Florentina De Rosa es una de las productoras que desde el año pasado integra el grupo Cambio Rural Avicultura Alternativa en Tandil. “Me acuerdo de chica con mi mama estar muchas veces en el gallinero juntando los huevos y criando los pollitos guacho”, cuenta Flor. El objetivo del grupo es ese: utilizar la producción de huevos y pollos parrilleros como actividad complementaria de los ingresos de sus familias.
El grupo, que se inició con ocho productores, pretende consolidarse como una asociación formal, cooperativa o mutual y, seguir sumando miembros, inclusive en otras zonas rurales, como el caso de Napaleofú, en el partido de Lobería, donde una productora ganadera también realiza la avicultura como actividad alternativa.
Con un enfoque productivo que privilegia las condiciones más naturales, la avicultura alternativa es una práctica que apuesta por la sostenibilidad económica familiar y puede desarrollarse con inversiones al alcance de diferentes escalas productivas. De ahí la diversidad del perfil productivo de quienes integran este grupo de Cambio Rural en Tandil, que en paralelo emprenden otras actividades como la producción cerealera, la ganadería menor, la apicultura o la agricultura ecológica.
Dependiendo de la extensión territorial de cada predio y el enfoque comercial de los emprendimientos familiares, algunos productores se especializan en la cría de pollos parrilleros y otros en la reproducción de gallinas ponedoras. Alrededor de 3000 aves es el promedio mensual que pueden llegar a faenar quienes producen pollos parrilleros y hasta 3500 huevos en planteles de entre 100 y 200 gallinas son recolectados en igual período de tiempo.
Flor es de las más osadas y como avicultora se desdobla en los dos tipos de producciones: carne y huevos. En diálogo con Bichos de Campo reconoce que puede hacerlo gracias al apoyo de su pareja y la colaboración de su hija Uma, que como ella (de niña) tiene la responsabilidad de juntar los huevos.
“Tengo casi 200 gallinas ponedoras y poco menos de 100 pollos parrilleros, que les doy de comer muy temprano a la mañana. A la tarde cuando dejan de poner las gallinas salen a comer en los pastizales y a la noche la llevamos al gallinero” narra.
-¿Desde cuándo te dedicas a esto?
-En febrero de 2015, regresé al campo y me instalé acá en Solcito a 20 kilómetros de Tandil. Esto pertenece al campo La Lucila. Entonces empecé a criar gallinas. Un día voy a la municipalidad a ver si tenían algún programa de ayuda para compra de animales y ahí supe de la existencia de un proyecto de cría de gallinas a nivel familiar. Ahí empecé durante dos años a capacitarme de forma teórica y práctica sobre el manejo de las aves, incluso hasta nos dieron alrededor de 20 gallinas y desde entonces empezó todo.
-¿Cómo funciona el grupo de estos ochos productores que integran el proyecto de avicultura alternativa?
-Somos un grupo de pequeños productores que no vivimos de la avicultura, pero si nos ayuda en la economía familiar. Nos dimos el alta dentro del programa Cambio Rural en enero de este año y, ha resultado muy difícil mantener los intercambios entre productores, donde hacíamos un balance de los resultados, porque justo en marzo estuvimos amenazados por los casos de influenza aviar en el país, que en Tandil no tenemos gracias a la asesoría de los especialistas y el veterinario del grupo quien hace mucho énfasis en la bioseguridad.
¿Qué quieren como grupo de avicultura alternativa? Fomentar la avicultura alternativa, criando un animal libre de estrés, de modo más agroecológicos. La idea es convivir con la “avicultura de galpón y que la gente elija qué quiere consumir”. Éstas son algunas de las aspiraciones de Flor y sus compañeros de grupo Clara y Cristian, que han hecho de un viejo autobús un gallinero móvil para ir renovando los pastizales donde suelen alimentar a las gallinas.
Flor tiene 31 años de edad y ve en la avicultura muchas posibilidades de crecimiento. Por eso al cierre de esta nota dice sentirse atrapada por la actividad: ”Yo elijo y siempre elegiría ser la avicultura, esto no tiene techo”.