Alberto Rodríguez (58) vivía en la zona sur del conurbano de Buenos Aires y como le gustaba el campo decidió estudiar la carrera de técnico agropecuario en la Universidad Católica. Lo ayudaba a su padre en el negocio familiar desde que tenía 12 años de edad, pero éste -al ver su entusiasmo por la vida rural- decidió comprar además un campo en la zona deprimida del río Salado, en Bavio, al sur de La Plata.
El campo contaba con pastizales naturales que sirven para una explotación ganadera limitada, con una carga que en la zona no supera 0,7 vacas por hectárea. Entonces Alberto comenzó a “pivotear” entre el negocio de su padre, el campo y la UCA.
Con el tiempo el campo empezó a demandar más dedicación y en 1995 Alberto sufrió un violento asalto en el conurbano y decidió irse con su familia a vivir a la ciudad de Verónica, cabecera del partido de Punta Indio, cerca de su campo familiar. Apostó a la ganadería con todo. Cuenta que al comienzo hacía 100.000 kilómetros por año comprando hacienda hasta que decidió vender todas sus vacas Angus, compró vacas “conserva” y arrancó de nuevo.
Alberto tuvo que volver a empezar varias veces, porque no tiene reparo en contar que se fundió en la crisis del 2001 y luego también en 2010. “Nos fundimos por las políticas de Estado, pero en cuanto el mismo nos deja de pegar, los productores nos levantamos de nuevo”, asegura.
Mirá la entrevista completa a Alberto Rodríguez:
Con el esfuerzo de años, Alberto hoy pudo constituir una empresa llamada “La Perla Agropecuaria”, que juega en todos los flancos del negocio ganadero. Cuenta con 600 hectáreas propias y otro tanto alquiladas en la zona de Hipólito Vieytes, partido de Magdalena, sobre la Ruta 20. Allí realiza cría, recría y engorde con suplementación.
En el lugar fue agregando silos de autoconsumo con alimento balanceado que él mismo fabrica en su propia planta, ubicada muy cerca, en el parque industrial de la localidad de Verónica. Con el balanceado se abastece para el engorde de todos los terneros de su propia producción y también para engordar animales de compra directa a otros productores.
Su sistema es bastante innovador, pues se trata de un engorde “a consumo voluntario”: los animales pastorean en pequeñas parcelas con uno o dos días de permanencia pero a la vez tienen libre acceso a los comederos para consumir el balanceado. Eligen ellos y Alberto dice que siempre eligen bien. Comienzan con consumos bajos y a medida de que pasa el tiempo, van aumentando el consumo de alimento balanceado con muy buena conversión, ya que la tasa se ubica entre 5 y 6 kilos por kilo de carne ganado, dependiendo de la calidad de los animales.
Este curioso emprendedor tiene cinco hijos y tiene la inmensa fortuna que hay tres de ellos que se integraron al trabajo de la empresa, lo que le permitió agregar más valor a la misma. Así fue como en la planta de Verónica comenzó a producir expeller de soja, aceite y biodiesel, que aprovecha como combustible para los camiones y camionetas de su propia empresa. Y claro, tiene transporte propio.
Como si le faltara algo a este modelo de integración, Alberto faena sus animales y los vende. Una buena parte de su producción la comercializa en dos carnicerías que también pertenecen a la empresa, una en Magdalena y otra en Verónica. Al excedente lo vende “al gancho”, en media res, a otros dirstribuidores.
Tiene además un campo alquilado, de 320 hectáreas, habilitado para Hilton, en el que hace engorde de vacas y novillos, pero exclusivamente a pasto. También comparte con un productor de Punta Indio, un campo de médano y monte, en el que hacen recría precoz y semi-precoz, a porcentajes. “Es un campo que funciona muy bien con esas categorías, nos ayuda a destetar anticipado y nos permite poder comprar vacas viejas con cría. Y hacer por un lado, la recría de terneros, y por el otro, la vaca pasa a engordar para exportación”, señala Alberto.
Inquieto como pocos, Alberto llegó a ser presidente de la Sociedad Rural de Punta Indio entre 2014 y 2020. Hoy se sigue denominando como un emprendedor familiar, a pesar de que La Perla Agropecuaria tiene 25 empleados. Uno de sus encargados suele contar que Alberto no sólo le dio trabajo sino que lo ayudó a superar una dura crisis familiar, por lo que dice que nunca lo piensa dejar, sino agradecerle con trabajo, de por vida.
Cuando empezó la pandemia Alberto armó un grupo para ayudar a las personas que se habían quedado sin trabajo. Lo llamaron “Ayudemos a Ayudar” y se dedicaron a juntar alimentos. Durante 4 meses entregaron más de 1000 bolsones. “Y en ese momento junté a todas las instituciones intermedias del partido, desde Sociedad Rural, Cámara de Comercio, Clubes Deportivos, Centros de Jubilados, Centros Tradicionalistas y otros –unas 35 instituciones- y actuó de coordinador entre las mismas y el Municipio.
Rodríguez dice que su esposa siempre lo apuntaló y que si no hubiese sido por ella, no hubiese llegado a constituir la empresa que hoy exhibe con orgullo. Le duele mucho que uno de sus hijos ha emigrado de Argentina, en busca de mejores oportunidades, luego de ver a su padre cómo pasó largas horas de su vida luchando contra las políticas de Estado que casi siempre le han sido adversas.
Pero Alberto no pierde la esperanza y sigue apostando al trabajo, la producción y la capacitación de su gente, que dice ser “es la única vía para dejar de caer, y volver a crecer como país”.
Recomendamos mucho este reportaje. es un placer escuchar a este ganadero todo terreno.
Pais generoso la Argentina, fundio en el 2010 (el unico) y 11 años dpues es un ejemplo. Un versero que vivio de los padtes y usufru tuo su riqueza
Jajaja cuando funde es x las politicas del estado y cuqndo le va bien ed x el. El clasivp argento ventajero
No saben nada de gente trabajadora como Alberto el resentimiento los invade