-Dígame un sinónimo de “improvisación”…
-¿El gobierno de Alberto Fernández en materia de política de biocombustibles?
En el Boletín Oficial se publicó esta madrugada de martes el decreto 456/2021, que prorrogó por segunda vez la ley de Biocombustibles 26.093 vigente desde 2006 porque el oficialismo en el Congreso no llegó a tiempo a aprobar un régimen diferente, propuesto desde el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El alargamiento de los plazos -que en realidad intenta cubrir a los funcionarios de eventuales juicios-, regirá hasta el “27 de agosto de 2021 o hasta que entre en vigencia un nuevo Marco Regulatorio de Biocombustibles, lo que ocurra primero”.
La frase “lo que ocurra primero” ya había sido utilizada hace tres meses en otro decreto, cuando perdió vigencia la vieja Ley de Biocombustibles aprobada en el gobierno de Néstor Kirchner el 12 de mayo pasado. Entonces se decidió una prórroga por 90 días que vencieron ahora, 12 de julio. Por eso se prorroga. Porque sin un nuevo marco legal, solo queda el vacío.
Como no se logró aprobar el nuevo marco legal para el corte de combustibles fósiles con combustibles renovables, ahora se decidió estirar la vida del viejo régimen hasta el 27 de agosto. Por 45 días, la mitad de antes. Quizás la próxima vez la prórroga salga por 22 días y la otra por 11 días, salvo que antes el Congreso vote una nueva ley. “Lo que ocurra primero”. El nuevo régimen de los kirchneristas tiene medio voto de Diputados y está encaminado en el Senado.
El Senado -presidido por Cristina Kirchner- había votado en octubre de 2020 una prórroga del actual sistema de promoción de los biocombustibles, considerando que era lo más recomendable. La vieja ley consiste en fijar un buen precio regulado para el biodiesel de soja que se vende para cortar al 10% el gasoil de petróleo; y para el bioetanol que proviene de la caña de azúcar y el maíz para cortar al 12% la nafta proveniente del petróleo. Así, se va morigerando el efecto claramente contaminante que tienen los combustibles fósiles. Se sabe: el petróleo viene de los dinosaurios.
Pero en el verano pasado, a pesar de las promesas de Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados, el oficialismo cambió de opinión. Fue “enderrepente”. De golpe y porrazo, el bloque del Frente para la Victoria -liderado por Máximo Kirchner, el hijo de Néstor y Cristina- alteró su posición, a tono con el lobby de las petroleras (en especial la semi-estatal YPF, que es la principal vendedora de combustibles fósiles y por lo tanto la principal compradora de combustibles renovables para el corte).
El nuevo proyecto del oficialismo para actualizar el régimen de promoción de los biocombustibles fue presentado pocos días antes del vencimiento de la vieja ley. Y por eso no quedó más remedio que prorrogar una primera vez el vetusto régimen, condenado a muerte, por 90 días.
Para aprobar algo diferente y más o menos digno, aunque funcional a los intereses petroleros, Máximo estiró la vida útil de algo que Cristina primero pensaba extender en el tiempo, y que había nacido supuestamente virtuoso en tiempos de Néstor. Ni Shakespeare.
No hubo casi debate ni en Diputados antes, cuando se logró la media sanción, ni ahora en el Senado, donde alteraron su vieja decisión de octubre de 2020 para ingresar en la votación exprés del proyecto emanado de Diputados. Pero a pesar de tanta disciplina y tan poca discusión no llegaron con los tiempos. Ni para hace caso parece que sirven.
En los próximos días se supone podrán los senadores aprobar una nueva norma que va a contramano del mundo, literal, porque avala la posibilidad de achicar el porcentaje de corte de los combustibles convencionales, en vez de aumentarlo como hacen muchos otros países.
Son decididamente malos. Como los 90 días ya se extinguieron debieron volver a prorrogar un poquitito más la vigencia de la ley de Néstor, que será sepultada por su propio hijo y su bloque, ante los ojos pasivos de la madre. Ni Shakespeare te hacía una novela como ésta. Ahora la traición, o el viraje de la política seguida hasta ahora, debe consumarse antes del 27 de agosto.
“Cuenta con estado parlamentario un proyecto de ley por el que se propicia aprobar el Marco Regulatorio de Biocombustibles en el que se definirá el nuevo rumbo estratégico del sector, en consonancia con las necesidades energéticas del país”, dice el nuevo decreto, que concede este mayor plazo “con el fin de asegurar un adecuado análisis y debate parlamentario del citado proyecto, sin afectar las distintas etapas que integran la cadena de valor del régimen en cuestión”.
La segunda prórroga destinada a darle más plazo a Máximo y Cristina para aprobar una nueva ley de biocombustibles fue firmada por Albero Fernández y su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Nada, solo eso.