Hombres y mujeres, dos universos diferentes entre sí y que dentro de la empresa agropecuaria y en tantas otras actividades siempre se plantearon como disociados. Pero todo eso cambió y sigue cambiando, ya que cada vez más mujeres dan un paso al frente y toman espacios que antes, por naturaleza o tradición, eran privativos de los hombres.
Sobre esta temática se debatió en el ciclo “Mujeres al frente” que organizó Expoagro Digital YPF Agro, al cual asistieron tres mujeres bien diferentes entre si, pero con un objetivo en común: manifestar la necesidad de que cada vez más féminas se animen a dar ese paso adelante y tomen esos lugares de liderazgo, con educación, formación y con ese sello distintivo que ellas detectaron, necesario para convivir en una empresa agropecuaria: la empatía.
“Es clave la formación y la educación para luego desarrollar otro aspecto clave, la cultura del trabajo, y siempre hacerlo a la par de los hombres. Sin dudas a mi me ayudó mucho el apoyo de la familia y haber tenido la oportunidad de estudiar. Hay que entender que es tan necesario el punto de vista de los hombres como el de las mujeres en una empresa y además nosotras solemos tener un punto de vista más empático, un condimento que ayuda”, comentó María Florencia Ricca, gerente de Calidad y Producción Primaria de Valorasoy SA, empresa familiar agroindustrial dedicada a la fabricación y comercialización de derivados de soja.
El webinar moderado por el periodista Emmanuel Manusakis, se completó con los testimonios de Clara Mato, presidente de Mecano Ganadero, una empresa que diseña y construye sistemas para optimizar el manejo de ganado, y Mónica Schmale, presidente de la Asociación de Criadores de Limousin y dueña de la cabaña ganadera Don Federico.
Reviví el encuentro “Mujeres al Frente”:
¿Cuál fue el camino recorrido para llegar a ocupar esa posición dentro de una organización, institución o empresa? ¿Qué obstáculos tuvieron que sortear? ¿Cómo detectaron y aprovecharon las oportunidades?
“Hace 5 años volví de Capital recibida de Licenciada en Relaciones Públicas porque mi papá se enfermó de cáncer y entonces decidí asumir el desafío de hacerme cargo de la empresa, pero tener que empezar a trabajar de una sin mi papá fue difícil porque no es lo mismo una espalda de 50 años como la suya, que la mía, que contaba con teoría pero cero práctica. De todos modos mi padre siempre me enseñó que hay que seguir, hay que animarse y que quien abandona no tiene premio”, expresó Clara Mato, hoy tercera generación al frente de la empresa.
A “Clarita”, como la llaman en Mecano Ganadero, le tocó trabajar a muy corta edad e interactuar con muchos distribuidores repartidos a lo ancho y largo del país, y todos hombres. Su hermana estudió profesorado de inglés y aunque trabajó un tiempo en la empresa familiar decidió seguir adelante con su profesión. “Al principio no sabía para dónde disparar. Con 27 años tuve que ponerme al frente de todo, y más allá que tenemos un socio canadiense, hoy con 31 soy yo la que toma las decisiones. Sin embargo, sin equipo no sería nada de Mecano, por eso fueron vitales los 55 empleados que tenemos”, aseguró Mato.
El detallismo al extremo caracteriza a “Clarita”; le gusta estar presente en cada etapa de los productos que elaboran, desde la colocación del logo hasta la terminación, cómo se viste la gente y cómo se arma el showroom. “Obvio que cuando mi papá falleció lo primero que agarré fue la planilla de costos, pero luego de eso siempre me aboqué en pensar siempre cómo poder mejorar la empresa”, manifestó.
Otra que empezó joven como Mato y sin experiencia fue Mónica Schmale. “Cuando empezamos con mi esposo hace 35 años yo tenia sólo 21 años. Nos fuimos los dos a vivir al campo y arrancamos de 0. De a poco empezamos con la cabaña que hoy podemos decir, es líder en raza Limousin. Tenemos 4 hijos y los criamos en el campo hasta los 18 años. Una vida dura pero linda y que no cambiaría por nada. Hoy no estoy sola, tengo a mi hija menor que me acompaña en este negocio. Mi marido se cansó un día de todo esto y no quiso seguirla. Así que continuamos con mi hija al frente y yo siguiendo la parte contable”, declaró Schmale.
La cabañera no se declaró “fanática del feminismo” pero sí afirmó que “tanto hombres como mujeres debemos trabajar más juntos, respetando nuestras miradas. En mi caso yo laburé 30 años con mi esposo y siempre estuvimos juntos. A su vez nunca tuve problemas con los hombres en este trabajo, pero todo pasa por entender lo que cada una eligió vivir o le tocó vivir. Evitemos rivalizar. Es lógico que no podemos hacer las mismas cosas hombres y mujeres y que, en mi caso el trabajo de cabañera es duro, pero se puede”.
“Estas chicas son más jóvenes que yo- en alusión a Mato y Ricca- pero siento que coincidimos en que la cosa pasa por haber tenido abuelos y padres trabajadores transmitiéndonos ese esfuerzo y valoración por lo que hagamos, y eso es lo que creo que hace falta ahora en las nuevas generaciones. Yo estoy lejos de aconsejar pero les digo: chicas, tranquilas que lo mejor empieza a los 50”, resumió Schmale.
“Mi mama es arquitecta, por ende nos criamos con ella ya profesional y trabajando. Pienso que los espacios hay que buscarlos, no es que te van a llegar de una, y si una se forma y se educa será mas llevadero y se sufrirá menos. Hoy se necesitan mujeres empoderadas y preparadas. Los espacios están, hay que ocuparlos, hay que animarse a dar el salto”, enfatizó Florencia Ricca, quien agregó que en Valorasoy hay un 33% de mujeres empleadas y el timón también es 100% femenino, con su madre y su hermana presentes en las tomas de decisiones.
Para Ricca, “hay mujeres empleadas en muchos eslabones pero no se ven tantas en áreas de dirección o gerenciamiento. Por suerte veo que la Argentina avanza en eso de a poco, pero también debemos prestar atención, más que a una cuestión de género, al entusiasmo por el trabajo, porque siento que se está perdiendo. Nosotros tenemos la planta industrial en El Tío, Córdoba y la verdad es que cuesta llevar personal calificado a vivir allí para que cumpla sus funciones”.
Sobre el punto de encontrar personal que quiera trabajar en el interior del país, y que esté formado, Schmale expresó: “Yo no tengo 8 empleados en la cabaña, tengo 8 familias que dependen de esto y muchas veces, aunque la mujer maneja el trato con el personal de modo diferente a cómo lo harían los hombres, a la mayoría, y mucho más a ellas, les gusta estar en el pueblo más que viviendo en el campo”.
“Nos cuesta conseguir personal. Acá en Mecano tenemos gente con 25 años de experiencia, y de algún modo hacemos todo al revés de otras empresas que trabajan con jóvenes, lo que pasa es que las generaciones que vienen detrás mío no tienen ganas y es triste pensar que eso se pierda. Hay que reforzar esta cuestión”, indicó Clara Mato.