“He leído el artículo que escribiste y si bien coincido en alguna parte del mensaje, como sobre la exportación de nutrientes en general, no me parece que haya que ´culpar a la soja´ sino que el problema es inherente a todo el sector agroproductivo”.
Así arrancó la charla con el ingeniero agrónomo y Master en Ciencias Roberto A. Peiretti, productor sustentable, consultor y referente del sistema de Siembra Directa y Agricultura Sustentable en Argentina y en otros países del mundo, por la entrevista publicada hace unos días a Walter Pengue, agrónomo especializado en genética y en agroecología.
“La producción de alimentos, fibras y energía se basa en un proceso común que es el de ´generar biomasa´ a partir de la fotosíntesis que realizan las plantas tomando la luz solar, el dióxido de carbono del aire, el agua y los nutrientes del suelo (o aportados por el hombre), los que a su vez provienen también del ecosistema ya sea por extracción de canteras y uso directo o para una posterior transformación y elaboración para ser utilizados, o también extraído directamente del aire como el caso del nitrógeno. Con respecto a los nutrientes, nada se crea sino que todo se transforma y cambia de posicionamiento dentro del agroecosistema planetario”, aclaró de entrada Peiretti.
“Una vez generada, la biomasa podrá constituir los granos o partes vegetales que consume el ser humano o también ser el alimento de animales que luego nos proveen de carne, leche, fibras, etc. También el proceso provee al ser humano de energía, madera, resinas, entre otras cosas”.
“Pero, insisto y esto debe quedar claro: el origen del proceso es común, la fotosíntesis usa recursos del ambiente, algunos tratados por el hombre y otros no, y genera biomasa. Este proceso representa el primer escalón de la cadena alimenticia y de provisión al ser humano de otros bienes derivados del proceso y constituye el pilar fundamental que sostiene la vida en el planeta”.
A todo esto que Roberto me dice por teléfono, le respondo tomando el tema inicial y disparador de esta charla:
-Lo de la soja solo fue un ejemplo…
-Sí, pero un muy mal ejemplo, porque se continúa demonizándola con culpas que no tiene. Por otro lado, la sociedad en su conjunto -incluyendo a los gobiernos- esperan ansiosamente que el proceso agroproductivo se lleve a cabo normalmente para usufructuar de los ingresos que la soja, junto a todos los demás granos y producciones agropecuarias, generan año a año. Esta mitificación demonizante en muchos casos ocurre sin basarse en ninguna referencia científica seria y sin tener en cuenta el rol que cumplen estas actividades para sostenernos como seres humanos y como sociedad.
Continúa Roberto: “La producción agrícola solo puede ocurrir y proyectarse a futuro, apoyándose sustentablemente en la generación de biomasa que para que pueda ocurrir, entre otros insumos y aportes de muchas clases, se encuentran los nutrientes que el proceso toma del suelo o que se agregan por el hombre como fertilizantes. Los nutrientes son repuestos al suelo hasta donde la ecuación económica lo permite, porque en nuestro país históricamente ni los gobiernos ni la sociedad han estado nunca dispuestos a aportar recursos (o mejor a no sacárselos a las actividades agroproductivas en la magnitud que se lo hace) para así poder restituir plenamente los nutrientes a los suelos”.
“Por el contrario, la actividad agroproductiva fue utilizada por los gobiernos como una fuente de recursos económicos por medio de la aplicación de presiones impositivas atípicamente elevadas”, advirtió.
-Justamente eso es lo que dice Pengue: que el problema es que se reponen solo algunos nutrientes.
-El campo argentino hoy produce bajo una visión holística y satisfaciendo en la medida de sus posibilidades a los tres pilares de la sustentabilidad: el económico, el ambiental y el social. Además de estar en permanente evolución y tener tecnología de punta, utiliza el insumo más importante que existe: los gramos de materia gris aplicados por hectárea en forma de ciencia, conocimiento y profesionalismo. Lo notable es que todos estos avances ocurrieron y continúan ocurriendo a pesar de las difíciles condiciones económicas y una deficiente infraestructura (caminos, comunicaciones, redes ferroviarias, puertos y dragados faltantes).
-¿Qué piensa de la agroecología?
-Que hoy no es la realidad productiva de nuestro país ni del mundo en su conjunto. No creo que existan en la realidad modelos agroecológicos que sean válidos para producir en las extensiones y volúmenes necesarios para poder proveer a la humanidad tanto de los alimentos como de otros bienes derivados de la actividad agro-productiva que anualmente se demandan. Estoy hablando de producción agrícola global desarrollada en más de 1.000 millones de hectáreas y generando anualmente solo de granos de todos los tipos, un total de alrededor de 4.000 millones de toneladas anualmente. Esos modelos mayormente constituyen teóricas formas de producir que se desean, pero que no se condicen con las realidades productivas globales.
-Pero en la nota se planteaba que no hace falta producir tanto sino desperdiciar menos.
-Esto es una verdad solo a medias, pues si bien es cierto que existen pérdidas y desperdicios, estos responden a razones muy complejas y de todo tipo, que hasta tienen que ver con pautas culturales e históricas, con problemas económicos de infraestructura y subdesarrollo, etc. Por otro lado, y mientras no se puedan reducir los desperdicios, si el mundo no genera la cantidad requerida de alimentos que requiere el escenario real y global actual, se agudizarían intolerablemente los problemas nutricionales y tensiones de todo tipo ya existentes. Pensar en reducir el volumen de producción agrícola mundial en el corto plazo, resulta mayormente una utopía y una propuesta inaceptable desde un punto de vista humanitario.
-¿Qué opina sobre lo que se dice del uso de agroquímicos?
-Demonizar a las moléculas sintéticas que se usan en el agro es una cuestión regularmente ideologizada y, muy frecuentemente, hasta falaz, pues, esta actitud corrientemente está basada en datos y estudios que no respetan la necesaria rigurosidad científica. Por ejemplo, en una manzana de cualquier ciudad y dentro de los hogares regularmente existen muchas más moléculas sintéticas contaminantes a las que estamos expuestos que en cualquier hectárea de un cultivo. Estos contaminantes frecuentemente de cuidado, provienen de productos cotidianos de uso en el hogar como antipolillas, insecticidas de uso doméstico y hasta medicinal como piojicidas, naftalinas, limpiahornos, aromatizantes, gases de combustión y desechos, por solo mencionar algunos. Solo el desconocimiento de la realidad agroproductiva local y del mundo u otras razones con intereses no claramente explicitados, apuntan a denostar y demonizar el uso correcto de los agroquímicos basándose en cosas que no son ciertas ni probadas por la ciencia.
Peiretti, que ha sido miembro fundador de Aapresid y también de CAAPAS (la Confederación de Asociaciones Americanas para una Agricultura Sustentable., hizo aquí una pausa premeditada: “Quiero citar un estudio de gran rigurosidad científica que se llevó a cabo con datos colectados del prestigioso centro de Toxicología del Hospital de Niños de la Ciudad de Córdoba, Argentina, entre los años 2014 y el 2024. Los resultados obtenidos luego de procesar y analizar rigurosamente la información proveniente de muchísimos casos de intoxicaciones en chicos menores de 15 años muestran que solo alrededor del 3% de las intoxicaciones provinieron del sector rural donde se desarrollan los cultivos y usan los agroquímicos”, afirmó.
-¿Y entonces por qué se dice lo que se dice sobre los agroquímicos? Y muchas personas muestran investigaciones que afirman el daño que causan. El informe internacional Sprint es uno, entre muchos.
-Porque en general se extraen conclusiones derivadas de estudios parciales y en muchos casos de diseño y rigurosidad científica no apropiada. También los mismos frecuentemente aparecen claramente teñidos de cuestiones ideológicas, mitos o intenciones de otro orden no claramente explicitadas. Con el correr del tiempo inexorablemente las verdades salen a la luz y triunfan, como lo demuestra el hecho de que la Unión Europea luego de cuarenta años de uso del Glifosato, en 2023 haya renovado la licencia del uso de este denostado producto por diez años más, o sea por ahora hasta el año 2033. Se tomó esta decisión apoyándose en la falta de evidencias científicas sólidas que indiquen razón válida para no usarlo y seguir obteniendo todos sus beneficios, porque a pesar de la enorme cantidad de estudios realizados no se pudieron demostrar los supuestos peligros y daños que se le atribuyeron al glifosato.
Roberto vuelve a frenar la respuesta, para como buen hombre de ciencia aportar bibliografía: “A modo de sintética y contundente conclusión de esta respuesta, quisiera mencionar el doloroso fracaso del experimento compulsivo, extremo y fundamentalista, ocurrido en Sri Lanka pocos años atrás. En 2021 y promovido e impuesto por su presidente Gotabaya Rajapaksa, se lanzó una medida extrema y radicalizada que consistió en obligar a que toda la actividad de producción agrícola del país dejara de utilizar fertilizantes y agroquímicos sintéticos con el fin de ‘abrazar un modelo orgánico'”.
“Luego de tan solo un año los resultados se mostraron con toda crudeza generando un dramático descenso del volumen producido poniendo al país al borde de una hambruna de proporciones alarmantes y en un estado social de beligerancia extrema, con todas las consecuencias negativas que eso implicó”, marcó el veterano productor e investigador.
Excelente nota y de contenido académico. Quien quiera hacer agroecologia perfecto, tenemos mucho espacio, pero cuidado con esas consignas de que solo hay un camino a transitar, porque corremos el riesgo de generar una hambruna masiva como ocurrió en el país que muy bien describe la nota. Por otra parte si al productor en Argentina no estaría tan presionado hasta el límite en cuestiones impositivas que todo conocemos, seguramente me animo a decir que hasta llegaría a.duplicar la producción actual y cuidaria el suelo mejor que ninguno, porque sabe cómo hacerlo,pero muchas veces no puede porque no cuenta con los recursos.
Un párrafo aparte, y felicito al agrónomo por haberlo expuesto tan claro en la nota, es el tema del uso de agroquímicos y el impacto social muy sesgado e ideológico que se le dan, a modo de ejemplo (que me valió un discusión con un director de escuela), presten atención que en los libros de textos escolares tanto a nivel primario como secundaria, mencionan la palabra “agrotoxicos” y en varias materias, no es casual, empezamos con modificar los pensamientos desde el origen, no me parece la manera correcta de hacerlo, hasta diría que es impuesto con mala intención, hacer trampa. Cuidado con estás cosas, es muy delicado y atañe a nuestro futuro.