Quien se define como emprendedor necesariamente debe ser algo curioso. Esas dos categorías cuadran a la perfección con Juan Nazar. Su interés por las cosas lo ha llevado a desarrollar distintos negocios y a renovarse en forma constante. Su más reciente proyecto tiene al agro y a la ganadería en particular como objeto principal.
Vinculado al sector desde siempre por su familia, entre los años 2005 y 2013 apostó junto a su hermano al negocio ganadero. Compraron sin titubear un campo en la zona de Ramallo, donde lograron tener una explotación con un considerable número de animales. Sin embargo, las repetidas inundaciones de los años 2008 y 2009 lo llevaron a enfrentarse con un obstáculo que, sin saberlo, se volvería la semilla de uno de sus emprendimientos.
“Las inundaciones nos obligaban a sacar la hacienda. Uno de los temas que padecía en aquel entonces era cumplir con los requisitos de la trazabilidad, porque necesitábamos salir con barcos y luego con un camión. En explotaciones con mucha entrada y salida de animales de terceros, cuando tenés que sacar hasta el último animal apurado, aparecen los problemas de que no te coinciden las caravanas. Llegué a pensar que el desbolado era yo, pero fui viendo que sucedía en campos de colegas”, contó Nazar en una charla con Bichos de Campo.
Aunque todos intentaban llevar una correcta identificación de los animales, para el productor esto muchas veces no sucedía y dejaba de manifiesto los inconvenientes para cumplir con la normativa.
“Terminaba siendo un acting que hacíamos todos y que en la práctica no funcionaba. Y como algo que no funcionaba, se volvió costoso y engorroso. Si vamos a gastar plata, a hacer un montón de papeles y de trámites, sería lógico que lo hagamos bien y sea de verdad. No un cuento vulnerable que ante cualquier inspección se rompa, porque un porcentaje alto de la base de datos no es correcta”, señaló Nazar.
Eso lo llevó a interesarse por sistemas alternativos de identificación, que en los últimos años se han multiplicado gracias a las nuevas tecnologías.
“Había soluciones internas como el chip subcutáneo o bolo ruminal. Por otro lado había soluciones a partir de parámetros biométricos como el ADN que podrían dar fe de identidad, aunque todas eran complejas y caras. Fue ahí que di con la cuestión del morro, algo que no se aplica en forma generalizada pero que está descripto desde hace años en manuales de veterinaria”, indicó el empresario.
Si la caravana del animal oficia como el DNI o patente del animal, entre los seres humanos las huellas dactilares ofrecen una seguridad extra ante cualquier tipo de contingencia como sea perder dicho documento. En eso pensó Nazar cuando dio con el nasobiograma, una forma de usar la nariz del animal como huella dactilar.
“La nariz del animal tiene ciertos pliegues y forma que es única en ese animal. Hasta ahora la forma de hacer el nasobiograma era con tinta y un papel. Lo que hicimos nosotros fue generar un programa con tecnologías más nuevas para administrar esa particularidad”, explicó Nazar.
Dicho programa es IDanimal, el nombre del proyecto en cuestión, que trabaja en torno a una aplicación que entrelaza los datos de la caravana con una foto de la nariz de cada animal.
“Luego de sacar la foto frente al cepo, la app cuenta con ciertos campos a completar. A partir de ahí identificas al animal. Con inteligencia artificial, a la cuál entrenás, podrás reidentificarlo en caso de que quiera comprobar que se trata de esa animal. La App machea DNI con foto”, detalló el productor.
Y agregó: “Yo no comparo fotos sino patrones biométricos con inteligencia artificial. Generamos un programa que te permite administrar grandes volúmenes de información en tiempo real. Esa es la novedad”.
Si bien la aplicación aún no es pública y masiva, Nazar espera pronto difundirla entre los productores. Su objetivo es que la misma sea gratuita para pequeños y medianos ganaderos, y que la misma sirva para alcanzar certificaciones.
“La idea es transformarse en una especie de Renaper, en un registro nacional de bovinos. Después, en la misma aplicación, por acuerdos con entidades gremiales o de criadores de ciertas razas, se podrá reforzar que la carne tiene ciertos atributos como su alimentación, como el hecho de que no proviene de la deforestación, etc. Pero lo primero siempre será comprobar que ese animal es el correcto”, aseguró.
Hubo algunos adelantados intentando lo mismo 15 años atrás, pero las tecnologías eran bastante más obsoletas que ahora: En Clarín Rural de 2007 se publicó que dos Ingenieros de Sistemas habían desarrollado un “método de identificación digital de ganado vacuno que no tiene antecedentes en el mundo”, y que “se basa en la toma fotográfica de una parte del vacuno que es irrepetible entre ejemplares de su misma especie: el morro”. El consultor de Agripac, Pablo Adreani, estuvo trabajando el tema con el productor Mario del Carril. El proyecto se llamaba PIVAC (Programa de Identificación Vacuno), pero no prosperó.
Pero quizás ahora pueda ser posible, pues la velocidad de procesamiento de datos surgidos de las imágenes ha escalado a niveles que antes no imaginábamos. Prueba de eso es la aplicación ZoomAgri, recientemente validada por el Inase para identificar diferentes variedades de semillas de trigo y cebada.