Esta semana ocurrió un álgido debate “tuitero” entre investigadores de ciencias sociales e integrantes del sector agropecuario.
Todo comenzó cuando Magdalena “Magui” López, doctora en Ciencias Sociales por la UBA, investigadora del Conicet y coordinadora del Grupo de Estudios Sociales sobre Paraguay se quejó públicamente del daño generado por las “retenciones cambiarias”.
La cuestión es que, al escribir el capítulo de un libro para un cliente del exterior por un valor de 400 dólares, “Magui” recibió apenas 35.808 pesos argentinos, suma resultante de la liquidación de las divisas al tipo de cambio oficial intervenido por el gobierno nacional más gastos bancarios.
En condiciones normales, es decir, en un país donde se respeta la propiedad privada y el Estado no se apropia de manera indebida del esfuerzo ajeno, “Magui” habría recibido unos 80.000 pesos por su trabajo.
Pero lo curioso es que “Magui” entiende que esa injusticia solamente es aplicable a los que generan un puñado de dólares y no a los grandes exportadores de bienes y servicios, lo que implica validar que la extracción indebida es justa o no dependiendo de quién sea el damnificado.
Ese criterio tan particular para analizar el impacto de las “retenciones cambiarias” generó, como era esperable, el rechazo generalizado de los integrantes de la red social que forman parte del agro argentino. Y los mensajes de repudio fueron tantos que “Magui” finalmente decidió poner un “candadito” a su cuenta de Twitter.
Andrea Ivanna Gigena, licenciada en Ciencia Política y también investigadora del Conicet, decidió salir a apoyar la opinión de su colega conecitera al entender que es apropiado que el Estado se apropie de buena parte de divisas generadas por otros sectores, pero que eso es inaceptable en su caso al formar parte de un “sector estratégico” (sic).
https://twitter.com/aigigena/status/1517551960513302530
Nuevamente, los integrantes del agro se encargaron de recordarle que las medidas injustas son inapropiadas en general más allá de quién sea el perjudicado, pues, en términos axiológicos, no pueden existir diferenciaciones al respecto según el credo, color, raza, grupo etario o económico.
Podría suponerse que una licenciatura y mucho más un doctorado serían suficientes para comprender algo tan básico. Pero parece que no es el caso.