En la campaña 2019/20 se registró en la Argentina el mayor nivel de reposición de nutrientes del último lustro: por cada 100 kilos de nitrógeno, fósforo y azufre extraídos del suelo –vía cosecha de granos– se repusieron 58 por medio de la fertilización.
Se trata de un valor 26% superior al de la campaña 2018/19. Los datos del ciclo 2017/18 no pueden ser tomados como referencia porque en ese período una fuerte sequía redujo la producción de cultivos y consecuentemente la extracción de nutrientes.
La reposición de nitrógeno, según un informe publicado por Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, fue del 60% versus 47% en 2018/19. Los mayores niveles de reposición se observaron en el centro, sudeste, sudoeste y sur de Buenos Aires, donde el nitrógeno se aplica tanto para el trigo/cebada como para el posterior cultivo de soja de segunda o maíz tardío/de segunda. En la zona núcleo pampeana los niveles elevados de reposición están usualmente asociados a planteos maiceros.
La reposición de fósforo presentó un incremento del 26% en relación a la campaña anterior: en 2019/20 por cada 100 kilos de fósforo extraídos por los cultivos, se repusieron 68. Las mayores aplicaciones de este nutriente se registraron en Entre Ríos y sur de Buenos Aires, donde los suelos suelen tener deficiencias de fósforo, mientras que en la zona pampeana central la práctica está asociada fundamentalmente al cultivo de soja.
El azufre fue el nutriente que menos se repuso: apenas un 26% en 2019/20, una cifra que, si bien representa un aumento versus el 22% registrado en 2018/19, sigue siendo baja respecto a las extracciones realizadas por los principales cultivos extensivos. La mayor parte de la reposición de este nutriente se suele registrar en cultivos de soja de la zona núcleo pampeana.
El trigo es el que mayor porcentaje de reposición presentó en 2019/20 debido a que –tal como se indicó– parte a la fertilización de base que recibe el cereal está dirigida al doble cultivo. En tanto, la soja fue el cultivo que menos porcentaje de reposición presentó: por cada 100 kilogramos de nutrientes extraído por hectárea cosechada, solo se repusieron 23; buena parte de ese fenómenos probablemente se explica porque la soja es el cultivo más sembrado en campos arrendados.
Un balance de nutrientes se construye a partir de la “contabilidad” de los mismos en el sistema en función del cálculo teórico de las “entradas” y “salidas”. Los balances negativos implican que se están incorporando menos nutrientes de los que se extraen y, por el contrario, balances exageradamente positivos resultan en bajas eficiencias de uso de los nutrientes. Ambas situaciones pueden generar problemas ambientales.