El fiscal rosarino Miguel Salvador Moreno, quien está convencido, en función de las pruebas recolectadas en las últimas semanas, que el directorio de Vicentin SAIC cometió fraude, asegura que los balances de la compañía estaban inflados porque se computaban granos entregados a fijar (pasivo) como propios (activo), de manera tal que los números de la empresa mostraban una solidez que no era tal.
La pregunta que muchos se hacen es cómo es posible que en los diferentes órdenes de la súper estructura del Estado argentino no haya “saltado” ninguna alerta temprana de tal accionar. La respuesta es muy sencilla: porque las transacciones físicas en el mercado de granos argentino no tienen regulación alguna; funcionan en base a la mera confianza entre las partes.
No sucede lo mismo con las firmas que se dedican al corretaje de granos, las cuales están reguladas por estrictas disposiciones diseñadas por la Comisión Nacional de Valores (CNV), la Unidad de Información Financiera (UIF) y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. En lo que respecta a la operatoria con futuros y opciones, cuentan además con la regulación interna instrumentada por el Matba Rofex.
Tales regulaciones, tanto de orden público como privado, garantizan que el corredor de granos no pueda disponer nunca de lo que no le pertenece sin la anuencia expresa del dueño de ese bien.
Lo mismo ocurre en el mercado bursátil con los títulos y acciones depositadas en Caja de Valores (CVSA): están allí a nombre del titular de los mismos. Nadie puede disponer de esos activos sin la autorización de su propietario y, cada vez que se realiza un movimiento de los mismos, CVSA envía automáticamente un correo con la notificación de lo realizado.
“No soy nada afecto al exceso regulatorio, pero, gracias al mismo, los productores agrícolas o inversores cuentan con una garantía cierta al momento de comercializar su producción o realizar una inversión bursátil por medio de un corredor”, explicó hoy a Bichos de Campo, Ricardo Baccarin, corredor de granos. Vicepresidente de Panagrícola S.A.
“Pero el mercado de operaciones físicas de granos no cuenta con regulaciones tan estrictas como las que rigen en el correjate de futuros de granos, de manera tal que, más allá de la confianza existente entre las partes, no existe garantía de lo que sucede con la mercadería física una vez recepcionada por un operador”, advirtió.
Baccarin señaló que los productores agrícolas no deberían estar a merced de agentes comerciales que se “fondean” con su mercadería. Y que para evitar problemas, como el ocurrido con Vicentin SAIC, sería necesario regular la recepción de mercadería física, de manera tal de asegurar, en un marco de transparencia, la no realización de negocios sin autorización del propietario de los granos.
“Considero tan repudiable vender bonos o acciones de un comitente sin su autorización como reventar soja guardada en un silo para realizar inversiones por cuenta del comprador de la mercadería sin el consentimiento del propietario de la misma”, remarcó.
“El sistema comercial granario –posiblemente uno de los más sólidos presentes en el mercado argentino– está sustentado en la confianza y eso hace, precisamente, que algunos se aprovechen de esa circunstancia para montar esquemas que pueden terminar perjudicando a una gran cantidad de empresarios agrícolas”, concluyó Baccarin.