Aún quedan en manos de la exportación y fundamentalmente de la industria aceitera casi 3,0 millones de toneladas de soja 2022/23 con precio “a fijar” a la espera de mejores condiciones para cerrar la operación. Se trata de un volumen considerable para la actual coyuntura que presenta desafíos tanto en el frente externo como el interno.
La entidad brasileña que agrupa a las compañías exportadoras de granos (Anec) proyectó que en el presente mes de octubre exportará soja en un rango de 5,50 a 7,92 millones de toneladas, mientras que en octubre de 2022 esa cifra había sido de 3,58 millones de toneladas.
Este martes el organismo estatal brasileño Conab dijo espera un área de siembra de soja 2023/24 de 45,1 M/ha, la cual, con un rendimiento promedio esperable de 3586 kg/ha, permitiría a Brasil lograr una súper cosecha récord de 162,0 millones de toneladas (que comenzará a ingresar al mercado en enero del año que viene).
Desde la semana pasada los administradores de fondos de inversión agrícolas que operan en el mercado estadounidense CME Group (“Chicago”) comenzaron a instrumentar “apuestas” bajistas en soja, lo que implica que cualquier factor desfavorable en curso o por aparecer estará “potenciado” por el factor financiero.
En la Argentina la extensión del régimen especial del “dólar soja 4” ya no tiene efectividad alguna para compensar la cuasi liberación de precios que se está registrando de facto en el mercado a pesar de los esfuerzos emprendidos por el gobierno nacional.
El ministro Sergio Massa viene mostrando que no tiene voluntad para sincerar el tipo de cambio oficial, lo que significa que pretende mantener “planchado” el dólar oficial al menos hasta el próximo 10 de diciembre –cuando se produce el cambio de gobierno– para intentar evitar un descalabro macroeconómico incontrolable.
En tal escenario, mantener un volumen de soja “a fijar”, es decir, ya entregada y a la espera de determinar el precio para liquidar la operación de venta, representa un desafío sólo para corajudos.