Bernardo Socias tiene poco más de 40 años y la mitad de su vida la pasó sobre una pasarela o frente a un atril subastando hacienda.
Nació en Daireaux, un pueblo agrícola ganadero del centro oeste de Buenos Aires, pero curiosamente no viene del palo. Su familia no tiene raíces pecuarias, sin embargo, desde chico supo que rematar ganado vacuno era lo suyo.
“Yo iba al secundario y miraba lo que hacían los rematadores con experiencia y me encantaba. Cuando terminé me vine a Buenos Aires y en el 97’ empecé a trabajar en una firma consignataria en el viejo Mercado de Liniers”, contó Socias en una charla con Bichos de Campo.
Aquellas eran las épocas de la convertibilidad menemista, en las que la hacienda se vendía por centavos de peso. “El novillo costaba 50 centavos (por kilo vivo) y las mejoras eran de a centésimos”, contó el martillero.
Sus primeros pasos los dio en la firma Monasterio Tattersall, conducida hoy por Alfonso Monasterio, quien fue uno de los que lideró el traslado del Mercado de Liniers a Cañuelas. Su papá, conocido como Cukky, fue quien inició a Bernardo en esta carrera. “Me hizo dar los primeros pasos”, recordó.
“Me hice martillero porque es una pasión. No puedo explicar lo que uno siente al momento de pujar por un lote, de tratar de defender lo máximo posible el trabajo del productor, que lo pone en tus manos”, señaló a continuación.
En los años que lleva en esta profesión, Socias contó con el apoyo de sus afectos primarios, así como de varios de los que fueron confiando en su trabajo.
“Mi familia me apoyó mucho, pero no es de origen agropecuario. Mi abuela materna está relacionada con el sector y tengo un tío abuelo al que le gustaba todo esto. Además de contar con ellos tuve varios maestros durante mi carrera. Ojalá haya aprendido un 5% de todos los que anduve al lado”, reconoció.
Luego de pasar por otras firmas y desarrollarse también en la venta de invernada y cría, recaló en la consignataria Jáuregui Lorda. De esa forma se pudo asentar en el Litoral, para desarrollar una nueva frontera ganadera en esa empresa, y también el más importante de sus emprendimientos: su propia familia.
Sucede que su esposa es de Concordia, así que acordó con la familia Jáuregui Lorda hacer base en una zona que no tenía explotada, para que la crianza de sus hijos fuera cerca de abuelos, primos y tíos.
“En julio del año pasado dimos el primer remate en Concordia, el primero de la empresa fuera de la provincia de Buenos Aires. La verdad es que para nosotros es un orgullo, un placer, poder representarlos y trabajar con ellos”, sostuvo.
Socias además se refirió a cómo ve a la ganadería: “La producción fue muy bastardeada en su momento. El que tenía vacas era un loco y la agricultura se llevaba todo puesto. El otro día escuché a un amigo, Roberto Mondino, que decía que el criador hoy entra a cualquier lado con el pecho inflado. Tanto sacrificio, tanto esfuerzo rindió sus frutos y la ganadería está en el momento en que debería estar desde hace mucho tiempo”.
En tal sentido, destacó: “Hoy en números, la realidad de la ganadería de cría y del engorde son buenos. En las épocas malas, una vaca valía menos que un par de zapatillas. Hoy se pueden comprar unos cuantos”.