Si te preguntabas qué es lo primero que hay que tener en cuenta para trabajar en el área forestal, te respondemos: paciencia. Eso es lo que cuenta Silvana Monteverde, genetista e investigadora forestal de la Estación Experimental del INTA Delta. Es más que entendible, pues un nuevo material forestal puede tardar hasta 15 años en salir al mercado y estar disponible para los forestadores.
“Empezar con un trabajo de cruzamiento controlado, pasando por la elección de padres y madres que nos den un material con las características deseadas, hasta que uno pueda incorporarlo al mercado y llegue a mano de los productores, puede llevarte hasta 15 años, por lo que requiere un trabajo minucioso y mucho tiempo”, comenta Monteverde sobre su propio trabajo. Paciencia.
Mirá lo que nos decía Silvana Monteverde:
Monteverde dice que su trabajo en la experimental del INTA, que está recostada sobre el río Paraná de las Palmas, es “variado, según la época del año. En invierno tenemos más trabajo en invernáculos, en donde hacemos los cruzamientos controlados, porque en ese período los árboles no crecen y entran en período de reposo. También hacemos mediciones de ensayos e instalación de nuevos materiales, y luego tenemos el trabajo de oficina en donde procesamos la información, tratamos de escribir informes técnicos para llegar a los productores, participando con ellos de modo activo”.
Monteverde, que es especializa en la familia de plantas salicáceas, sobre todo en álamos, trabaja en la EEA Delta desde hace 8 años, y relata que comenzó el objetivo central de su trabajo es “obtener materiales pensando en el uso sólido de alto valor”. Para eso, va cruzando
Para ello, hace múltiples cruzamientos controlados de variedades preexistentes. Se trata de “un proceso súper delicado y detallista. Hay que tener en cuenta que el polen del padre no se mezcle con el de la madre; además, las semillas son muy chicas. Desde el crecimiento de estas hasta que podés llevarlas al campo, y luego ver los resultados, los productores ven tu trabajo todo el tiempo. Entonces el regocijo es diario. Obvio que el broche es poder entregarlo al mercado y contar con mayor variabilidad y materiales de mejor calidad para que la forestación adquiera más empuje en el país”.
Llegar a esta experimental significó para Silvana un gran aprendizaje. “Yo soy de Entre Ríos y venía de trabajar en un programa de mejoramiento en pasturas. Silvia Cortizo, con quien trabajo, fue quien me ayudó a formarme. Y junto con mis compañeros adquirí herramientas, pero también te ayudan los productores y las prácticas a campo día a día”, relató la investigadora.