas rodantes. Luego metieron más de 100 personas, sacaron a mis 5 empleados y llamaron la policía para que los vinieran a buscar. Según ellos, los que usurpamos somos nosotros. Dicen que son indígenas y de indígenas no tienen nada, conocemos a los abuelos y bisabuelos y no tienen nada de indígenas”, relató Serafín a Bichos de Campo.
Escuchá la entrevista al productor santiagueño:
Serafín consideró que este tipo de usurpaciones cuentan con el apoyo de la política, y no sólo de la provincial sino también de la nacional. El Gobierno, de hecho, prorrogó el 18 de noviembre pasado a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) la suspensión de desalojos a comunidades indígenas, medida que vencía el 23 de ese mes y que ahora regirá por 4 años más. El argumento es que todavía no se ha concluido con un censo sobre este tipo de comunidades, que se inició en 2006.
“El gobierno les alcanza comida y agua, se las llevan con la camioneta de la Municipalidad. La policía no tiene la culpa de no hacer nada porque cuentan con el aval de la política de bien arriba, según se sabe la orden viene de Buenos Aires”, denunció el productor que se siente afectado.
Serafín contó que su abogado hizo más de 10 denuncias y que ahora le pidieron que volviera a presentar la documentación correspondiente respecto de la ocupación. “Ya tienen más de 10 metros de papeles mío”, se quejó.
El productor agregó que si bien puede trabajar de un lado del campo lo hace bajo mucha presión por los constantes ataques que recibe de los ocupantes de la otra parcela. Relató: “Me cortan los 6 hilos de alambre cada 10 metros y el otro día me cortaron el agua que va a los molinos, hicieron un pozo de 3 metros hasta encontrar el caño, lo cortaron y lo taparon”.
“Hice la denuncia pero no pasa nada”, insistió.
Serafín dijo que hay muchos productores afectados, que son más de 60 y que si bien en su caso no hubo uso de armas de fuego ni violencia, en otros casos sí se llegó a estas situaciones.
“En otros casos usaron armas de fuego y golpearon a los empleados, a sus esposas e hijos. Hay un contratista en la zona que tiene 300 hectáreas al que le prendieron fuego la maquinaria, un tanque de gasoil y una casilla, le quemaron todo. Realmente no se entiende cuál es el objetivo de todo esto” finalizó.