La mayoría de los diez puntos del Pacto de Mayo firmado el lunes a medianoche, en las vísperas del día de la Independencia, por el presidente Javier Milei y 18 gobernadores, se refieren a cuestiones que son de mucho interés y están presentes en al agenda de reclamos históricos y cotidianos de los productores argentinos, por lo que es obvio que la “movida política” no debiera pasar desapercibida para el sector agropecuario.
Claro que se deben cumplir ahora dos condiciones: que haya un trabajo consensuado para lograr encaminar la política hacia esos objetivos, por un lado, y que alguien traduzca el texto escrito para que nadie lo cambie. Es que la tipografía elegida para dejar plasmado ese pacto es realmente arcaica y muchas veces ininteligible.
La tipografía usada en el original del texto sería la llamada American Scribe. Es la letra manuscrita de Timothy Matlack, quien plasmó la versión más conocida de la declaración de independencia de los Estados Unidos.
La mayoría de los puntos allí escritos se vinculan al histórico reclamo agropecuario para que haya mejores condiciones para trabajar en el país, con menor presión fiscal sobre las empresas privadas, sin trabas a la exportación ni intervenciones oficiales sobre el comercio, etcétera. De los diez puntos del ilegible Pacto de Mayo. la inmensa mayoría van en ese sentido.
Por caso el Pacto propone: La inviolabilidad de la propiedad privada; el equilibrio fiscal innegociable; la reducción del gasto público a niveles históricos; una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva y simplifique la vida de los argentinos promueva el comercio; el compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país; una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal; la rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual que padecen las provincias; la apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser protagonista del mercado global.
Quizás más alejadas de la agenda agropecuaria están otros tópicos, que no dejan de ser igualmente o más importantes: El gobierno nacional y las provincias se comprometieron a trabajar también en pos de una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar; una reforma previsional que le dé sostenibilidad al sistema y respete a quienes aportaron.
Nadie puede asegurar que este texto no quede, como tantas otras veces en la historia, solo en promesas. La puesta en escena del gobierno de Javier Milei aglutinó a buena parte del arco político del país, pero dejó afuera a otra parte igualmente significativa. La historia de nunca acabar. ¿Garantía de un nuevo fracaso?
Milei agradeció a los 18 gobernadores, dos ex presidentes, legisladores y representantes sectoriales del exclusivo Grupo de los 6 (por el campo solo estuvo la Sociedad Rural y no fueron invitadas el resto de las entidades de la Mesa de Enlace) que concurrieron anoche a la Casa Histórica de Tucumán para firmar el ilegible Pacto de Mayo. El Presidente calificó como “un acto de grandeza” y de “amor a la patria” esa presencia, en contraste con los dirigentes políticos, sociales y sindicales que no asistieron por “anteponer sus anteojeras ideológicas” o por “obstinación en no querer ceder los privilegios” del viejo orden.
Lo mismo dirán los que no fueron: calificarán su resistencia como una acto de amor a la Patria y dirán que el acuerdo de Milei y parte de la casta política es en realidad una consolidación del sistema político y económico que condena a los argentinos -entre ellos a los productores.- a la pobreza,.
Milei insistió y en su discurso aseguró que el Pacto de Mayo “es sin duda el símbolo de un cambio de época”. Prometió que “no rechazaremos a nadie que quiera aportar a la construcción del cambio”, sin importar de qué partido provenga.
Los que no asistieron cuentan ahora las horas que restan para que el Presidente monte en un nuevo ataque de cólera, se enoje con lo que les discuten el rumbo, e insulte a diestra y siniestra a quienes no comulgan con todas sus ideas.
La historia de nunca acabar, y además ahora escrita en una letra casi ilegible.
Por lo pronto, firmaron el Pacto de Mayo los gobernadores Jorge Macri (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Leandro Zdero (Chaco), Ignacio Torres (Chubut), Martín Llaryora (Córdoba), Gustavo Valdés (Corrientes), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Carlos Sadir (Jujuy), Alfredo Cornejo (Mendoza), Hugo Passalacqua (Misiones), Rolando Figueroa (Neuquén), Alberto Weretilneck (Río Negro), Gustavo Sáenz (Salta), Marcelo Orrego (San Juan), Claudio Poggi (San Luis), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero).
Asistieron los ex Presidentes Mauricio Macri y Adolfo Rodrígez Saá. También estuvieron presentes los Ministros: Luis Caputo (Economía), Mariano Cúneo Libarona (Justicia), Sandra Pettovello (Capital Humano), Mario Russo (Salud), Luis Petri (Defensa), Patricia Bullrich (Seguridad) y Federico Sturzenegger (Desregulación y Transformación del Estado).
Los que faltan son los otros, los “zurdos” a los que se debe “aplastar como a cucarachas”.
Veremos a qué conduce esta historia. Primero hay que entender la letra.
Esto es un cago de risa. Mayo es julio y el pacto es acta… Boleto picado. Fin.