Este año la Asociación de Criadores de Caballos Criollos alcanzó sus 100 años de vida, y para Cecilia Fernández Gotti formar parte de esa celebración fue algo casi impensado. Oriunda de Río Gallegos, en Santa Cruz, el amor por esa raza siempre estuvo presente en ella y en su familia, al punto tal de que en 2015 decidieron dar el gran paso de abrir una cabaña.
“Nosotros queríamos caballos porque nos gustan mucho, principalmente el Criollo. En 2015 ya teníamos algunos caballos que nos habían regalados unos amigos, que nos fomentaban a criarlos. Así fue que arrancamos con la cabaña “Entre Amigo”, en la zona de Fuentes del Coyle al sur de la provincia”, contó Gotti a Bichos de Campo.
El primer empujón vino de la mano de Francisco, un amigo de la familia que les regaló un padrillo. Juntos a las yeguas que Gotti ya tenía lograron dar con el primer rodeo de la cabaña, al que tiempo después le sumaron genética de otras partes del país. Con el paso de los años llegaron al número redondo de 20 yeguas y 2 padrillos propios, uno de los cuales es entrenado por el hijo de Cecilia para realizar pruebas funcionales.
“Le pusimos Entre Amigo de entrar. Con mi marido y mis cuatro hijos la disfrutamos un montón y hacemos muchas actividades. Ahora de hecho tenemos la exposición en la Sociedad Rural de Calafate y también en Río Gallegos. Vamos sumando”, afirmó contenta la productora.
Pero lo cierto es que administrar una cabaña no es tarea sencilla, y menos lo es hacerlo en una región tan austral del territorio, que en efecto los convirtió en una de las cabañas equinas de esa raza más sureñas del país.
“No es fácil criar allá por un montón de factores. Estamos muy lejos de todo. Hoy por hoy el factor climático es el más complicado. No solo hay nieve sino que aparte hay una sequía importante como la hay en el resto del país. No somos ajenos a eso. Y si bien el caballo es sumamente rústico y se adapta a esos climas, buscando con sus manos hasta encontrar pasto, muchas veces tenemos que darles un poco de ayuda con algunos fardos de pasto y alimento”, reconoció Gotti.
-¿Reconocés otras dificultades en el negocio?- Le preguntamos a la criadora.
-En realidad uno no lo ve como negocio, porque lo hace por pasión. Mi hijo Ceferino, por ejemplo, aprendió a domar y a cuidarlos a los 13 años. Le damos participación a nuestros hijos, a los muchachos que trabajan con nosotros. Es un caballo que fuimos adaptando inclusive para el trabajo. Se lo usa mucho para eso y es sumamente versátil.
-Quizás las dificultades tienen más que ver con cuidarlos y hacerse el tiempo.
-Sí. Nosotros tenemos que cuidar para una exposición y eso es complicado porque lleva muchísimo más tiempo el tenerlos tapados. También lo tenés al clima que viene con calorcito y de golpe frío, y los caballos sintieron eso y les cambia el pelo por ejemplo. Cuesta un montón todo eso pero es parte del cuento.
-¿Cierran las cuentas si uno hace esta actividad sin pensar en el rédito económico, es decir hacerlo simplemente porque a uno le gusta? Pensando es que es costoso mantener a un caballo.
-Sí, es costoso. Y si te digo que si cierran las cuentas no tengo idea, no la quiero sacar. Es una pasión y un hobby. Uno trata de mantener una lógica de la cría, pero bueno.
-¿Qué proyectás a futuro con la cabaña?
-Hacemos esto para compartir con la familia y con amigos, y esperamos poderlos seguir disfrutando. No sé cómo explicar lo que se siente cuando uno ve el caballo de uno, incluso al ajeno. Uno disfruta realmente el verlo en una exposición, en una prueba.
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esta señora con una cabaña de 8 años se anima a hablar al periodismo ? es una irrespetuosa de lo que significa ser criador, para la raza, para la gente que hace genética en serio. llámate a silencio . te falta recorrer un largo trecho
El desubicado me parece que sos vos chamigo..
Ubicate antes de hablar.
Y deja que la señora opine no dijo nada malo..
Solo respondio lo que le preguntaron…