Se les puede llamar soñadores, orfebres del surco o simplemente amigos. Lo cierto es que Ayelen Mayo, Federico Moreyra y Josefina Zilio son tres ingenieros agrónomos que vienen trabajando juntos desde la universidad, fueron investigadores del INTA y hoy son socios en Estudio Agropecuario Sudoeste, una empresa que crearon en 2021 para brindar un servicios bastante particular: hacen ensayos a campo.
¿Qué quiere decir? Que los tres agrónomos prueban a campo productos experimentales y comerciales para distintos cultivos en la zona de Darregueira, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Los tres investigadores ya cuentan con una cartera de 20 empresas, entre grandes, medianas y chicas. Se nota que pegaron en el clavo, pues dicen que la aceptación del servicio viene creciendo exponencialmente.
“Empezamos con 5 empresas que no acompañaron. Empezamos con coraje nada más, no teníamos infraestructura, ni maquinarias, no teníamos nada. Empezamos a pensar un primer campo experimental de cultivos de trigo y cebada, pero sabíamos que los problemas íbamos terminar resolviéndolos y hoy estamos en la tercera campaña”, recordó Ayelen, una de las socias del Estudio Sudoeste.
Los profesionales, que se imaginaron este sueño justo durante la pandemia, aseguran que el emprendimiento los llevó a salir de “su zona de confort” después de trabajar 15 años para instituciones del Estado. En un primer momento recibieron gran apoyo de la firma Teodoro Torres, una empresa que brinda servicios a productores del sudoeste bonaerense. Allí animaron a realizar los primeros ensayos experimentales.
“En microparcelas de 1,40 metros de ancho por 5 metros de fondo sembramos trigo, cebada, girasol y maíz en verano, probamos distintas tecnologías. Probamos fertilizantes, fungicidas, curasemillas y vemos qué se adapta o no a esta zona y cuáles son las tecnologías más viables”, explicó Ayelen a Bichos de Campo. Junto a la aplicación de insumos también diseñan la estructura del campo, tal cual fuera una maqueta.
“Una vez que la empresa nos solicita el servicio empezamos a armar el plano, el mapa. Es un arte armar este plano porque tenemos que hacer distintos tratamientos y queremos que quede lo más cuadradito posible, que quede lindo a la vista, prolijo. Para cada una de esas parcelitas hacemos un sobrecito individual con las semillas para después sembrarla. Elegimos el lugar y el día, si es posible, y hasta los fertilizantes que se va a usar”, detalló la agrónoma.
“Es un trabajo muy artesanal, muy artístico, por así llamarlo. Detrás de cada plano hay mucha cabeza, para que puedan entrar todas las producciones y en buenas condiciones”, continuó diciendo.
-¿Cómo se lleva a la práctica este proceso? ¿Cómo se arma un ensayo experimental? – le preguntamos.
-Una vez que sabemos la empresa a la que le vamos a brindar el servicio de ensayo, comenzamos armar ese gran mapa. Se arma primero en una planilla de Excel, asegurándonos que queden todos los tratamientos representados. Una vez armada esa planilla, empezamos a armar los sobres por parcela, con las semillas que vamos a sembrar. Cada sobre contiene hasta 120 gramos. Y con maquinarias contratadas empezamos la siembra previamente establecida. Sabemos exactamente la cantidad de semillas que vamos a sembrar y la máquina comienza de adelante hacia atrás.
Mayo afirma que el éxito de este trabajo está en la precisión, en mantener un orden y hacerlo de forma metódica, ya que “se va ordenando sobre por sobre y columna por columna de la siembra que se va haciendo”.
-Además de los cultivos extienden los ensayos a la parte ganadera. ¿En qué consisten?
-Somos tres profesionales con distintas disciplinas y especialidades. Por eso cuando empezamos, pensamos en ofrecer asesoramiento ganadero porque era algo que faltaba en la zona. Se nos han acercado varios productores ganaderos y hoy en día asesoramos estancias muy grandes. Dentro del estudio contamos con Federico, quien es actualmente el coordinador ganadero del CREA Sudoeste, donde se hace experimentación a campo desde el área ganadera.
-En los ensayos combinan varios cultivos ¿Existen requisitos para mezclarlos o simplemente responden a una demanda de la empresa que los contrata?
-Básicamente hacemos cultivos de experimentación de girasol y maíz durante el verano, pues son los cultivos que se dan en esta zona. Por ejemplo si viene un empresa y nos propone hacer un ensayo en soja, le brindamos el asesoramiento y le proponemos probar en otra zona, pues acá en Darregueira no es una zona donde se siembre soja, porque no da el clima. Las empresas de insumos conocen la zona y saben que tiene que experimentar con trigo, maíz, girasol y cebada. Si quieren otros cultivos deben ir a otras zonas.
Desde Estudio Sudoeste la máxima es satisfacer las necesidades del cliente y en ese empeño también salen a localizar las zonas y suelos más apropiados para un cultivo determinado. Así han llegado hasta la localidad de Tres Arroyos en busca de mejores condiciones climáticas para la soja. Pero, a decir de los especialistas, “las empresas generalmente saben lo que quieren probar” y ellos siguen los protocolos, que unas veces suelen ser bastante cerrados y en otras oportunidades lo van armando junto con la empresa.
Entre las empresas que les han encomendado ensayos hasta la fecha, figuran Basf, Kioshi Stone, Adama, Bayer, Ingeniería en Fertilizantes (IF), Índigo, Camelina Company y Bunge, entre otras. A este grupo se suman los productores que forman parte del CREA Sudoeste y algunos establecimientos que han solicitado asesoramiento.
-En el caso de las parcelas, ¿están presentes hasta la cosecha?
-Nosotros cuidamos el ensayo como si fuera nuestro bebé. Esas parcelas las sembramos, luego empezamos a tomar los datos necesarios y aplicar los tratamientos necesarios que las empresas nos solicitan por protocolo o los que nosotros como profesionales proponemos probar. Una vez hecha la parcela, entonces comienza la toma de datos, la fenología del cultivo, las enfermedades y así hasta llegar a cosecha y a lo que llamamos ensayo comparativo de rendimiento. Entonces a la empresa le mostramos un informe con todos los resultados que arroja el ensayo.
-¿Cómo se da el vínculo entre Estudio Sudoeste y las empresas?
–Muchas veces empezamos a recorrer un camino junto con la empresa. Si se trata de un producto experimental que quieren largar al mercado estamos desde el inicio. Otras veces se trata de un producto que la empresa tiene probado en otra zona y quiere validar esos resultados en esta zona. Las empresas visitan sus ensayos junto a nosotros y mantenemos un feedback constante. El ensayo si bien es de ellos, nosotros lo llevamos adelante y realizamos todas las aplicaciones. Somos una especie de jurado y tratamos de ser lo más objetivos posible y con total seriedad científica.
-En poco menos de tres años ya cuentan con un considerable número de clientes importantes. ¿Cuál es el balance que hacen?
-Estamos muy satisfechos, pues empezamos sin estructura. Hoy contamos con una oficina instalada, 20 clientes y una jornada anual que este año se va a realizar el próximo 8 de noviembre. Ahí abrimos nuestro campo experimental y vienen todas las empresas a contar sobre lo que están experimentando. Aspiramos a seguir creciendo y poder algún día posicionarnos como referentes en el sudoeste.
Para Mayo, Moreyra y Zilio, el Estudio funcionando a cielo abierto es, sobre todas las cosas, el resultado del apoyo de muchas personas, principalmente la familia y los amigos. Pero también ocuparon un espacio vacío: “Somos la única empresa que está haciendo este trabajo acá, generando información de manera privada. Esperamos seguir divirtiéndonos porque pan ostros es fundamental divertirnos haciendo nuestro trabajo”, cierra la agrónoma.
Excelente ejemplo muy util y de gran proyección. Felicitaciones a los creadore. Han evidenciado un basto campo para la generación de tecnología e innovación. Gracias