El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) publicó un informe en el cual muestra que en 2022 las exportaciones agroindustriales estadounidenses destinadas a China alcanzaron un récord histórico de 36.400 millones de dólares.
Si bien el documento informa tal evento como un logro, lo cierto es que evidencia el enorme nivel de dependencia de China que tiene el agro de EE.UU., algo que, en la actual coyuntura geopolítica, puede representar un factor de riesgo mayúsculo para los “farmers”.
En 2022 la soja representó casi la mitad de las exportaciones agroindustriales de EE.UU. a China con un récord de 16.400 millones de dólares. Si la cuestión relativa a Taiwán –un territorio que el gobierno de Xi Jinping considera propio, pero que es apoyado por EE.UU.– estalla en algún momento del año, el primer objetivo chino con EE.UU., a modo de represalia, será seguramente la soja.
Y eso no es una hipótesis descabellada, porque ya sucedió en el pasado reciente. A comienzos de julio de 2018 –recordemos– China comenzó a aplicar un arancel adicional del 25% al poroto de soja estadounidense (entre otros muchos productos) como represalia por la imposición de aranceles equivalentes por parte de EE.UU. a un conjunto de productos industriales chinos. Debido a las características del mercado global de soja, eso implicó una suerte de “retención” o descuento del valor FOB de la soja estadounidense (Golfo de México), que llegó a registrar un récord histórico de 90 u$s/tonelada en septiembre de ese año respecto de la soja brasileña (Paranaguá).
La soja es, por el volumen de negocios, la cuestión más crítica, pero el cultivo más comprometido es –por lejos– el sorgo, que en 2022 con ventas a China por 2200 millones de dólares representó casi el 90% de las compras totales del cereal realizadas por la nación asiática.
El heno de alfalfa también alcanzó un récord de $ 660 millones, un 28 por ciento más en comparación con el año anterior, mientras que los volúmenes fueron un 14 por ciento más altos.
Otro producto comprometido son los fardos de alfalfa, que en 2022, con ventas a China por 660 millones dólares, representaron más de la mitad de las exportaciones totales de EE.UU. (buena parte se emplean en megatambos chinos).
El año pasado las exportaciones de maíz de EE.UU. a China superaron los 4800 millones de dólares. En este caso, la nación asiática representa el 25% del negocio global, un cliente importante, pero no crítico.
En cualquier caso, un conflicto abierto entre China y EE.UU. derivado de la cuestión taiwanesa seguramente provocaría –tal como sucedió durante la gestión de Donald Trump– represalias comerciales chinas hacia los productos agroindustriales estadounidenses, lo que obligaría a la nación asiática a redirecionar la mayor parte de sus necesidades de commodities del agro hacia Sudamérica.