Me escribe un léctor: ¿Que tal Matías? Tal vez vos tenés una maneja mejor que la mía de decir que los créditos en el Banco Nación si tenés 2 kilos de soja son mucho más caros los intereses y en otros momentos ni te lo daban. No es justo, yo soy principalmente contratista y alquilo 40 hectáreas y necesito un tractor nuevo y no me es fácil comprarlo”.
Le respondí que ya hemos contado diez veces, o cien, o acaso mil: que es de una discrecionalidad feroz y de un osado autoritarismo establecer tasas de interés diferentes, y desde la Banca Pública, para quienes mantengan en su poder, como simple estrategia comercial o por la naturaleza de su actividad (que no todo el agro es lo mismo), un porcentaje de la cosecha de soja o de trigo.
Le dije que ya lo hemos contado hasta el cansancio: desde hace casi un año, en coincidencia con la aparición de los operativos del Dólar Soja para acelerar las liquidaciones, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) viene discriminando a los productores agropecuarios de modo flagrante, al establecer que no podrán acceder a tasas bonificadas los que conserven más del 5% de la cosecha de soja en su poder. Así de corta. La medida restringe el acceso ventajoso al crédito a muchos productores, ya sean solo agrícolas o de explotaciones mixtas que sí o sí deben racionar su producción de soja para ir formulando la dieta de sus animales.
En #Agroactiva2023 las y los productores tienen a disposición la información sobre la línea de créditos especiales que lanzamos junto a @sbatakis . Una inversión del Estado de $60.000 millones con una bonificación de tasa del 5%. pic.twitter.com/7hB7rS1whJ
— Juan José Bahillo (@JuanjoBahillo) June 8, 2023
La medida es profundamente discriminatoria y trata a los productores de soja casi como delincuentes, como si fueran productores de cocaína o de uranio enriquecido. Coincidiendo con este criterio, El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, ni bien asumió en septiembre del año pasado declaró que iba a solicitar la derogación de la norma dictada por el BCRA el pasado 9 de septiembre. Pero la Comunicación “A 7600” se le cagó de risa, lo mismo que las autoridades del Banco Central. Siguió en vigencia. En definitiva, ¿qué poder tenía Bahillo, ya que su cartera acababa de ser degradada de Ministerio a Secretaría?
El BCRA, en medio de la peor sequía de la que se tenga memoria cercana, cuando los productores necesitan como nunca antes de financiamiento barato y de cuidar al extremo sus magros recursos, prorrogó esta restricción al acceso a los créditos bonificados el 9 de marzo pasado. Dos días antes la presidenta del Banco Nación, Silvina Batakis, había estado en la Expoagro prometiendo créditos con tasas bonificadas por 40.000 millones de pesos para el sector, para luego afirmar que la entidad oficial estaba trabajando para “que los productores se pongan de pie” luego del desastre climático.
La nueva Comunicación 7720 del BCRA también se le cagó de risa a Batakis, que apenas duró en el cargo de ministra unas pocas semanas.
El argumento de la “autoridad monetaria” para hacerlo es francamente miserable: considera que si los chacareros tienen la posibilidad de guardar más del 5% de su soja es que están “acaparando” o “especulando” con ella, y que entonces no deben recibir ninguna ayuda oficial pues bien pueden financiarse vendiendo el activo que tienen en granos. Por eso la restricción fuerza a que vendan la soja sea como sea. Así Miguel Pesce y compañía le hacen el juego a las grandes agroexportadoras que compran más barato (justamente por la sobreoferta) y se pliegan de muy buen talante a los operativos Dólar Soja.
El BCRA consigue de ese modo divisas para extender la agonía de sus propias políticas, que significan la agonía de millones de argentinos, mientras obligan al chanchero a quedarse sin soja para engordar sus cerdos, al tambero a tener que comprar esa proteína afuera, o al pequeño extrusor y fabricante de biodiésel a tener que comprar el aceite de las multinacionales. Es demencial. El mismo gobierno que dice promover el valor agregado es el que lo destruye, sin pausa y con prisa.
Me quedé pensando: Pobre este tipo que necesita comprar un tractor en un país con dificultades de todo tipo, al que le quieren cobrar -solo por conservar un poco de soja en su poder, sea por necesidad, sea para usarla como caja de ahorro o sea porque se le viene en gana- una tasa de interés que supera largamente el 150%. ¿Qué tractor va a comprar a semejantes tasas? Yo no compro nada; qué se lo pasen por el culo, pensará el tipo. Lo que todos nos pasamos por el culo son los puestos de trabajo que corren peligro en la industria de la metalmecánica.
Ya lo ha advertido la Cámara de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA) en repetidas ocasiones y más recientemente en la Agroactiva santafesina: el castigo crediticio a los productores colabora a una caída de sus ventas y sus niveles de actividad, que ya se están viendo seriamente afectados por la sequía y la falta de dinero en el sector.
Por supuesto, el BCRA también ha hecho oídos sordos a este pedido, que ya no surge de las huestes de agrogarcas forrados de dinero sino de industriales con base de operaciones en muchos pueblos del interior. La lógica de las autoridades de ese organismo es que la soja es suya, porque suyos deben ser los dólares que se liquiden luego de su venta. Por eso hay que venderla rápido y sin chistar. La figura del productor que se bancó todo el riesgo de la siembra y también la inversión queda reducido a la de “pelotudo útil”. Es el Banco Central el que fuerza (estableciendo diferencia entre tasas que pueden llegar a ser de más de 50 o 60 puntos) cuando debe venderse la cosa, que es soja, no coca.
En cualquier país en serio Pesce sería echado de una patada en el culo: un Estado normal es aquel que aconseja a sus productores escalonar la venta de sus cosechas, para evitar el efecto Puerta 12 y una depreciación del valor de sus granos. El Estado sano promueve eso, e incluso distribuye créditos subsidiados para que construyan silos en sus campos, y así eviten vender su cosecha toda de golpe. Aquí no. La clase política -y el propio estado- suele tratar a quien guarda sus cosechas como un presunto delincuente.
Vuelvo a pensar en el lector y en la pregunta que me hizo: ¿Tendré yo una mejor manera de contar que el Banco Nación no le da crédito a quien guarde un cachito de su soja? ¿Ni siquiera para comprar un tractor?
La verdad es que no pensé en una manera más adecuada para contarlo, porque como muchos otros ingenuos supuse que se caída de maduro que las autoridades del Banco Central finalmente iban a desistir de esa posición tan contraproducente al interés colectivo. Sobre todo, luego de que fue el mismísimo ministro de Economía, Sergio Massa, quien el 24 de mayo pasado hizo suyo el pedio de Bahillo y solicitó formalmente “la derogación de la circular 7720 que limita la toma de crédito por parte de productores que acumulan más del 5% de stock de soja”.
Han pasado ya quince días desde aquel pedido de la más alta autoridad económica del país y quizás el principal soporte político que le queda a este gobierno, y sin embargo desde el BCRA no hubo reacción alguna: a Massa también se le cagan de risa en la cara.
¿Habrá alguna manera mejor de contarlo que decirlo así, de este modo tan grosero?
La verdad que he leído pasquines marxistas menos ideologizados y con menos adjetivos que este portal.