En ambos márgenes del Río de la Plata las industrias lácteas están realizando esfuerzos por mejorar el precio pagado a los tamberos. Aunque por razones diferentes.
El precio promedio recibido por los tamberos uruguayos en abril pasado fue de 0,34 u$s/litro, una cifra superior a los 0,32 u$s/litro de marzo de este año y el mayor registro desde mayo de 2018, según datos publicados por el Instituto Nacional de la Leche (Inale).
Las mejoras de los valores internacionales de los principales productos lácteos, impulsadas por una recuperación de la demanda china y de los precios del petróleo –que mejora la capacidad de compra de Rusia y Argelia–, son los principales “motores” de la suba de precios ocurrida en Uruguay en los últimos meses, nación que exporta la mayor parte de la leche que produce.
En la Argentina, el mes pasado el valor promedio de la leche abonado al tambero también subió para ubicarse en 0,29 u$s/litro versus 0,27 u$s/litro en marzo si considera el tipo de cambio oficial intervenido por el gobierno nacional, según datos oficiales de la Dirección Nacional de Lechería.
Al tomar el valor de referencia de mercado (dólar bursátil o “MEP”), el precio de la leche promedio en la Argentina se ubicó en 0,19 u$s/litro contra 0,18 u$s/litro en marzo.
En la Argentina buena parte de la fortaleza de la demanda de leche reside en la actualidad en los canales comerciales minoristas que no están bajo la lupa de los agentes de la Secretaría de Comercio Interior y que, por lo tanto, tienen margen para ajustar precios de venta con libertad, algo que no es factible en las grandes cadenas de supermercados, en las cuales las compañías lácteas no pueden zafar –en el marco del programa oficial de precios máximos– de la obligación de vender leche fresca y en polvo, crema, dulce de leche, manteca y quesos cremosos, untables y rallados a precios mayoristas que en muchos casos no llegan a cubrir los costos.
En lo que respecta al comercio exterior, la capacidad de aprovechar la mejora en los precios internacionales de los lácteos está limitada en la Argentina por efecto de los derechos de exportación, que en el caso de la leche en polvo representan un 9,0% del valor FOB, y la “retención cambiaria” instrumentada a partir de la determinación por parte del gobierno un tipo de cambio arbitrario para liquidar exportaciones que no se corresponde con el valor real de la divisa.