La adopción del uso de productos bilógicos se ha vuelto una tendencia en la agricultura moderna y mucho ha tenido que ver con esto la creciente presión social para reducir los niveles de agroquímicos y para consumir alimentos más seguros. Al mismo tiempo que se abren las cabezas, tanto los especialistas como el productor empiezan a entender cómo en la propia naturaleza está la solución a los problemas del agro.
Si bien hoy las cosas para quienes apuestan por los productos biológicos son más favorables y el mercado se está creciendo rápido, hay quien viene incursionado en este nicho desde hace mucho tiempo. Es el caso del ingeniero agrónomo Juan Pablo Britcha, quien desde niño se aproximó a la biología criando lombrices, se convirtió en un experto en sus beneficios, y ya en 2012 fundó Agro Advance Technology, una empresa de bioinsumos que innovó en tratamientos para semillas de granos finos y gruesos combinando microorganismos como las bacterias azospirillums y pseudomonas.
“Nosotros generamos la conjunción de ambos microorganismo, y eso fue realmente un punch a la tecnología bastante interesante, en un momento muy pujante del agro. Las condiciones internacionales eran muy buenas y eso nos permitió crecer rápidamente, al punto que pudimos implementar nuestra planta en cinco años”, contó Britcha a Bichos de Campo.
Desde entonces, Agro Advance Technology cuenta con una planta en el Parque Industrial de Pilar, donde elaboran productos, que además de distribuirlos en el país, también se comercializan en el exterior. “Tenemos un laboratorio en el cual trabajamos con toda la normativa, dado que nosotros producimos también para el exterior. Tenemos nuestros reactores y contamos con un área de servicio para poder reproducir microorganismos”, detalló el agrónomo.
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A Britcha le gusta definirse como un “bichologo” en lugar de reconocerse como biólogo o cualquier otra terminología más formal. Quizás esto tenga que ver con que estaba en el colegio viene trabajando con lombrices. Con apenas 11 años hizo un curso en la Facultad de Agronomía para profundizar en la temática.
“Somos una combinación de la química, de la biotecnología, de la agronomía para conglomerar todo en un sistema y entender ese dinámica entre los microorganismo, desde el tubito de ensayo, hasta las manos del productor. Y creo que esa es la clave”, se presentó.
-¿Y cómo se trabaja en empresas de tu tipo? ¿Partís de una necesidad y vas buscando soluciones hasta resolverla? ¿O vas ensayando distintas cosas a ver si finalmente funcionan?
–Obviamente uno va teniendo estrategias en cuanto a qué buscar y dónde. Somos una pyme y hay que buscar siempre alternativas y generar disrupciones para poder penetrar en un mercado muy atomizado. Pero la diferencia está en poder generar innovación. Hay cosas muy simples que están a la vuelta de la esquina y que no se resuelven porque quizás no son mercados para los grandes. También puede pasar que no sean de interés para algunos pequeños o porque no tienen la infraestructura suficiente para desarrollarlos. Y después vas a ver que hay un efecto de copia cuando alguien saca algo distinto, eso pasa a nivel global. Creo que hay una tendencia que vino para quedarse, pero por supuesto es la primera generación en cuanto a biológicos, sobre todo en lo que es biocontrol.
En este sentido el agrónomo, habla de una segunda etapa donde las tecnologías informáticas tendrán un papel protagónico. “Se viene una segunda generación que va a trabajar en la bioinformática, la biotecnología más compleja, es decir la biomolecular. Hay cosas muy interesantes para desarrollar que van a tener la posibilidad de equipararse a un químico con una mejor performance y una mejor posibilidad en cuanto a contenido de residuos que pueda llegar a generar esa sustancia al ser orgánica”.
“Creo que ahí hay un camino enorme. Es una caja de pandora que estamos recién abriendo. que y generando nuevas tecnologías, nuevos productos que permitan que el agro pueda abastecer y generar el 70% más de alimento, que vamos a necesitar en 30 años”, apuntó Britcha.
-En definitiva, hablás de seguir manteniendo la productividad actual del usando biológicos. ¿Vos decís que el final es reemplazar a los químicos o que ambos convivan?
–Yo creo que vamos a convivir. Creo que las tecnologías se van a ir mejorando y de alguna manera se van ir equiparando. Yo creo que la línea en lo que es orgánico se va a mantener estable en el tiempo. Ahora la línea de los químicos empezó a caer, con una pendiente muy leve, pero los biológicos empezaron a ascender. En un momento van a convivir y es probable que se puedan lograr moléculas o biosimilares de las moléculas químicas que hay. Ya existe en el mercado y son productos que el productor conoce hace tiempo y los utiliza y son de síntesis biológica.
-¿En algún momento habrá un biológico capaz de reemplazar el glifosato?
–Es muy probable. Creo que es lo que nos falta dentro de la industria a nivel global, poder lograr llegar a eso y creo que hay posibilidad y está bastante cerca. Después podemos discutir si vamos a tener la capacidad instalada a nivel global para poder producir lo que el agro va a requerir, esa es otra discusión. Pero es muy probable que tecnológicamente hoy estamos muy cerca de poder lograr ese objetivo.
-¿Desde 2012 a la fecha, qué cosas te enorgullecen en esto de lanzar nuevos biológicos y productos?
-Yo me considero un juglar técnico. He ido de pueblo en pueblo, contando estas historias de los biológicos desde muy chico. Y el hecho de que hoy se esté hablando de biológicos, que no sea algo extraño, es un avance genial. Después he logrado productos sin precedentes en el mercado argentino, los he presentado en otros países y lo considero increíble.
-Dame un ejemplo…
-El caso de un cebo biológico para hormigas que es el único en su tipo en toda Latinoamérica. Es un controlador de hormigas a través de un hongo que lo que hace es que las va infectando, simula una pandemia y se van contagiando unas a otras, así que generas control. El hallazgo ha venido a resolver una problemática en la industria forestal que hoy tiene un talón de Aquiles, ya que empiezan a tener problemas con las certificadoras y esta es una alternativa. Estamos trabajando con forestales muy grandes tanto en Argentina como el exterior.
El cuento de este “juglar” tiene más contenido, porque ha escrito un extenso capitulo como asesor. No ha abandonado sus primeros ensayos con lombrices, aunque reconoce que no es el momento para dedicarle mucho tiempo.
“He fundado con otras empresas la CABI, la Cámara de Bioinsumos. He sido miembro del comité asesor del gobierno para instalar el uso de los bioinsumos como política de Estado. Soy alguien a quien consultan en este rubro hace ya más de 20 años. Hoy he logrado de alguna manera que se tome en cuenta lo que uno plantea con respecto a los biológicos porque la cuestión es entender que tenemos un gran potencial como país en la generación de productos biológicos para el mundo”, aseguró.