El mercado argentino de fertilizantes se normalizó luego del descalabro generado por el gobierno de Alberto Fernández en lo relativo a las regulaciones que hacían extremadamente dificultoso el acceso a divisas para concretar importaciones.
Con el gobierno de Javier Milei, si bien persisten distorsiones –como el impuesto PAIS del 7,5% que expira a fines de este año– los mecanismos de acceso de divisas se regularizaron, lo que permite a los importadores tener certeza al momento de solicitar divisas al tipo de cambio oficial para poder ingresar productos del exterior.
Tanto en el caso de la urea granulada como en los fertilizantes fosfatados, el precio mayorista se encuentra prácticamente equiparado al costo de importación y nacionalización de los nutrientes, según datos proporcionados por la consultora IF Ingeniería en Fertilizantes.
Durante el gobierno anterior la diferencia entre el precio mayorista versus el nacionalizado llegó a registrar brechas enormes ante la incertidumbre respecto al acceso a divisas, dado que los importadores debían pedir un permiso a la Secretaría de Comercio Interior y luego atravesar otra barrera burocrática en el Banco Central (BCRA)
Ese procedimiento, plagado de discrecionalidades y sospechas de irregularidades, finalizó durante la gestión de Milei, aunque en el caso de los fosfatados la brecha entre el valor de ingreso del nutriente versus el nacionalizado continúa siendo elevada debido a problemas que vienen de arrastre.
Muchos importadores aún tienen stock nacionalizado con un impuesto PAIS del 17,5% –que fue aumentado durante la gestión de Milei– y deben promediar esas existencias con otras importadas con una alícuota del 7,5%. Tienen, de todas maneras, dos meses para colocar esa mercadería porque a fines de 2024 el impuesto PAIS expira y se habilita el ingreso de mercadería sin ese sobrecosto.
En el caso de la urea, la distorsión presente en la brecha existente entre el costo de importación y el valor nacionalizado es menor gracias al hecho de contar con producción propia de urea en la fábrica de Profertil, la cual no llega a abastecer la totalidad de la demanda interno, lo que obliga a importar el saldo restante. No sucede lo mismo con los fosfatados, que en la Argentina son importados en un 100%.