Cada 17 de octubre se celebra el día de las Áreas Protegidas en Latinoamérica y el Caribe, jornada en la que se ponen en relevancia aquellos territorios manejados con normas que garantizan la protección de la flora y fauna. El debate sobre estos territorios se encuentra en pleno auge, de tal forma que empresas y productores agropecuarios empezaron a crear y proteger estos espacios, sumado a la tarea de los estados nacionales y provinciales al respecto.
Bichos de Campo viene adelantando este tema, contando la reunión que se llevó a cabo en plena selva misionera donde las empresas se reunieron para apuntalar este aporte. Incluso hicimos un programa de televisión, que puede verse aquí.
De ese encuentro donde se puso sobre la mesa el concepto de “Paisajes Productivos Protegidos”, participó Stefan Isaak, un productor de la cooperativa menonita Neuland, en Paraguay. Stefan cuenta que el nombre significa “Tierra nueva”, y que está formada por exiliados europeos que tuvieron que huir de la Segunda Guerra Mundial, en pleno Chaco Central Paraguayo.
Cuenta también Stefan, que la cooperativa hoy en día es un jugador importante en el renovado mapa productivo paraguayo, aquel que siembra y exporta carne al mundo. “La agricultura siempre se ha practicado, pero por razones de llegar a un límite de las tierras arables, que son suelos arenosos de menor proporción. En algún momento tenían que buscar una solución para expandirse, y fue a esos terrenos cubierto por monte. Y esa práctica se fue realizando hasta los años 90, empezando el año 2000”.
Esa práctica del desmonte, análoga a lo que ocurrió en el norte de nuestro país, es explicada por el productor paraguayo, al mismo tiempo que cuenta los intentos de los estados por frenarla, no siempre eficientemente: “A fines de los 90 se dan cuenta de la importancia del Chaco, la envergadura que tiene en lo económico con la ganadería, el mejoramiento genético y de los pastos”. Ya no era una práctica de subsistencia, sino que genera divisas e ingresos importantes. Y recién ahí se pidió una serie de prácticas ambientales, como mantener una parte del monte en pie, “franjas rompevientos, etc”.
En ese momento, y ante la heterogeneidad de los cuidados ambientales, ahí la cooperativa de Isaak decidió aplicar un programa de adecuación activo, con una política ambiental escrita, donde se busca “integrar la producción agropecuaria con la conservación del medio ambiente”.
“La cooperativa tiene unas 400 mil hectáreas, y lo que buscamos es que cada terreno se adecue a la ley. Quizá haya que reforestar, y para mantener eso, hay que tener un 25% con monte. Estamos rondando las 100 mil hectáreas de bosque”, explica Isaak.
El miembro de la cooperativa menonita concluye el encuentro con Bichos de Campo, con un concepto que resume toda la actividad que ellos realizan, y la conservación de los espacios: “Una de nuestras filosofías es mantener nueva nuestra tierra, y en eso va el desarrollo sustentable, en que las futuras generaciones tengan las mismas posibilidades que nosotros tenemos hoy. Hay una filosofía, que es la de tomar prestado de las futuras generaciones la tierra, y los recursos. En algún momento lo tengo que devolver, y siempre las cosas prestadas se devuelven en el estado con los cuales se tomó prestado. Es un poco romántico, pero nos ayuda a entender para qué guardar, o para para qué cuidar nuestros recursos, inclusive mejorarlos, para que haya condiciones óptimas o mejoras mejores para el para el futuro”.