Hace casi 30 años, en 1997, el empresario Álvaro Bulacio Argenti eligió su tierra natal, la provincia de Tucumán, para instalar allí un emprendimiento que hoy se ha convertido en una de las cuatro principales citrícolas argentinas. La firma Argenti Lemon SA procesa más de 40 mil toneladas del fruto cítrico y exporta a 30 países tanto fruta fresca como productos industrializados.
“Ante todo, somos personas”, “nos comprometemos desde la raíz” y “jugamos limpio” son algunos de los eslóganes que más se escuchan al interior de Argenti Lemon. Por sí solos, pueden ser sólo frases bonitas o cáscaras vacías, pero Sofía Ferrari, líder del área de sustentabilidad de la empresa, sostiene que detrás de estos entrecomillados hay una historia digna de contar.
Hace 2 años, cuando el mundo asistía a un derrumbe del precio del limón que conmovió la estructura económica de Tucumán, donde ingresaban cerca de 800 millones de dólares anuales desde esa actividad regional, Argenti Lemon fue noticia porque instó a paliar la sobreproducción arrancando plantas de raíz y reconvirtiendo las fincas más viejas e improductivas. Fue antipático hacerlo, pero necesario para la supervivencia de la citricultura. El resto de las limoneras finalmente la imitaron y ya son 7.000 las hectáreas en proceso de reconversión.
Hoy, con esa prueba de fuego superada vuelve a estar en el centro de atención porque es de las pocas empresas que aún mantienen su planta de empaque abierta y que no se han refugiado solo en la industrialización, como varias de sus competidoras. Apuestan a la exportación del fruto fresco porque convirtió la cruzada por ser sustentables en uno de los pilares de su adn. Y porque no quiere dejar sin empleo a cientos de sus colaboradores que trabajan en las líneas.
Ser sustentable, producir de forma orgánica, utilizar compost y reducir los desechos está muy bien visto en los mercados, y explotarlo abre muchas puertas. Pero, para Sofía Ferrari, que ha sido conductora de TV en Tucumán y está a cargo de que ese proceso sea efectivo, lo que hacen es mucho más que un mero “greenwashing”.
“No se puede ser hoy una compañía del nivel y de la talla de Argenti Lemon sin ser sustentable”, aseguró la especialista en una recorrida por la finca San Agustín, una de las más importantes de la empresa, junto a Bichos de Campo.
La limonera tiene montada una estructura muy grande. Son dueños de viveros, 32 fincas propias con 3.800 hectáreas plantadas (1.300 de ellas en alta densidad) y plantas de empaque e industriales, donde pasan unas 250 mil toneladas de limón al año. Del proceso de agregado de valor obtienen cáscaras deshidratadas, aceites esenciales y jugo concentrado de limón.
La pregunta es si con semejante envergadura este empresa limonera de Tucumán logra ser sustentable y no retroceder casilleros en sus esfuerzos de cuidar al ambiente y las personas.
Mirá la entrevista con Sofía Ferrari:
La tarea de Sofía dentro de la empresa ha calado profundo, porque la cúpula de Argenti Lemon considera que esa misión es parte de su “leitmotiv”. Cuando Ferrari habla de “sustentabilidad en el verdadero sentido” dice que no se refiere sólo a proteger el pedemonte tucumano sobre el que están establecidas las plantaciones de limón, sino también ser conscientes del impacto social y comunitario que tiene una empresa de su porte.
Es entonces cuando cobran sentido los eslóganes citados con anterioridad, porque esta gran compañía familiar asegura preocuparse tanto por los bosques nativos como por el efecto que tienen en la comunidad y sobre sus trabajadores.
En el mundo de los negocios es evidente que tras esos esfuerzos por adoptar prácticas de responsabilidad social empresaria hay una búsqueda por posicionarse con un diferencial en un mercado que cada vez es más exigente. Y lo demuestran sus cifras: 100% de las semillas y yemas utilizadas son certificadas sanitariamente, se recupera la totalidad de los efluentes líquidos y todos los desechos se usan para hacer compost. Economía circular a pleno.
Desde ya que controlar toda la cadena productiva les da cierta ventaja para alcanzar sus objetivos, y es esa integralidad uno de los principales aliados del área que dirige Sofía. “Conocemos todo lo que producimos, desde la raíz hasta el destino final”, aseguró la especialista, que se encarga de aclarar que el entusiasmo por la sustentabilidad no atañe sólo a su sector: “Es una forma de ser y hacer en Argenti Lemon”, agregó.
Actualmente, su capacidad de empaque de fruta fresca es de 45.000 toneladas al año y, la de procesamiento, de más de 200.000. Para que toda esa estructura se comprometa con el movimiento verde sin perder productividad ni cuotas de mercado, se necesita más que sólo el deseo de intentarlo. En ese machacar constante intervienen Ferrari y su equipo.
Pero Sofía no lo ve de esa manera. “No trabajamos bajo presión, trabajamos bajo pasión”, aseguró.
Los resultados empiezan a verse. Un ejemplo es el de la alianza celebrada con Proyungas, que trabaja para lograr que las empresas productoras colaboren en la conservación del ambiente desde hace más de 25 años, particularmente en el norte argentino.
Ese vínculo le permitió a Argenti Lemon formar parte del Paisaje Productivo Protegido (PPP), un programa de Proyungas orientado a resolver la “falsa dicotomía” que enemista a la producción con el ambiente, y así enfatizar en que hay cuidado de la naturaleza también en los negocios.
“Este tipo de fundaciones trabajan para demostrar científicamente que la conservación y la producción pueden convivir perfectamente”, destacó Ferrari, que considera que ese tradicional estereotipo de la industria destructiva y extractivista de a poco podrá dejarse atrás.
Como parte del programa PPP, en Argenti Lemon llevaron a cabo un estudio completo de sus fincas, y las mediciones arrojaron un resultado sorpresivo: más de la mitad de sus 9000 hectáreas está conformada por bosques nativos. En resúmen: es más el área de yungas protegidas que la implantada con cítricos o destinada al proceso industrial.
¿Una empresa que exporta a más de 30 países se banca esa ecuación? Según Sofía, incluso la promueve para abonar a su propósito de ser sustentables. Si eso se sostiene en el tiempo, no es poco el aporte que puede hacer el sector privado para custodiar eso que los organismos estatales definen como zonas intocables.
“Pude entender que las empresas cuidan y apuestan por Tucumán y eso da mucho orgullo”, concluyó Ferrari.