Luego de la campaña “Mas miel todo el año”, ya está definida la fecha para un nuevo Congreso Argentino de Apicultura, que se desarrollará del 5 al 8 de julio de forma online. El mismo propone generar intercambios entre todos los eslabones de la cadena, mantener al sector informado y abrir un espacio para debatir problemáticas.
Ahora bien, ¿cómo percibe el sector apícola el contexto actual? Para Lucas Martínez, presidente de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), hay una “cuestión de paranoia” en torno a los cambiantes rumbos del gobierno.
“En el período anterior veíamos una señal muy clara de apoyo al agronegocio. Si bien se quería apoyar y exportar productos de la miel, las ideas eran negativas para la apicultura. Con la pérdida de la flora era imposible plantear un desarrollo, crecimiento y hasta una sustentabilidad en la agricultura”, dijo el presidente de la entidad a Bichos de Campo.
“Cuando cambió el gobierno el Ministerio de Agricultura nombró un director de agroecología, lo que vimos como luz verde, pero por otro lado tenemos un canciller que nos representa en Roma, en la Semana de la Alimentación, y está apoyando el modelo de producción en base a agrotóxicos, transgenia y el Agtech”, agregó.
Desde el sector afirman que la comunicación con las autoridades de la cartera agrícola es buena pero que faltan medidas que apoyen el desarrollo y crecimiento de la actividad.
“Entendemos que la problemática que está viviendo la apicultura con el modelo agroindustrial es que cada vez tenemos menos territorio por el abuso de herbicidas y otros productos. No es un problema de los apicultores en sí sino un problema que se está generando a nivel país”, remarcó Martínez y recordó el programa que el sector impulsó, de cara a la población, para proteger las colmenas.
“La población tiene que fijarse qué está pasando y desde su lado, como consumidor, preguntar cómo se hacen los productos, cómo se está trabajando en el campo, cómo se están haciendo las cosas”, concluyó.
Si no entendí mal, impulsar políticas públicas para el sector equivaldría a limitar la aplicación de agro-químicos/tóxicos. ¿Te imaginás?