Carlos Guerrero, el padre de Felicitas, era adinerado, aventurero y visionario. Entre tantas cosas que hizo, quedará en la historia por haber traído al país el primer ejemplar Aberdeen Angus, allá por 1879. De la ciudad homónima ubicada en el norte de Escocia trajo a un toro llamado Virtuoso y a dos vaquillonas -Aunt Lee y Cinderella- para mejorar los bovinos criollos que por entonces poblaban las pampas.
Según registros históricos, muchos se reían por aquel entonces a Guerrero. Le decían que había traído un animal de jardín, por su bajo porte y porque no tenía cuernos. Aseguraron que ese toro no se la iba a bancar en estas tierras. Pero se la bancó bien y ahora 140 años después, la raza Angus es la de mayor participación dentro de rodeo bovino nacional.
Catorce décadas han pasado desde que llegara Virtuoso. A pesar de la distancia, la Cabaña Charles de Guerrero sigue vigente y es manejada por la sexta generación de esa familia. Con seguridad es la cabaña más vieja del país y creen que podría ser la más antigua del mundo, aunque eso resulta difícil de comprobarlo.
Hoy Carlos Pestalardo Guerrero, con solo 29 años, se hace cargo de la crianza de ‘Angus en esa cabaña fundada por “el bisabuelo de mi abuelo”, según cuenta. “Tener 140 años es un orgullo pero también una responsabilidad, de mantenerse ahí vigentes”, destacó el joven a Bichos de Campo.
Aquí la entrevista completa con Carlos Pestalardo Guerrero:
“La idea de toda cabaña es la de producir un animal superior, que sea más eficiente en la transformación de pasto en carne, que produzca más cantidad de carne de calidad y saludable”, explicó el joven, al que todos llaman “Pepe”.
El criador indicó, sobre el trabajo típico de una cabaña, que aquellos ejemplares bovinos que a los tres meses ya le ven buenos atributos los separan del resto para darle una dieta y un cuidado especial, de modo que pueda expresar todas sus cualidades. En general solo 5% de los bovinos de una cabaña son los que tienen ese destino. El ojo del criador debe estar muy afilado para elegirlos.
Esta dieta diferenciada, sumada a la genética de alta eficiencia en carne, provoca que los animales seleccionados lleguen a un peso de destete elevadísimo. Cuando la mayoría de los bovinos se desteta cerca de los 180 kilos a los 6 meses, en Charles de Guerrero pueden llegar hasta los 400 kilos a esa edad.
En cuanto a la competencia de Palermo, que Pestalardo Guerrero define como “la final del mundo”, los ejemplares suelen competir a partir del año de edad. Hay excepciones: este año llevaron a La Rural un animal de solo 7 meses, al que ya se le notan grandes aptitudes. El año pasado obtuvieron el premio de Reservada Gran Campeón Hembra.
Las cabañas ganaderas obtienen sus mayores ingresos en los remates anuales que realizan en sus establecimientos. Para el caso de Charles de Guerrero, ubicada en Solís, partido de San Andrés de Giles; la cita será el próximo 23 de agosto.