Los precios de la hacienda subieron entre 100 y 150 pesos por kilo en pocas semanas. De los 340 pesos que se pagaban por los mejores lotes de hacienda liviana que abastecen al consumo interno, se pasó a valores de entre 450 y hasta 500 pesos por kilo.
Sin embargo, los feedloteros dicen que el precio debería subir aún más: “El valor del animal en pie debería tener en marzo o abril un nuevo salto de 100 pesos. Con eso se podría compensar la suba que tuvo la invernada. Además, es necesario que siga en esa tendencia para que la inflación mensual no se coma lo ganado”, dijo Juan Eiras, vicepresidente de la Cámara Argentina de Feedlot.
Los números del sector mejoraron, sin dudas, hace pocos meses atrás tenían pérdidas de 30.000 pesos por animal que enviaban a faena, que luego se achicaron a menos de $10.000.
Sucede que con esos nuevos valores que tiene el ganado que mandan a faena, cubren el costo del kilo producido en el corral, que roda los 450 pesos en el caso de la hacienda liviana, novillitos de 350 kilos por caso, y llega a superar los 500 pesos en el caso de los novillos de 450 kilos.
El punto es que en esta economía tan desordenada, el que logró vender en estas semanas a esos nuevos precios, trasladó la mejora de la invernada a los terneros que van al engorde.
De acuerdo a lo que informaron algunos consignatarios, por terneros de 180 kilos y con 30 días de plazo, se pagan 500 o 520 pesos. Pero este año está saliendo hacienda más liviana, ya que por la sequía no se alcanzaron los kilajes históricos, esos lotes valen incluso un poco más.
En definitiva, el valor de la invernada, medido por kilo vivo, empató al del ganado terminado, y si se mira la inversión por animal al momento de la compra y de la venta, las cuentas también se acomodaron.
Un ternero de 180 kilos que se compra a 510 pesos significa un desembolso de 90.000. Por la venta de un novillito de 350 kilos a 500 pesos, al feedlotero le ingresan 180.000.
Entonces, por la venta de un novillito se podrían comprar dos terneros. Eso si no se cuentan con los gastos comerciales que implica un incremento en la compra del 10% y en la venta una reducción del ingreso de igual porcentaje en términos promedios.
De todos modos, concluyó Eiras, “las cuentas se acomodaron” aunque para que la foto no quede sólo en eso, se requiere que “en poco tiempo más el precio pegue otro salto, porque la inflación, que es el gran problema de la economía, no destruya el valor logrado y para que el negocio tenga viabilidad”.
Hay que comer menos carne.