En 2021/22 China había comprado el 70% del maíz importado de EE.UU. y el resto mayormente de Ucrania. Sin embargo, luego del conflicto ruso-ucraniano y de las tensiones crecientes con EE.UU. por la cuestión taiwanesa, el gobierno de Xi Jinping procedió a diversificar las fuentes de originación del cereal de manera agresiva.
A fines del año pasado China habilitó el ingreso de maíz brasileño y el país sudamericano comenzó a enviar grandes volúmenes de cereal a ese destino para quitarle mercado a EE.UU.
“Es importante señalar que solo dos empresas estatales (Cofco y SinoGrain) manejan la mayoría de las importaciones de maíz. Los esfuerzos de diversificación de China están vinculados a una diversificación proactiva de proveedores para la seguridad alimentaria”, señala un informe del USDA.
En lo que va del presente ciclo comercial 2022/23 Brasil logró colocar más de 2,2 millones de toneladas de maíz en China y eso cambió a matriz comercial del negocio a escala global.
“Otros exportadores más pequeños también se han beneficiado de los esfuerzos de China para diversificar el comercio. En febrero de 2022 China firmó un protocolo fitosanitario con Birmania que allanó el camino para el comercio transfronterizo. Posteriormente, en 2022/2023, China importó más de 300 000 toneladas de maíz de Birmania, un volumen mayor que los tres años anteriores combinados”, remarca el informe.
“China también ha duplicado las importaciones de Rusia, importando 200.000 toneladas en 2022/23. Y en mayo de 2023 China también importó un volumen sustancial de maíz de Sudáfrica por primera vez”, añade.
El otro proveedor clave, Ucrania, logró mantener su participación de mercado a través de la Iniciativa de Granos del Mar Negro (BSGI por sus siglas en inglés) con exportaciones a China por 5,5 millones de toneladas en lo que va del presente ciclo.
Adicionalmente, en mayo pasado Argentina fue habilitada por China como exportador de maíz, con lo cual próximamente el país sudamericano se sumará a la lista de proveedores para dejar mucho más atrás a EE.UU.
En los últimos cuatro años China se transformó en un importador estructural de maíz. En ese marco, el gobierno chino, además de promover mayores compras de productos alternativos –como sorgo y cebada forrajera–, salió a buscar nuevos proveedores de maíz para intentar consolidar su soberanía alimentaria y reducir el riesgo geopolítico.