El ministro Martín Guzmán, que hasta aquí parecía un chico educado, se está convirtiendo rápidamente en un cultor del relato tan común entre los políticos que conforman su espacio y que ocupan altos cargos en el gobierno, empezando por el presidente Alberto Fernández y su jefa, la vicepresidenta Cristina Kirchner.
“No se está contemplando un incremento en los derechos de exportaciones de los granos, el trigo, el maíz, el girasol, el poroto de soja y los demás granos”, enfatizó el ministro esta tarde en una exposición en el Senado por el acuerdo con el FMI. Así respondió a una pregunta formulada por el senador entrerriano Alfredo De Angeli, famoso por el “minga nos van a subir las retenciones”.
El ministro de Economía, en esa sencilla frase, reveló cuál será el relato que seguramente utilizará el gobierno para justificar la inminente suba de retenciones del aceite de soja y de la harina de soja, dos subproductos de la industrialización del poroto. Lease con atención: los productos cuyos derechos de exportación sí subirán no son “granos”, como bien dijo Guzmán, sino “subproductos” obtenidos a partir de la molienda de esos granos.
Guzmán negó que el Gobierno subirá de retenciones de los granos https://t.co/g1QcnjB2Xg
— El Destape (@eldestapeweb) March 14, 2022
Patética estratégica de comunicación para tratar de instalar la idea de que este gobierno no está subiendo las retenciones sobre el complejo sojero, cuando en realidad sí las está subiendo. Según varias fuentes oficiales, el gobierno cerró el domingo la posibilidad de exportar esos dos derivados de la soja porque elevará sus retenciones del 31% actual hasta el tope de 33% autorizado por el Congreso. Es lo que viene informando desde ayer Bichos de Campo: por la eliminación del diferencial a favor del valor agregado de la industria aceitera, el ministro embolsará otros 420 millones de dólares, adicionales a los 8.900 millones que recaudaría este año por las retenciones vigentes.
Guzmán no mintió en el Senado, pero acomodó la verdad al relato que prepara el oficialismo para que esta noticia -que se confirmaría en las próximas horas- no dinamite la relación con el sector agropecuario. Por eso la presentará con un acto de justicia al quitarle un beneficio que solo beneficiaba a una docena de grandes agroexportadoras de soja y sus derivados.
Es cierto que los granos de soja no sufrirán una modificación: las retenciones al “poroto” permanecerán en el 33%, que es el tope que impuso el Congreso al Ejecutivo en 2019, al sancionar la ley de emergencia económica. En este caso, el gobierno se quedará con las ganas, pero porque no tiene chances de elevar más esas alícuotas.
Entre líneas de las declaraciones de Guzmán puede leerse una buena noticia: el ministro mencionó “el trigo, el maíz, el girasol, el poroto de soja y los demás granos”, que mantendrán sus alícuotas. Al incluir a los cereales en ese combo, el titular de Economía descartó las versiones que deban cuenta hasta la semana pasada de una decisión de duplicar las retenciones al trigo y el maíz, del actual 12 al 24%.
En ese caso, el tope que impuso el Congreso -para todo el universo de productos del agro salvo la soja y sus derivados- es del 15%. Es decir que el gobierno no hubiera podido subir los Dex de ambos productos por arriba de tres puntos.
A todas luces no le convenía hacerlo, pues iba a recaudar chaucha y palitos. La mayor parte de los saldos exportables de maíz y de trigo ya se anotaron con las condiciones vigentes, por lo que ya tributaron retenciones del 12%. Los saldos a exportar con una supuesta nueva alícuota este año eran muy exiguos.
Distinta es la situación de la soja, que todavía está en el campo a la espera de ser cosechada. En este caso, la mayor parte de la cosecha se procesa dentro de la industria aceitera local, y se extraen del poroto los dos subproductos que sí sufrirían aumento de las retenciones. La harina y el aceite constituyen el grueso de la exportación del complejo sojero. Y como no hay mucho declarado, por esos dos puntos adicionales el Estado podría embolsar esos 400 millones de dólares adicionales.
Luego de esta necesaria traducción de los dichos del ministro Guzmán, vale decir que el funcionario sí dejó abierta la puerta a otra medida incómoda para el campo, a la que se considera como una “retención encubierta”: los fideicomisos ideados por Comercio Interior para desacoplar los precios y subsidiar con dinero de los productores a algunas industrias alimenticias que paortan productos básicos al programa de Precios Cuidados.
Al respecto, el ministro de Economía aclaró en el Senado que en vez de elevar las retenciones a los granos sí se buscará “contar con instrumentos para poder evitar que haya un efecto desestabilizante en el costo de la canasta alimentaria de millones de argentinas y argentinos”, a raíz del impacto de la guerra entre Ucrania y Rusia en los precios de los commodities.
“Dado que somos exportadores, se presenta la oportunidad de tener una dinámica de la balanza de pagos más favorable, pero el impacto en el precio de los alimentos es significativo y es algo que se viene viendo en las últimas tres semanas”, explicó Guzmán. Y agregó: “No hacer nada implica una situación que termina siendo profundamente regresivo en la Argentina”.
“Hemos venido trabajando con los fideicomisos, buscando que haya contribuciones voluntarias, que se puedan utilizar para lograr una brecha entre la evolución del precio internacional y la del precio interno de los alimentos”. Sin embargo, enfatizó, “enfrentamos un shock de una magnitud que es difícil encontrar precedentes en mucho tiempo”.
Roberto Feletti, el titular de Comercio Interior, obtuvo hasta ahora financiamiento del sector exportador para subsidiar el aceite comestible (por unos 190 millones de dólares anuales). Y estaba en marcha otro fideicomiso por unos 30/50 millones para subsidiar los paquetes de harina de 1 kilo y los fideos secos. Pero el funcionario está haciendo fuerza para incorporar también las bolsas de 25 kilos de harina que se utilizan en las panaderías, lo cual multiplicaría varias veces esas cifras.
Contra lo que espera Guzmán, que es no tocar más las retenciones para concentrarse en este tipo de instrumentos, su decisión de eliminar los dos puntos de diferencial de retenciones entre el “grano” de soja y sus subproductos podría actuar como un boomerang, ya que la industria aceitera es la misma que exporta cereales y la misma que aporta los fondos para alimentar los fideicomisos, y ya ha avisado que dejará de hacerlo pues el gobierno no respetó el compromiso de no modificar la estructura tributaria del complejo sojero. Que es todo, no solo los granos.