Uno de los momentos clave de los cultivos de trigo y cebada es la siembra y posterior emergencia. Los motivos más frecuentes de falla tienen que ver con el manejo del rastrojo, la profundidad de siembra, la sanidad de la semilla, la calidad de emergencia, y el cierre del surco.
Medir la productividad en esta instancia permite no sólo cuantificar pérdidas sino también corregir estrategias de fertilización, haciendo más eficiente el uso del recurso y el impacto en el resultado.
El uso de drones para interpretar lo que ocurre en los lotes crece, se simplifica y permite tomar oportunas y certeras decisiones agronómicas.
En la campaña 2021, y con la asistencia del investigador Pablo Abbate, la empresa especializada DroneScope realizó un ensayo en trigo y cebada en el sudeste de Buenos Aires, en lotes de loma y bajo, y con dos dosis de nitrógeno. A partir de vuelos con drones realizados en la etapa de inicio de macollaje, se analizó la cobertura de surco y se pudo determinar que, en trigo, las mermas en productividad variaron entre 24 y 72 kg/ha por cada punto de cobertura perdida, con una media de 45 kg/ha. En cebada, las mermas fueron de entre 46 y 83 kg/ha, con medias de 62 kg/ha.
De acuerdo a lo que comunicó la empresa, se analizaron más de 10.000 hectáreas de lotes de producción en pampa húmeda de trigo y cebada, donde la cobertura media fue del 72%. Aumentar 10 puntos la cobertura de surco, de 72% a 82%, equivale a sumar 250 kg/ha de rinde en un trigo de 35 qq/ha o 56 USD/ha de ingreso adicional con trigos de 220 USD/tn. Y todo esto, teniendo en cuenta que procesar las imágenes de un vuelo realizado por cuenta propia en 100 hectáreas de trigo tiene un costo de apenas 50 dólares.
“Este dato obtenido del trabajo realizado junto a Pablo Abbate es realmente revelador, si tenemos en cuenta que es muy común escuchar que el trigo compensa las fallas de siembra”, sostiene Gonzalo Gómez, responsable de Desarrollo de Mercado de DroneScope.
El técnico de DroneScope explica que al volar un trigo al inicio de macollaje,el productor puede saber cuál es el techo de rendimiento potencial y tomar decisiones de fertilización ambientada o sectorizada en función del desarrollo de la cobertura del cultivo. “Ese es un momento en el que las imágenes de satélite no llegan a mostrar ese detalle del lote porque el trigo está aún pequeño. Por eso es una gran opción hacerlo con drones. Tomar decisiones de fertilización no sólo permite generar ahorros de inversión sino, ante todo, optimizarla. A su vez, en este vuelo se puede evaluar la cobertura de malezas y decidir dónde aplicar herbicidas, ahorrando 30 o 40 U$S/ha al tratar solo las áreas afectadas. En un contexto como el actual, con los trigos sufriendo por la falta de precipitaciones, contar con un diagnóstico certero antes de volver a invertir en el cultivo resulta aún más clave”, argumenta Gómez.
¿Cómo funciona? Los productores y/o asesores pueden recurrir a los pilotos de DroneScope o volar con sus propios equipos el lote a relevar. Una vez obtenidas las imágenes, se incorporan a una plataforma online desarrollada especialmente para interpretar las condiciones productivas de Argentina y, en cuestión de segundos, se obtienen informes de estructura de cultivo, conteo de plantas y cobertura de malezas que permiten realizar aplicaciones de fertilización y pulverización más inteligentes. Como si fuera poco, las imágenes pueden quedar allí almacenadas para ser consultadas cuando sea necesario.
La propuesta, de gran simplicidad y efectividad, se basa en un software diseñado por la consultora SmartField, con 18 años de experiencia en asesoramiento y gestión agronómica. “A lo largo de muchos años vimos que las decisiones se toman sobre pequeñas áreas de muestreo que no siempre representan lo que ocurre en todo el lote. Hoy, con un drone podés tener una visión completa. Es totalmente superador a una recorrida a pie y te da información más detallada a la que ofrecen los satélites en momentos del cultivo en los que los éstos aún no pueden aportar”, explica Gómez.