Miriam Gattari es porteña, farmacéutica clínica y bioquímica. Tenía un trabajo muy bien remunerado, con cargo de gerente y oficinas en pleno centro, pero llevaba años replanteándose su vocación. Además del estrés natural de su cargo, la ruidosa Buenos Aires le venía agotando la paciencia y se cuestionaba que ese modo de vida fuera el único posible.
Buscando opciones, fuera de su horario de trabajo se había puesto a estudiar turismo, algo que había deseado desde chica. Así llegó a los cursos de turismo rural que en la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) había creado el recordado Ernesto Barrera. Así Miriam comenzó a reconocer que su corazón le tironeaba hacia la vida campera, de la cual no tenía ni idea.
Un día se enteró de que un colega farmacéutico se había jubilado y se estaba dedicando a la producción agropecuaria. Le preguntó si sabía de alguien que vendiera algún campo y éste le dio unas tarjetas para que llamara. Así fue como halló un campito de 21 hectáreas, en la zona rural de Bartolomé Bavio, partido de Magdalena. El mismo está ubicado a 1 kilómetro de la ruta 36, en el paraje El porteño, a sólo 90 kilómetros de Buenos Aires. Lo compró en 2002, porque le gustó la zona. Pero fundamentalmente le atrajo que tuviera dos viejos vagones de tren.
Recuerda que un día lunes del año 2006 llegó a su trabajo y dijo: “renuncio”. Luego se fue a vivir a su campo y se decidió a dedicarlo al turismo rural. Llamó a su emprendimiento Los dos vagones, porque remodeló los mismos y los aprovechó para hospedar adultos, sin chicos, especialmente parejas.
Mirá la entrevista a Miriam Gattari:
-¿Y no hiciste alguna actividad productiva en este campo?
-Hacemos de todo. Hice cursos en la Escuela Agraria de Bavio para criar cerdos, pero luego cambié por ovejas y hoy tengo unas 140. Además ahora tengo una huerta orgánica, pollos, gallinas, vendo huevos, y una gente amiga nos colocó colmenas y les vendo la miel. También hice cursos para elaborar dulces, mermeladas y licores. En mi vida no había cocinado ni una salchicha y ahora hago hasta la repostería para los huéspedes.
Cada vagón consta de dos dormitorios, con un baño y un comedor. Afuera, una mesa, reposeras y una parrilla. Hay una amplia piscina y un intenso bosque. En un galpón muy grande desplegó el “Salón Los Dos Vagones”. Es una sala de estar decorada con antigüedades y viejas herramientas de campo, con sillones, juegos, libros. Allí se desayuna todo casero y hasta se puede comprar miel o licores o mermeladas para llevar a casa. Todo eso en la mitad del galpón, porque en la otra mitad creó una especie de loft para alojar a otros grupos de visitantes. La casona tiene un antiguo alero bajo el cual sentarse a contemplar el campo, las ovejas y algunas vacas.
Miriam luego aprovechó un “minivagón” (en reallidad es una casilla rural) para hacer una cuarta cabaña para huéspedes. Y ahora está pensando en ofrecer alojamiento a parejas que quieran pasar una noche en una casa rodante. Cuenta que ha realizado eventos como casamientos y sobre todo lo ofrece para escapadas románticas, hasta con noches de luna llena. La mayoría de sus huéspedes son urbanos que buscan un cable a tierra con la naturaleza.
“Me vine a vivir sola y me costó mucho adaptarme a este contacto tan directo con la naturaleza porque no conocía ni el lenguaje de campo. Imaginate que si acá te quedás sin papel higiénico, tenés que hacer 22 kilómetros para conseguirlo. Tuve que resolver el problema de los cortes de luz comprando un generador, instalar internet porque había muy poca señal. Tardé dos años en remodelar las instalaciones y me costó aceptar que a sólo 50 kilómetros de La Plata no tuviéramos buenos caminos”, describe.
“Hoy hago gestiones para resolver problemas, no sólo míos, sino de las pocas familias que viven en el paraje y que trabajan en los distintos emprendimientos. Yo tengo a Miguel que me ayuda con los animales y las tareas de mantenimiento, y otras mujeres que me ayudan. Ya casi no voy a la ciudad, porque este lugar es hermoso y me cautivó. Ya me adapté, si bien conservo mucho de porteña aún, y me encanta recibir gente para que disfrute de la naturaleza y todo esto que a mí me hace feliz”.