La obra del Canal de la Patria comprende unos 250 kilómetros en total desde el río Salado hasta la localidad de Quimilí, en el norte de Santiago del Estero. En realidad, esa infraestructura hídrica ya existe desde los años setenta, pero en 2020, con un presupuesto de 36.000 millones de pesos, se dispuso su modernización con el objetivo de asegurar la provisión de agua para consumo humano y fines productivos.
Por la forma en que fue diseñada esa obra, con paredes empinadas de hormigón, sin contenciones y sin vías de escape, cientos de animales nativos mueren atrapados todo el tiempo. Bajan tentados por la necesidad de tomar agua y después no pueden salir.
Por eso, tras dos años de intentar llevar a cabo gestiones ante funcionarios nacionales y provinciales, sin demasiado éxito por cierto, organizaciones ambientalistas elevaron un pedido ante la Corte Suprema de Justicia y recientemente recibieron la confirmación de que será admitido.
Con el respaldo de informes científicos, y amparadas en el artículo 41 de la Constitución Nacional, las ONGs Aves Argentinas, Fundación Vida Silvestre y Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) piden que se implementen cambios urgentes en la obra para frenar la muerte de la fauna local y la consiguiente contaminación del agua para los vecinos y productores.

La acción judicial presentada el pasado 23 de junio está dirigida a la provincia de Santiago del Estero y al gobierno nacional por “daño ambiental de incidencia colectiva”. Según explicó el director de Aves Argentinas, Manuel Jaramillo, a Bichos de Campo, como ellos entienden que se trata de un “problema federal”, que afecta a la fauna de varias localidades del Chaco Seco, la gestión fue hecha directamente ante la Corte Suprema de Justicia.
Días atrás, recibieron una buena noticia: la Procuración General de la Nación dictaminó que la controversia es competencia del máximo tribunal y que, por ende, será admitida para ser tratada los próximos meses.
“Esto nos abre una puerta importante. Creemos que la Corte Suprema es el órgano que tiene la independencia necesaria para intentar encontrar una solución definitiva, aunque eso complique a las provincias”, afirmó Jaramillo.

Para quienes recorren la zona, es muy común ver a animales nativos o domésticos atrapados en el canal. Tanto, que, en lo que va del año, se estima que ya murieron unos 250 ejemplares de más de 40 especies, que de por sí están amenazadas por la degradación ambiental y el avance de la deforestación en esa ecorregión.
“La fauna no tiene límites políticos y esto afecta los recursos de varias provincias”, explicó el referente de Aves Argentinas a este medio. De los varios viajes que hicieron a la zona, para rescatar animales y evaluar soluciones, llegaron a la conclusión de que el Canal de la Patria impacta de forma indirecta también a Chaco, Formosa y Córdoba, quitándoles ejemplares valiosos y contaminando el agua fruto de esas muertes.
Las postales que deja esta “trampa mortal” -como calificaron las propias ONGs a la mega obra- no son aptas para personas sensibles.
Es que, como es una zona afectada por la crisis hídrica, el paso de un caudal considerable de agua atrae tanto a animales domésticos y productivos -como vacas, ovejas, cabras o perros- como a ejemplares silvestres, incluso en peligro de extinción. El destino suele ser fatal para muchos de ellos, que se acercan a tomar agua y quedan atrapados por las paredes de hormigón con pendiente y la falta de vías de escape.
Por sus condiciones físicas y su baja visibilidad, explicó Jaramillo, la especie que más sufre a raíz de esta obra es el oso hormiguero, al que comúnmente encuentran intentando escapar o ya muerto. “Es una especie que es vulnerable, que tiene una tasa de reproducción muy baja y ya está siendo muy afectada justamente por el cambio del uso del suelo y de hábitat”, lamentó el referente ambientalista.

Lo mismo acontece, por ejemplo, con la tortuga terrestre argentina (Chelonoidis chilensis), el pecarí de collar (Pecari tajacu) y el mataco bola (Tolypeutes matacus).
Muchos animales, con el paso del tiempo, han empezado a guardar distancia del canal, fruto de un proceso incipiente de “aprendizaje”. Sin embargo, sobre todo en las épocas más calurosas del año, o cuando necesitan trasladarse en manada de un espacio a otro, Manuel aseguró que el canal “sigue actuando como un cebo”.
Y lo peor llega luego, ya que registraron que, a menudo, se hacen limpiezas en las zonas más comprometidas -donde los animales mueren amontonados- y luego se los quema, generando un perjuicio sanitario y ambiental aún mayor.
Lo que reclaman ante la Corte Suprema es que los funcionarios se sienten junto a ONGs y centros de investigación a evaluar posibles soluciones. “Nosotros no estamos en absoluto en contra del canal, que tiene un rol central en abastecer de agua para el uso humano y productivo. Es importante que esté”, aclaró el director de Aves Argentinas, que considera que hay varias medidas a tomar sin necesidad de afectar esa obra.
Además de la instalación de escaleras y salidas diseñadas para los animales, una de las ideas que más promueven es que se “tape” el canal, al menos, en las zonas de mayor presencia de fauna. Pero no con tierra, sino con una infraestructura especial que permita el paso del agua y no altere su función primordial.}
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A nivel macro, señala Jaramillo, este reclamo de larga data demuestra que “hay que fortalecer los conceptos de las soluciones basadas en naturaleza aplicados a las obras de infraestructura”. La idea que las sustenta es intentar emular el funcionamiento de la naturaleza antes que hacer cambios bruscos, que no afectan sólo a los paisajes sino que tienen efectos muy concretos sobre el ambiente, como en este caso.
Por lo pronto, desde las ONGs esperan que la decisión de la Corte Suprema siente un precedente en estos debates y enfatizan en que es el compromiso de la sociedad el que “contribuye a que los tomadores de decisión estén atentos y actúen en consecuencia”.
 
			 
					
 
                             
                             
                             
                             
                             
                             
                             
                            




Conozco el canal. Hubiera sido mejor hacer un acueducto y no hubiera eso problemas. También el agua llegaría más limpia. Aparte en la zonas más profundas las barrancas con las grandes lluvias y la erosión hace que caiga tierra en el mismo produciendo tapones y suciedad en el agua.