El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicó un nuevo informe en el cual –tal como viene haciendo en los últimos años– volvió a recomendar la reducción del consumo de carne y lácteos.
El informe en cuestión, titulado “Hacer las paces con la naturaleza: un plan científico para abordar la triple emergencia del clima, la biodiversidad y la contaminación”, pretende –según declara– “traducir el estado actual del conocimiento científico en mensajes nítidos, claros y accesibles”.
El documento asegura que la humanidad debe reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 45% de aquí a 2030 en comparación con los niveles de 2010 para alcanzar las cero emisiones netas en 2050; eso con el propósito de limitar el calentamiento a 1,5 °C en consonancia con lo establecido en el “Acuerdo de París”.
El nuevo libro de Naciones Unidas dice que “los sistemas económicos, financieros y productivos pueden y deben transformarse para dirigir e impulsar el cambio hacia la sostenibilidad”. Y que “los cambios en los patrones de consumo son fundamentales para transformar los sistemas de alimentos, agua y energía, lo que puede lograrse mediante la modificación de las normas en las prácticas comerciales y culturales”.
“Las prácticas agropecuarias sostenibles a menudo se ven desincentivadas por los sistemas actuales de producción a escala industrial, los subsidios inadecuados, los seguros agrícolas y las inversiones de capital. Cambiar los hábitos alimentarios de los consumidores, especialmente en los países desarrollados, donde el consumo de productos cárnicos y lácteos –que requieren mucha energía y agua– es elevado, reduciría la presión sobre la biodiversidad y el sistema climático”, añade.
Es decir: no se trata de cambiar los sistemas de producción para hacerlos sostenibles, sino de cambiar los hábitos de consumo de la gente para limitar el crecimiento de la ganadería y la lechería. El informe no hace mención alguna a la capacidad de los cultivos y pasturas para secuestrar carbono ni al hecho de que buena parte de la ganadería se realiza sobre pastizales naturales que no son aptos para actividades agrícolas.
“Si bien esos hábitos (por el consumo de carne) dependen de elecciones individuales, también están influenciados por la publicidad, los subsidios alimentarios y agrícolas y el exceso de disponibilidad de alimentos baratos que proporcionan una mala nutrición”, asegura el informe.
El documento también indica que en “un escenario con un crecimiento demográfico bajo, desigualdades reducidas, regulación del uso de la tierra, bajo consumo de carne, aumento del comercio y pocas barreras para la adaptación o la mitigación (de gases de efecto invernadero), muestra riesgos climáticos mucho menores relacionados, por ejemplo, con la escasez de agua, inundaciones y la seguridad alimentaria respecto de escenarios con características opuestas bajo un mismo supuesto de nivel de aumento de la temperatura media global”.
No existe ninguna necesidad combatir el nutriente más importante de la vida, el CO2.
Que sigamos disfrutando el gusto de carna natural, con muy buena consciencia!
Creo que tendrían que fijarse más en la deforestacion que hace años se produce en todo el mundo y que ha cambiado el curso de ríos, el habitad de la fauna y quien sabe cuantas cosas más.