Está llegando al final el gobierno de Mauricio Macri que se inició a fines de 2015. Desde allí la Argentina convivió con una serie de inundaciones y sequías que pusieron en jaque a muchos productores y también a la economía en general. En ese contexto, estuvo siempre en discusión el recurrente tema de que el país no cuenta con un sistema eficiente de ayuda al sector productivo frente a este tipo de contingencias climáticas, cada vez más frecuentes.
Llegó la cosecha récord 2018/19 y toda esa discusión volvió a quedar en segundo plano, pues la política siempre se las ingenia para que nunca parezca urgente lo que resulta verdaderamente importante. Como la emergencia climática pasó, ya no se discute tanto como antes la necesidad de contar con un seguro multirriesgo o en su defecto con la cobertura por índices que prometió implementar el propio gobierno, al menos como experiencia piloto.
Pero está llegando a su fin este periodo de gobierno y el problema persiste: la Argentina no cuenta con un sistema efectivo para permitir a sus productores seguir en carrera si los agarra una sequía feroz o una inundación de esas que todo lo tapan.
Carlos Comas, gerente de riesgo agropecuario de La Segunda, es una voz autorizada para hablar de estos asuntos y comenzar a ensayar una evaluación de lo que sucedió hasta aquí. Su compañía es una de las de mayor inserción en el sector (emite el 25% de las agro-pólizas) y tiene una larga historia, ya que nación en 1933 de la mano de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).
Mirá la entrevista con Carlos Comas:
El balance del especialista, tras una nueva gestión de gobierno, es bastante decepcionante. “Por ahora no se llegó a hacer ningún tipo de producto, ninguna cobertura, sobre todo con los riesgos sistémicos, como es una inundación o sequía. Ahí lo único que puede actuar es la Ley de Emergencia, que es muy poco paliativa”, se sinceró Comas respecto de los resultados de la Mesa de Riesgo Agropecuario armada en el ámbito del Ministerio de Agricultura.
Pero las compañías especializadas (son 25 las que tienen trato con el sector agropecuarios sobre un universo de más de 180 aseguradoras) insisten en que la Argentina no debe demorar más tiempo el diseño de una herramienta que le permita hacer frente a estos eventos sistémicos. “El seguro es un resarcimiento económico. Nosotros estamos tratando de que se puedan realizar coberturas con un seguro catastrófico, donde el Estado pueda participar con una capa y a partir de ahí construir una cobertura” más sofisticada.
-¿Y cómo funcionaría este tipo de seguro para catástrofes cuando se desata una sequía o una inundación?
-Lo único que uno de entrada debería cubrir son los costos. Para los productores esto sería muy bueno porque cuando actúa un riesgo sistémico afecta a muchísimos productores y se pierde mucho, o sea que tener los costos cubiertos para la otra campaña va a ser buenísimo. Esto está en funcionamiento en muchos países. Nosotros deberíamos arrancar por eso- contestó Comas.
Ver Hugo Rossi: “Nos tocó el triste récord de declarar 95 situaciones de Emergencia Agropecuaria”
Claro que la discusión llega siempre al mismo límite: ningún seguro de esta envergadura puede funcionar si el Estado no destina parte de su presupuesto a disminuir el costo del sistema para el productor. En rigor, según el gerente de La Segunda, en el 90% de los casos en el mundo intervienen de alguna manera los gobiernos. Solo 10% de los seguros agrícolas se hacen enteramente entre privados.
“En estos casos, el Estado funciona como agregador, logra una dispersión, y con eso uno pude bajar la tasa. A partir de ahí en forma privada cada productor puede tener la opción de incrementar los niveles de aseguramiento”, explicó el especialista.
Para tratar de cerrar la cerrada negativa de las autoridades nacionales a invertir dinero en este tipo de coberturas (siempre la excusa es el déficit fiscal), la cámara de aseguradoras ya propuso a la Provincia de Santa Fe hace un ensayo. La propuesta etsá bajo análisis y, según Comas, “ha sido muy bien vista, pero hay que esperar que se ponga en funcionamiento con alguna partida o fondo para darle impulso”.
Dos fortalezas de este tipo de políticas de cobertura básica son que se pueden segmentar para una determinada región o según la escala de productores. También que no requiere de un costoso sistema de inspecciones, ya que “creemos que la Ley de Emergencia debe ir pegada a este seguro catastrófico, porque cuando se declara la Emergencia una región que sufrió una sequía o inundación, ya actúa automáticamente el seguro”, indicó el experto.
Mientras tanto, mientras los sucesivos gobiernos no decidan dar prioridad a este tipo de herramientas, en la Argentina seguirá existiendo casi como única opción el riesgo contra granizo, que explica el 99% de las coberturas vigentes, con 50% de las áreas de agricultura extensivas aseguradas.
Tampoco prosperarán otras opciones, que Comas conoce al dedillo pues se ofrecen al productor en otros lugares del mundo, como los Seguros Índice, en los que a partir de datos se puede estimar la pérdida de rendimientos. O los seguros de lluvia, que dispara una indemnización inmediata al productor si llegara a llover menos de lo que éste necesitaba. Mucho menos los seguros de ingreso o hasta de márgen bruto que existen en países como Canadá, donde los productores llegan a asegurarse un margen de ganancia.
“En la Argentina, en seguros agropecuarios solo se puede asegurar cantidad, no el precio, porque para eso están las bolsas de comercio. Acá no está regulado todavía”, nos aclara Comas. Pero que existe, existe.
-Lo que parece claro es que sin el Estado como socios no vamos a avanzar o todo será muy lento…
-Es fundamental que el Estado esté presente. Si queremos ser el supermercado del mundo le tenemos que dar estabilidad al sistema productivo. y eso te lo da el seguro.