Estamos a las puertas de una cosecha de soja que, si bien no va a ser la más alta de la historia por los problemas climáticos que hubo en el verano, promete entre 53 y 54 millones de toneladas. Con ese volumen en los silos y bolsas, se revertiría el muy mal resultado del ciclo anterior, que dejó fuertes pérdidas económicas a productores. Por la sequía el sector perdió unas 15 millones de toneladas de soja, o el equivalente a unos 6.000 millones de dólares. Es el faltante de divisas al que ahora el gobierno de Mauricio Macri le echa las culpas de todos los males de la economía.
Vuelta de página. Nueva campaña agrícola. Los buenos rindes esperados para esta cosecha ayudarán a saldar las deudas del año pasado, recomponer el capital de trabajo de los productores y diseñar estrategias de cara la próxima campaña.
Lamentablemente esa mayor oferta no es acompañada por buenos precios internacionales para la oleaginosa. En Chicago su valor actual ronda los 320 dólares por toneladas, pero por el efecto de las mayores retenciones (un impuesto “de emergencia”, según dijo la gobernadora María Eugenia Vidal en la cena de apertura de Expoagro), la posición mayo en el Mercado a Término de Buenos Aires cotizaba este martes en 225 dólares y la posición julio en 237 dólares. Hace un año su valor era mayor a los 300 dólares.
La baja de precios parece ser el principal motivo del retraso de las ventas por parte de los productores. En el caso de la soja para exportación hay una caída interanual notable. El año pasado, con una cosecha de menos de 37,8 millones de toneladas, a esta fecha se habían negociado 4,3 millones de toneladas, es decir, el 12% del total. Los datos oficiales indican que a marzo de 2019 se vendió a ese destino apenas 1 millón de toneladas sobre una producción que va a superar holgadamente las 50 millones de toneladas. Es solo el 2%.
En cuanto a las ventas para la industria aceitera. En 2018 ya se había negociado 10,3 millones de toneladas (27% de la cosecha nacional), pero en lo que va de esta campaña se vendieron 8,7 millones, el 16% de lo que se espera cosechar y 15% menos que lo vendido en 2018.
Los analistas consultados coinciden en que el productor retiene más la soja esta año ayudado por otros factores: contó con una buena producción de trigo, que además se vendió a buenos precios, y además prefiere desprenderse antes del maíz y cuidar la salida de la soja a la espera de una mejora en los valores.
Además, el contexto económico no ayuda. Ante la falta de financiación todo gasto se soporta con la venta de los recursos que deja la producción.
En tal sentido el analista Sebastián Salvaro dijo que “en el corto plazo los bajos precios no son compensados por los buenos rindes” aunque hay pases que mejorarían la ecuación para los que puedan retener el producto al menos hasta posiciones post-cosecha.
El especialista recomendó a los productores “trabajar en base a márgenes” y no esperar determinados niveles de precios sino sacar cuentas e ir asegurando la renta haciendo uso de las herramientas del mercado a término o con contratos forward porque entre la situación macroeconómica, la seca del año pasado, los bajos precios y el factor clima aumentó el riesgo del negocio, según consideró.