“¿Se va a volver a sembrar?”, se preguntó Teo Zorraquín, de la consultora Zorraquín-Meneses. “Nuestra impresión es que en la campaña 2023/24, si los pronósticos de año Neutro a Niño se confirman, se va a sembrar todo lo posible”, se respondió.
Es decir que, si bien todavía es temprano para analizar con frialdad cómo seguirá el sector, teniendo en cuenta que falta terminar con la cosecha y realizar las cuentas finales de las pérdidas productivas y económicas que dejará la sequía, este respetado consultor cree que el sector renovará su apuesta.
Esa es una de las razones que tiene la política para no atender los problemas del sector, que siempre responde de forma positiva, reinvierte lo que gana en las buenas y se endeuda en las malas para pagar sus compromisos.
¿Cómo se explica esta postura? Zorraquín enumeró varios de los motivos: “Estamos viendo una reducción en dólares de costos de producción (insumos y fertilizantes a la baja) y los precios (con altibajos) siguen competitivos; a nadie que arrienda le gusta perder un campo que ya tiene, y los que tienen tierra propia seguramente están mejor financieramente”.
Además juzgó que “ante las elecciones se reaviva la posibilidad de una disminución a anulación de la brecha cambiaria y un ajuste en el tipo de cambio”.
Pero Zorraquín cree que los productores volverán a apostar sobre todo “porque en definitiva, en nuestro país, la agricultura es uno de los pocos negocios que han sostenido competitividad a lo largo de los años”.
Además, no está demás apreciar que en el sector hay muchas personas con vocación, audacia y cicatrices que apuestan a pesar de todo. Aún así, está claro que el entorno macroeconómico y las medidas sectoriales que viene sosteniendo este y los anteriores gobiernos son perjudiciales al desarrollo agropecuario y agroindustrial.
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En este contexto, el consultor brindó algunas recomendaciones a los productores:
- Debemos seguir haciendo lo que hacemos, pero mejorando lo mejorable. Eso nos ayudará y nos pondrá en mejor posición para superar la crisis.
- Priorizar lo financiero, la “nafta” que nos permita llevar adelante un nuevo año productivo. Esto implica postergar pagos (algo siempre incómodo y no siempre posible, con costos de todo tipo), tomar créditos, usar fondos de reserva, tomar inversores, descapitalizarse en bienes recuperables a futuro.
- Los esquemas defensivos y previsiones que se incorporen nunca podrán ser por el 100% de lo que sucederá, pero hay que tomarlos. Es decir, no podremos prevenir todos los riesgos porque siempre algo nos va a afectar por más que nos esforcemos, pero hay que intentar tomar aquellos “seguros” o reductores de riesgo cuando podamos.
- No es recomendable en un año de estas características realizar cambios importantes en nuestras producciones o formatos de empresa (incrementar escala, inversiones importantes, grandes apalancamientos, ventas o compras societarias, etc.), salvo que sean para corregir alguna falta de competitividad relevante para el negocio.
- Tener un buen balance entre distintas alternativas suele equilibrar riesgos (tasas en pesos y en dólares, compras de contado y. financiado, ventas spot versus retención de mercadería, una cartera de cultivos o producciones equilibrada).
- Escuchar, interactuar, intercambiar, participar de grupos de afinidad.
- Como sector agro, entender que vamos a tener un rol importante en lo que viene. Y eso quiere decir que el país actual y el que viene nos necesita pujantes y lo más sanos posible.