Ya es historia conocida: Vicentin se declaró en default y dejó un muerto sin pagar de más de 1.300 millones de dólares a principios de diciembre de 2019. También dejó de operar en el comercio exterior de granos y subproductos, del que había acaparado casi el 10% de los embarques totales. ¿Pero que sucedió después? La estadística oficial sobre el comercio agrícola del primer semestre de 2020 muestra que, ya sin ese importante jugador dentro de la cancha, el partido siguió jugándose sin grandes traumas y que el resto de las cerealeras se repartieron la pelota como si nada hubiera pasado.
Vicentín llegó a exportar en 2019 hasta su cierre casi 7 millones de toneladas, entre granos, aceites y harinas. Pero en el primer semestre de ese año sus ventas fueron -de acuerdo con los números del Ministerio de Agricultura-, de 4,33 millones de toneladas, orillando el 10% de los embarques agrícolas totales en ese lapso. Entre enero y junio de 2020, luego de su default, el gobierno solo contabiliza a favor de esa empresa un embarque por 40 mil toneladas de maíz. Es el 1% de lo que había exportado un año antes. Nada. Desapareció del mapa.
¿Qué pasó entonces con semejante volumen de embarques? Se exportó igual y lo absorbieron sin mayor conflicto el resto de las firmas que operan en ese sector, la mayoría de ellas multinacionales. Como ya se sabe, la industria aceitera posee una muy elevada capacidad ociosa para procesar soja (uno de los fuertes de Vicentin). Pero además, el lote de diez principales empresas dispone de más de 20 terminales portuarias ubicadas sobre la Hidrovía.
Vicentin formaba parte el año pasado de ese lote de diez empresas que usualmente manejaban el grueso de la torta (un 70% de los envíos de granos, 80% de los de harina y 60% de los de aceite). Las 4,3 millones de toneladas de esos tres productos que manejó el primer semestre del año pasado no desaparecieron, porque incluso el volumen de exportaciones de las líderes creció en 2,5 millones de toneladas este primer semestre de 2020, pasando de 43,1 a 45,7 millones.
Bichos de Campo construyó este cuadro en base a los datos oficiales:
Queda claro, en función de estos datos, que la mayor parte de las empresas aprovecharon la salida de la aceitera santafesina del mercado. Solo una de ellas exportó en los seis primeros meses de este año menos volumen que en el primer semestre de 2019. Y se trata de otra empresa nacional, como Vicentin. La cordobesa Aceitera General Deheza (AGD) redujo sus embarques de 4,4 a 4,1 millones de toneladas, en unas 300 mil toneladas.
En consecuencia, es obvio que a partir de la caída de Vicentin y este pequeño retroceso de AGD se amplificó la predominancia de empresas extranjeras en el negocio. Era algo que el gobierno nacional decía querer evitar cuando iba detrás de la intervención/expropiación de la empresa con sede en Avellaneda, en el norte santafesino.
Todas las demás sacaron provecho de la salida de la cancha de dicha firma. La que capturó el mayor número de negocios fue Glencore, su socia en el emprendimiento Renova, la planta de molienda de soja más grande del mundo. Los embarques de esa firma crecieron de 3,3 a 4,8 millones de toneladas entre ambos semestres. Con ese volumen, la ex Oleaginosa Moreno se ubica ya como la cuarta exportadora.
La estadounidense Cargill y la china Cofco, que desde hace años se pelean por el liderazgo del mercado, también sacaron provecho de la mancada de Vicentin. En el primer caso, incrementó sus embarques en 700 mil toneladas. Los chinos, mientras tanto, crecieron en 1,2 millones. Y otro de los grandes que sacó provecho fue Bunge, que incrementó sus envíos en el primer semestre en 1 millón de toneladas.
En este listado incluimos a YPF Agro, pese a que está muy lejos de pertenecer al lote de las diez líderes. Se trata de la empresa mixta sobre la cual el gobierno iba a ponerle muchas fichas en el operativo salvataje de Vicentin, ahora abortado. En 2019 exportó algo más de 1 millón de toneladas, el 1% del total. Pero comparando ambos semestres se mantuvo casi sin alteraciones, en poco más de 500 mil toneladas en cada lapso. Es decir, no incrementó su participación a pesar de la deserción de la empresa que aspiraba complementar.