La historia parece querer terminar como debería haber empezado: negociando con las provincias y con el sector privado. Pero desde abril de 2021, cuando el presidente Alberto Fernández pactó únicamente con el Consorcio ABC una modernización del comercio de carne vacuna que incluía la prohibición de la venta en medias reses e imponía el troceo obligatorio, la historia estuvo mal parida. Y no podía terminar de otro modo del que está terminando ahora: el gobierno desistiendo de una idea que era propiciada solo por un sector, los frigoríficos exportadores, y rechazada por todo el resto de la cadena cárnica.
Luego de varias prórrogas, se suponía que el 15 de enero de 2023 ya no se iba a permitir que las medias reses vacunas tan tradicionales en la Argentina salieran de los 400 frigoríficos y mataderos habilitados en el país. Primero, como muchas provincias alzaron la voz contra esta imposición nacional, se había aceptado flexibilizar la medida para permitir que esas mitades del animal pudieran seguir siendo movilizadas mediante “medios mecánicos”. Pero tampoco en este aspecto hubo acuerdo, y este jueves la Secretaría de Agricultura finalmente desistió por completo de meter mano en el asunto.
¿Cómo es esto? El problema se originó a partir de normativas laborales que a todos les parecen razonables, o por lo menos eso es lo que declaran: que los trabajadores de la carne no siguieran hombreando medias reses que podían llegar a pesar de 60 a 120 kilos. Hasta ahí había acuerdo, y se expresó en una normativa de las autoridades de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, que definió justamente que los laburantes no podrían seguir cargando trozos de carne superiores a los 25 kilos, aunque después ese peso se elevó a 32 kilos.
Esta norma de neto corte laboral fue aprovechada por el Consorcio ABC (que agrupa a 25 grandes empresas exportadoras que ya trocean la media res pues venden la carne en cajas y siempre han bregado por una “modernización” también para el comercio interno). Ese sector logró convencer al gobierno de que había que prohibir directamente el comercio de la media res. Y es lo que aceptó hacer Alberto, sin negociar nada con nadie. La espinosa aplicación de este asunto le tocó primero a Matías Kulfas, luego a Julián Domínguez, y ahora a Juan José Bahillo, nuevo secretario de Agricultura de Sergio Massa.
Los que se oponían a la prohibición de la media res, la mayoría de los frigoríficos consumeros y sobre todo los matarifes (que abastecen bajo esa modalidad al mercado local de carne), argumentaron que detrás de esa movida había una estrategia de los exportadores por ganar posiciones en el abasto de carne a los argentinos. Y propusieron, para cumplir con la orden de Trabajo, que se les permitiera seguir vendiendo las medias reses con la utilización de medios mecánicos. Parecía lógico: Esto permitiría cuidar la salud del trabajador sin interferir en la modalidad comercial que cada actor quisiera asumir.
Las provincias no fueron convocadas al debate sino recién hasta el final. Cuando Bahillo vio que la resistencia del consumo interno sería muy grande (y podía provocar un corrimiento de las matrículas nacionales hacia las habilitaciones provinciales o municipales, o incluso hacia la marginalidad), decidió armar una Mesa Técnica para tomar nota de las objeciones de los gobiernos locales.
La primera reunión fue poco productiva. Agricultura envió a las provincias una propuesta “tramposa”, al decir de algunas fuentes, donde habilitaba los medios mecánicos, pero de modo tan restrictivo que iba a terminar siendo inaplicable en el mercado real, sobre todo en el conurbano bonaerense, donde las carnicerías no disponen de rieles o ganchos como establecía esa medida. Bichos de Campo había adelantado esas objeciones.
Este jueves se realizó una segunda reunión y la resistencia de las provincias iba en ascenso. También la de los matarifes y frigoríficos dedicados al consumo, que iban levantando temperatura: “El troceo es inviable y no les queda otra que voltearlo aunque tal vez lo disfracen con alguna propuesta confusa”, dijo un empresario de ese rubro a este medio.
Ante las evidencias, en la reunión el jefe de gabinete de Agricultura, Juan Manuel Fernández Arocena, trasladó a los representantes provinciales la decisión final de eliminar la exigencia del troceo obligatorio de la media res, como viene anunciando desde hace un año y medio. “Sacan la obligatoriedad de salir en trozos. Por ende el peso de traslado es competencia del Ministerio de Trabajo, como lo es actualmente. Para cumplir con ello, se deben implementar medios mecánicos obligatóriamente, cualquiera fueren”, explicó un participante de esa reunión.
Es decir que el gobierno aceptaría finalmente derogar la Resolución Conjunta 4, emitida en abril de 2021, que fue la que hizo que el diablo metiera la cola al convertir un asunto de índole laboral en una discusión sanitaria y comercial.
Aquella resolución, firmada por las carteras de Trabajo, Agricultura y Desarrollo Productivo, era la que imponía que “que las salidas de carnes de los establecimientos de todo el país, destinadas a comercio minorista, sólo podrán hacerse en unidades resultantes del fraccionamiento de las medias reses en trozos cuyos pesos individuales no superarán los 32 kilos”.
La decisión ahora es derogar esa norma. Por lo tanto, la carne podrá seguir comercializándose como cada empresa considere conveniente: en paquetes, cajas, cuartos, trozos o incluso en medias reses. Siempre y cuando se respete el mandato de que los trabajadores no carguen piezas mayores a los 32 kilos de peso, una cuestión que deberá ser controlada por las autoridades de Trabajo, sin interferencia de otras áreas.
Como debería haber sido siempre.
En el acuerdo con las provincias, se manifestó que no había ni tiempo ni posibilidades de cumplir con el troceo obligatorio pautado para el 15 de enero, y que por los tanto la medida sería impracticable. Pero todos a la vez manifestaron su convencimiento de que hay que ir eliminando paulatinamente la media res como forma principal en el comercio de carne. Por eso, las provincias pidieron a Bahillo mantener esta “mesa técnica” como instancia de conciliación de un verdadero plan para modernizar el comercio de carnes.
Como debería haber sido desde un principio.