Las actividades productivas en Argentina tienen siempre un ojo puesto en el rumbo de la macroeconomía y el otro en lo que pasa puertas adentro del negocio.
Este año eso se hace más evidente porque hay un nuevo gobierno que impuso reglas de juego diferentes, y las perspectivas macroeconómicas son distintas a las que hubo durante los cuatro años en los que gobernó Alberto Fernández, y mucho más frente a los largos años del kirchnerismo que afectaron de forma negativa al sector agroindustrial.
Muchos productores tienen sus esperanzas puestas en que la gestión de Javier Milei lleve al país a caminar por otro sendero y, más allá de que para el sector en términos impositivos no hubo grandes cambios, algunas señales se dieron. Sobre todo se frenó la vorágine inflacionaria.
“Uno compara el año 2024 con el 2023 y estamos en las antípodas. Teníamos una inflación arriba del 250%. Si bien este año va a ser anualmente del 120% o algo así, estamos viajando ahora a una inflación que se parece más del 60/65%, o sea menos de un tercio de lo que era. Por supuesto que siguen las retenciones, sigue el cepo y sigue la brecha cambiaria, que antes era del 255%, ahora es del 30%. Con lo cual, en términos relativos, estamos mejor”, evaluó el consultor Teo Zorraquín.
Pero esto no significa que el 2025, que está a la vuelta de la esquina, vaya ser un bueno año. En primer lugar, y pensando en la agricultura, se requiere que el clima juegue a favor y que la chicharrita al menos no pegue tan duro como en el ciclo pasado. Zorarquín también advirtió que habrá que ver cómo impacta la realidad macroeconómica sobre el sector.
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“Si el presupuesto que planteó el presidente y luego el ministro de Economía, para el año 2025, dice que la inflación va a ser el 18%, que vamos a crecer el 5%, que la devaluación va a ser menor al 2% mensual, lo que probablemente tengamos, si no hay una baja de la presión fiscal, es un año muy áspero, en el sentido que no va a haber ningún anabólico desde la macro”, evaluó el consultor agropecuario.
Y añadió que “por supuesto que bajar la inflación es un gran anabólico general, pero para el agro en particular, el atraso potencial que vemos en un tipo de cambio que plantean de 1200 pesos para dentro de 15 meses, cuando hoy vale 1000, parece, por lo menos, una amenaza”.
Hay que ver qué sucede finalmente con otras medidas. El presidente Milei en varias oportunidades dijo que iba a sacar los derechos de exportación y otros impuestos -como el que rige sobre débito y créditos o impuesto al cheque-, pero recién una vez que haya una situación fiscal positiva y sostenida.
“Esperemos que en el medio, más allá de las palabras, se pueda sacar el cepo, eliminar por lo tanto la brecha cambiaria por un único dólar, y que el gobierno cumpla la palabra de ir de a poquito, como se pueda, desactivando la bomba de la presión fiscal”, indicó Zorraquín.
Para el analista, si la macro no se ordena, si no se avanza en esos aspectos y el dólar se sigue atrasando, “la rentabilidad de este año va a estar muy condicionada por lo que nos pase tranqueras adentro, de los rindes y los precios que podamos vender”.
“No nos olvidemos que estamos en el marco de una potencial año Niña. Si le ponés un condimento como el de chicharrita en el norte. El combo por lo menos va a requerir de mucho esfuerzo, mucha imaginación y, claramente, mucha cabeza para poder imprimirle rentabilidad al negocio”, agregó.
En diálogo con Bichos de Campo, Zorraquín advirtió de los peligros y riesgos de hacer agricultura en Argentina en este contexto, pero también destacó lo bueno del cambio de tendencia.
“Lamentablemente, culturalmente aceptamos inflaciones que son muy poco tolerables. Cuando vos venís del 250% y prometen el 18%, lo que importa más que el número absoluto es la tendencia, porque si efectivamente el año siguiente baja de forma marcada, ahí entras a jugar otro partido. Si a eso le sumás que el gobierno tuviera éxito y pudiendo sacar el cepo sin perder gran cantidad de reservas, lo que vamos a ver es una baja en el riesgo país y, por lo tanto, un abaratamiento del crédito, en pesos y dólares. Eso sí puede ser un buen lubricante para que haga menos ruido la máquina”.
En este contexto y en función de las charlas que vienen teniendo desde la consultora que conduce con Alejandro Meneses, el analista agregó: “Lo que vemos es que no se va a amarretear en tecnología, se va a hacer sí de forma racional, pero no se va a bajar la tecnología solo para bajar costos”.
“Lo que vemos es una gran demora por lo menos respecto al 50%, respecto al año pasado, en lo que es la compra de insumos. Vas comprando a medida que necesitás, porque por un lado estaba pendiente la baja del Impuesto PAIS, que ya se produjo y todavía no se refleja en precios, pero creemos que algo se va a reflejar. El mercado está bien abastecido de agroquímicos y semillas, con lo cual no van a faltar”, indicó el analista agrícola.
Zorraquín consideró que “el nivel de tecnología será similar (al del año pasado), los planes pueden estar más sojizados respecto al maíz en la zona norte y con lentitud para comprar agroquímicos, porque no hay apuro y, además, hay financiamiento tanto de las empresas como de los bancos. Con lo cual, este año nadie se va a quedar sin hacer agricultura porque le falte plata para comprar un insumo. La plata va a estar”.