Aníbal Colombo es ingeniero civil y tiene una vasta experiencia en el estudio de suelos y en la construcción de grandes obras, especialmente de canales de drenaje, excavaciones y represas.
Las palabras de Manuel Belgrano que lo guían son que “la agricultura es la única fuente absoluta e independiente de riqueza y es el verdadero destino del hombre; es sin duda el primer arte, el más útil”.
Así, luego de cincuenta años dedicado a la recuperación de campos en el país, empezó a darle forma a una idea: convertir zonas desérticas de nuestro país en tierras aptas para la producción agropecuaria. Según sus palabras, se trata de un proyecto generador y multiplicador de riqueza ya que, a la mejora de los suelos, se le sumarán grandes obras civiles que serán fuente de trabajo y generarán arraigo en los territorios.
Ahora bien, las zonas a las que apunta Colombo son el Impenetrable chaqueño y la estepa patagónica, dos ecosistemas muy distintos, pero ambos frágiles ambientalmente, a la vez que muy importantes por los servicios ecosistémicos que brindan, la biodiversidad que albergan y el valor cultural que poseen.
“Las represas de llanura son grandes retenciones de agua en forma de herradura, efectuadas con un acordonado de suelo del lugar que permite la entrada de agua por el retrovertedero hasta su llenado, con pérdida velocidad y por tanto capacidad de erosión, para seguir luego su curso por el natural del terreno hasta la próxima represa y prosiguiendo así hasta donde el proyecto lo indique”, explica Colombo.
“Se utiliza solamente el agua de grandes lluvias que corre libremente de oeste a este en el campo y no se interfiere con cursos de arroyos o ríos naturales. Este sistema utiliza las grandes lluvias para formar humedales que también permiten la generación de napas; son cuñas que aprovechan la pendiente natural del terreno y se trata de no superar los 3 metros en la parte más profunda de la cabecera”.
-Usted menciona que esto implica la construcción de represas de tierra de bajo costo generando espejos de agua y recarga de acuíferos para incrementar las reservas mundiales de agua dulce. ¿Cómo se realizan?
-La recarga de acuífero se verifica por percolación natural del agua acumulada en la represa que depende de la calidad del suelo que tenga el lugar elegido y que se puede corregir mediante adición de arcillas expansivas. El dimensionamiento, ubicación, y construcción de las represas requiere de tecnologías adecuadas como aerofotogrametría Lidar con avión o drones para la ubicación de corridas y pendientes, además de la maquinaria adecuada para realizar la obra y la fijación del nivel de los retrovertederos.
-¿Cómo se relaciona esto con la idea de evitar que el agua dulce se escurra al mar?
-Las represas utilizadas deben de tener una capacidad suficiente en cada encadenado para anular o disminuir el escurrimiento del agua al río que la lleva al mar, o al mar directamente en el caso de la zona patagónica. La red de represas debe cumplir con este requisito. Se requieren 5.800 represas de 300 hectáreas de superficie cada una para controlar el agua que corre libremente en el Impenetrable. Faltan las que corresponden a los Bajos Submeridionales del Chaco, Santiago del Estero y norte de Santa Fe que conforman un total de 10.6 millones de hectáreas inundables, para los excedentes no retenidos en el área citada.
-¿Por qué piensa en el Impenetrable y en la estepa patagónica para este proyecto?
-Por ser las zonas más despobladas y atrasadas técnicamente, que desde hace un siglo no han recibido infraestructura para desarrollarse con sus escasos habitantes y que no generan riqueza en un país donde aún se vive mal con lo producido en la pampa húmeda, el petróleo y gas, la minería metalífera y ahora la explotación del litio, a lo que hay que sumarle la pesca en nuestra extensa plataforma continental.
-¿Cuál es el sentido de semejante iniciativa?
-En 1910, éramos la quinta potencia económica mundial produciendo 10 millones de toneladas de cereales con solamente 8 millones de personas de población; hoy somos 45 millones de habitantes con 120 millones de toneladas producidas gracias a tecnologías nuevas y de avanzada… pero que no alcanzan para toda la ciudadanía. Hoy día la producción de cereales debe ser superior a los 350 millones de toneladas así como el stock ganadero superior a 100-120 millones de cabezas si pretendemos ser el supermercado del mundo con el desarrollo bio-agroindustrial requerido.
-¿Este avance de la frontera agropecuaria no pone en peligro a estos ecosistemas?
-Por supuesto que hay que cuidarlos y desarrollarlos en la misma proporción, teniendo en cuenta a las personas de esas latitudes para acompañar en el proceso, ayudando técnicamente y con educación especializada. Recordemos a Juan B. Alberdi que decía: “Hay que educar, pero no para cualquier cosa que no sea para tener gente buena y saber sacarle a la tierra el objeto de su riqueza”. Con este sistema meticulosamente planeado y controlado se podrá tener los suelos más cuidados y con aguas de mejor calidad que las actuales en muchas regiones.
-¿Cómo imagina el uso de agroquímicos en esa zona?
-Hoy se está generando la conciencia de utilizar bioagricultura y agricultura regenerativa que obligarán a cambiar el enfoque actual. Por otra parte, para volver a tener la nación poderosa de 1910 actualizada, debemos generar nosotros los bonos verdes, empleando un desarrollo que limite o equilibre la producción de CO2 y metano. Con respecto a los habitantes trabajadores de las dos zonas, se los deberá cuidar como al medio de ejercer fuerte presión geopolítica y control de fronteras, para evitar los muchos males que hoy asolan vastas zonas del norte y del sur, como consecuencia de su despoblamiento y pobreza.
-¿Qué ocurriría con los bosques nativos?
-El desmonte ya no se podrá realizar libremente con volteo a cadena y posterior rozado. Estamos proponiendo el ordenamiento del monte autóctono con reserva de ejemplares valiosos y el fachinal convertido en chips para calefacción en invierno y cocinas económicas, además de otros destinos que se les puedan dar. Con respecto al tema de residuos, deberán ser reciclados en los centros logísticos de cada zona para no crear basurales y con el objeto de abastecer fábricas de plásticos, celulosa y vidrio y aprovechar la materia orgánica para la agricultura regenerativa.
-Hoy se habla mucho de la importancia de las abejas para la vida y hay preocupación porque están amenazadas. ¿Cómo repercutiría todo esto?
-Desde ya que se tiene en cuenta esto también. Las abejas dispondrán del mismo monte natural y sus especies claves en los oquedales logrados mediante la limpieza de los fachinales improductivos. La utilización de agroquímicos indiscriminadamente y sin control, deberá ser penalizado por las autoridades de control y se debe asegurar la rotación de cultivos. El cuatrerismo y la sanidad animal deben de contar con legislaciones muy estrictas.
-Usted menciona la importancia de reforestar. ¿Cómo sería?
-Hay que reforestar con especies no autóctonas en zonas como los Bajos Submeridionales santafesinos de aproximadamente 4 millones de hectáreas en compensación por los desmontes de los fachinales del Impenetrable. Utilizando especies variadas elegidas por ingenieros forestales y biólogos se logrará mantener la fauna e incluso se mejorarán las condiciones de estas pampas altamente despobladas, que hoy subsisten con la producción de terneros para los campos de engorde del centro y sur de Santa Fe.
-¿Qué otros temas complementarían este proyecto?
-Medios de transporte económicos para el productor del país profundo, como serán los ríos navegables mediante esclusado como el Negro o el Bermejo convertido en un canal paralelo para no alterar su importante biosfera. También el Salado de Norte, el Salado del Sur, la salida mediante canal navegable multipropósito del río Quinto al Paraná y el Santa Cruz con represas para riego (y no producción de electricidad). Así podremos poner en producción las tres mesopotamias no reconocidas como tales, que son las formadas por el sistema Pilcomayo-Bermejo, el Salado del norte y el Dulce, y finalmente el sistema Colorado-Negro que, según un estudio realizado en la década del 50, solo este último podría producir alimentos para 300 millones de personas. Otra cuestión es generar la energía necesaria para poder llegar a la industrialización total de nuestra materia prima, que le correspondería a la ejecución de la represa del Paraná Medio y con la cual, según dicen expertos, se cubrirá el 50 % de la energía hoy generada.
-Usted destaca también la importancia de la Antártida…
-Así es. Debemos recordar el rol de los puertos patagónicos que conforman las zonas de logística para los barcos que vayan a la Antártida en el futuro cercano, ya que tenemos la autopista más corta del mundo para llegar: 1000 kilómetros contra 3.000 desde Sudáfrica y 2.000 desde Nueva Zelanda. Hay mucho más para desarrollar en referencia a la generación de energía para industrias en la costa patagónica, sin requerir represas hidroeléctricas que tienen intereses contrapuestos con el riego para la generación de riqueza.
-¿Qué comentarios ha recibido sobre su idea?
-A través de los 30 años que llevo tratando de transmitir la forma en que Argentina puede ser una nación poderosa nuevamente, he logrado despertar la curiosidad en mucha gente a lo largo de charlas y conferencias, que han servido para perforar la capa de incredulidad de algunos personajes de mente esclarecida. He logrado que el Centro Argentino de Ingenieros y la Ubatec se interesen y se diera comienzo a una serie de reuniones para debatir el tema del que hablamos. Y hasta he tenido la satisfacción de que un escritor publicase una novela tomando esta idea como parte del argumento.
-Pero todavía hay que dar el paso en el terreno…
-Es posible que el temor a un futuro muy incierto como el que afrontamos haga cambiar la mirada de la ciudadanía. Lo concreto es que hoy hay que producir alimentos para 1.800 millones de personas más que en el año 2000, por eso creo que para la Argentina, la salida es la ampliación de la bioagroindustria.