A 1 de cada 2 hectáreas sembradas en Argentina ya se le aplican bioinsumos, un dato que demuestra el notable crecimiento que tuvo el sector en los últimos años. Pero la creciente demanda de biológicos también despierta interrogantes para los investigadores, en una época en la que las patentes comerciales y la venta de insumos son un componente fundamental de las decisiones estratégicas en cada país.
En este contexto, el proyecto de la startup APOLO Biotech, que financió la Fundación Sadosky e integraron científicos del INTA y CONICET nos puede no llamarnos la atención: Lograron lanzar un software que puede simular de forma 100% digital el cruce de material genético, para ahorrar tiempo y recursos en el desarrollo de bioinsumos.
No es una revolución ni un descubrimiento que patee el tablero, pero sí un paso importante en términos estratégicos. Contar con una plataforma bioinformática 100% argentina destinada a diseñar ARN´s exógenos, servirá para evaluar todas las combinaciones de las moléculas biológicas antes de los ensayos a campo. Está pensada para destinarse particularmente a la fabricación de bioinsumos de control de plagas y enfermedades.
En la pulseada con los agroquímicos tradicionales, que no dejan de ser los más usados a nivel global, este tipo de avances suma puntos, ya que está demostrado que el uso de ARN´s exógenos reduce costos y es biotecnología “pura y dura” para la agricultura sustentable. APOLO Rocket, la primera versión operativa de la plataforma, promete destrabar una las mayores dificultades que siempre tuvo el sector, que es identificar cómo atacar a cada organismo de forma rápida, eficaz y, obvio, sin afectar los cultivos.
“Como tiene base de datos de códigos genéticos, les permite a los biotecnólogos combinarlos para obtener el ARN exógeno que ellos necesitan de forma 100% digital”, explicó Medel. Resta aclarar que eso no sólo acelera las pruebas, al permitir evaluar al mismo tiempo más de 140 organismos de manera simultánea, sino también los costos, porque el simulador predice qué características va a tener cada combinación antes de probarlas en el laboratorio.
La idea llegó a la Fundación Sadosky a través de las convocatorias abiertas en 2022 y 2023. Gracias al trabajo de vinculación y de gestión de fondos que hace la entidad, la startup APOLO Biotech trabajó junto a investigadores del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (IABIMO, INTA-CONICET) de Buenos Aires y en sólo un año lanzaron la plataforma.
Como director de Vinculación Tecnológica de Sadosky, Ricardo Medel está a cargo de que efectivamente el sector privado y la comunidad académica se encuentren y que los proyectos funcionen. Al dialogar con Bichos de Campo sobre el reciente lanzamiento, dejó una definición clara de lo que significa para él el trabajo de intermediación que hace la fundación: “Estamos convencidos de que los científicos no son buenos empresarios, por eso creemos que la academia no debe comercializar los productos”, afirmó.
¿Eso significa que queda todo en manos del sector privado? No, todos los organismos que participaron son dueños de ese desarrollo, pero la empresa Apolo Biotech tiene en sus manos el poder de decisión sobre el fin comercial que le dará. Sin embargo, Medel enfatizó en que el interés de ser parte de esa propiedad compartida no tiene que ver tanto con lo monetario, sino más bien con tener poder de decisión sobre cómo se usa.
“Esa propiedad intelectual tiene un valor estratégico para el país porque genera independencia tecnológica”, aseguró el miembro de la fundación. Para toda empresa de bioinsumos, poder facilitar los métodos de obtención de su “materia prima” con un sistema propio, y no adquirido afuera del país, significa no quedar atados a licencias en moneda extranjera ni a decisiones comerciales de otras naciones.
Como es un sistema que está proyectado para tener una memoria acumulativa, cada una de las simulaciones que se vayan cargando van a quedar registradas. A futuro, cualquier otro investigador puede consultarlo y así evitar repetir procesos innecesarios. Eso permite dimensionar lo valioso que es que esa tecnología esté en nuestras manos, en vez de depender de otros.