El caso de Aviber, la granja de ponedoras de Fernardo Bertachini y sus hijos, habla de un crecimiento constante y genuino, que fue de la mano de la pasión por el trabajo y de la avidez por las tecnologías del momento. Fernardo cuenta que todo arrancó un día en el que fue a trabajar recogiendo huevos. Al cabo de la jornada le pagaron con un maple de huevos, que salió a vender de inmediato. Ahora su empresa maneja 120 mil aves en cinco galpones muy tecnificados y con una sanidad excepcional.
Prototipo de los empresarios avícolas que tecnificaron mucho su producción pero a la vez observaron todas las normas sobre bienestar animal, Bertachini ahora planea diversificar su establecimiento modelo en Suipacha añadiendo algunas hectáreas de crianza bajo un modelo libre de jaula, una tendencia que crece en el mundo de la mano de los consumidores y las empresa multinacionales deseosas de venderles productos orgánicos.
La anécdota es como sigue: Fernando trabajaba en su juventud en una granja de ponedoras en la zona de Open Door, cerca de Luján, y un día le empezaron a pagar con huevos. Tuvo que buscarle la vuelta para venderlos. Allí le agarró el gustito a la actividad hasta que empezó a criar sus propias gallinas. Hoy tiene 120 mil aves en un sistema en batería totalmente automatizado. Los huevos salen por una cinta y van derechito al empaque. El guano (los desechos orgánicos de las gallinas) viajan por otra vía sin que ningún operario manipule ninguna de ambas cosas.
Aquí la entrevista completa con el socio gerente de Aviber:
La sanidad que se percibe en Aviber es notable y le garantiza bastante bienestar (no sabemos medir cuánto) a los animales. “Hace más de un año que no damos antibióticos, no despicamos ni desplumamos, damos agua fresca a pico, y le damos una primavera constante a las gallinas, en luz y temperatura”, contó Bertachini a Bichos de Campo. “Como podrás ver, no hay olores, insectos y las gallinas están tranquilas a pesar de estar todos nosotros con las cámaras”, se ufanó.
“El bienestar animal tiene múltiples facetas: podés cumplirlo en sistemas de jaula y no hacerlo en sistemas libre de jaula. Y viceversa”, aclaró Bertachini.
En cuanto a los distintos sistemas de producción, con la creciente demanda de huevos libres de jaula, Bertachini cree que son ciclos que se van cumpliendo. De hecho, ahora se vuelve al mismo sistema de gallineros que existían antaño. Pero el empresario, los dos sistemas van a convivir y habrá demanda para ambos lados. Es por eso que incorporará ahora cerca de sus galpones un sistema libre de jaula. “Es lo que me aconsejan los técnicos”, confió.
Lo curioso es que la calidad del producto final, el huevo, no cambia con los diversos sistemas de producción. Ese factor depende más de la genética y de la alimentación que del bienestar de los animales. En los sistemas de jaula en batería se produce hasta un poco más que en los sistemas libres de jaula, donde las gallinas se desconcentran.
Lo que está despertando un poco más de interés por el sistema libre de jaula es una imposición llegada de las multinacionales alimenticias, que evolucionan hacia descartar las comprar los huevos de jaula. Esto resulta sencillo porque en el mercado doméstico el huevo sigue la lógica de un commoditie, que más allá de la calidad siempre tiene un mismo precio.
Maravilloso! Por fin voy a comer un huevo frito con sabor como cuando era niña!