Hay un proyecto para crear un nuevo parque nacional en el sudoeste de la provincia de San Juan, pero con una particularidad: no solo proteger la naturaleza sino especialmente poner en valor la gesta sanmartiniana. También, por supuesto, proteger un paisaje que reúne el multicolor Cordón de la Ramada con sus seis “seismiles” (6 cerros que superan los 6.000 metros de altura sobre el nivel del mar), glaciares espectaculares, especies endémicas y sitios arqueológicos que tienen hasta arte rupestre.
Bichos de Campo entrevistó a Claudio Bertonatti, naturalista, asesor científico de la Fundación Azara e investigador adscripto de la Universidad Maimónides especialista en conservación del patrimonio e impulsor de este proyecto. Junto a otros autores (Carlos Fernández Balboa y la colaboración de Hernán Casañas y Edwin Harvey) escribió un libro que brinda un panorama general sobre el área de Manantiales (donde se realizaría el parque) que puede ser descargado gratuitamente.
-¿Por qué es importante tener un parque nacional que preserve también lo histórico cultural?
-Porque los paisajes no contienen solo naturaleza. También están los espacios y bienes que resignificamos, en los que vemos reflejada nuestra historia, sobre los que se construye la memoria del paisaje. Y porque en la Argentina, cuando uno revisa el equivalente a un parque nacional en un sitio histórico o arqueológico no encontramos el mismo nivel de solidez. No hay guardaparques o personal que los custodie. No cuentan con planes de manejo, presupuesto, investigadores ni educadores. Y cuando algo de esto existe tampoco suele ser integrado con “lo natural”. Es hora de integrar los dos patrimonios, porque, como suele decir un gran estudioso argentino de esta materia: el patrimonio natural es hermano del patrimonio cultural, y como hermanos pertenecen a la misma familia.
-¿Cómo nace la idea de un parque nacional con esta mirada histórica y patrimonial?
-En muchos países los parques nacionales no protegen solo naturaleza y esto es algo en lo que muchos venimos insistiendo: mirar un paisaje con los dos ojos para ver “lo natural” y “lo cultural” para comprender cómo se integran. En Estados Unidos, Canadá, Turquía, Mongolia y muchos otros países la figura de Parque Nacional también se aplica a sitios históricos. Es el caso de los bosques de Gettysburg, por ejemplo, donde se libró la batalla más sangrienta de la guerra civil norteamericana (160.500 hectáreas, con museo y centro de interpretación incluidos) o de la península de Galípoli en Turquía, escenario de la famosa batalla de la Primera Guerra Mundial. Es decir que en la Argentina tenemos un buen camino por recorrer para seguir esos modelos, porque la realidad es que muchos de nuestros sitios arqueológicos e históricos lo ameritan.
-¿En qué consiste puntualmente el proyecto de parque?
-Aprovechando que el Estado Nacional es propietario de la Estancia Manantiales (más específicamente, del Ministerio de Defensa, bajo uso y administración al Ejército Argentino), tiempo atrás las autoridades impulsaron la idea de crear allí un área natural protegida dentro de la órbita de Parques Nacionales, aprovechando que un convenio de cooperación que mantiene con ese Ministerio. Estamos hablando de una propiedad de 382.992 hectáreas que contiene, entre muchas otras cosas, la ruta por donde transitó la columna principal del Ejército de los Andes liderada por José de San Martín y Bernardo O’Higgins. No solo atravesaron esa estancia sino que acamparon al pie del colosal cerro Mercedario.
-¡Ya ese camino solamente amerita la máxima protección del paisaje!
-Así es porque estamos hablando de un hecho histórico de transcendencia mundial. El cruce de los Andes, a diferencia de otras hazañas militares, no se llevó adelante para conquistar o someter otros pueblos, sino, por el contrario, para darles la libertad. Y no solo eso: San Martín llevó consigo 16 cajas con unos 700 libros de su biblioteca con los que terminó fundando bibliotecas en Chile y Perú. Y en Perú, eligió como sede el mismo lugar donde funcionó la Inquisición, donde se quemaban los libros. En Santiago de Chile, también fundó una academia de música. Pensemos también que el Ejército de los Andes fue multinacional (había franceses, españoles, chilenos, paraguayos, uruguayos, argentinos, altoperuanos) y multirracial, porque tenía también negros, criollos, mulatos, aborígenes… Había unos 300 guaraníes, por ejemplo, como el trompa, Miguel Chepoyá, nacido en la Misión Santa María La Mayor en el sur de Misiones.
-Es emocionante leer todo esto. ¿Quién impulsa esta iniciativa?
Esta idea hace años viene siendo manifestada por distintos conservacionistas, pero ahora Aves Argentinas, junto con BirdLife International y, en menor medida, el apoyo de la Fundación Azara, alientan que este sueño se materialice, incluso, apoyando los esfuerzos que haga la provincia de San Juan para asegurar la máxima protección de todo ese paisaje que, como si fuera poco, con sus glaciares, nieves, manantiales, arroyos, vegas y ríos “fabrica” el agua que alimenta el gran río San Juan del que dependen gran parte de los sanjuaninos.
-¿Considera que esto contribuye a fortalecer la imagen de San Martin… ¿o no le hace falta porque es uno de los pocos próceres que siguen siendo respetados?
-¡Desde luego! Nuestro conocimiento sobre el héroe nacional es pobrísimo y aunque sea respetado merece no solo que sepamos más sobre él sino que adoptemos sus valores como modelo. La mayoría de las personas no saben ni que fue correntino, ni que cruzó los Andes no menos de cinco veces y que muchas veces debió hacerlo en camilla, con asma, úlcera y un estado de salud que él mismo definía como “miserable”. Ignoran que -como buen criollo- tocaba la guitarra y cantaba con voz de barítono bajo, según lo describió su compañero de armas y más tarde bíografo, el general Gerónimo Espejo. Así le dedicaba a su tropa canciones de nuestra tierra: cielitos, cuecas, gatos, tristes, tonadas con cogollos y relaciones.
-En cuanto a la biodiversidad, este parque de altas cumbres, ¿qué especies protegería?
-La flora andina, con muchas especies exclusivas o endémicas, casi todas, miniaturas de altura, adaptadas a condiciones de vida extrema y a la vez con flores hermosas cuyas propiedades medicinales, químicas u otras serán motivo de estudio. Pero también especies amenazadas cuya presencia es enigmática como el espectacular gato andino, uno de los felinos más amenazados del mundo y un ilustre desconocido para la mayoría de los argentinos.
-¿Qué opinan las comunidades cercanas del posible parque?
-Muchos sienten una profunda satisfacción que se vuelva a hablar sobre este paisaje y sus valores. Los andinistas, muy conocedores del área de Manantiales, anhelan no solo que se proteja la naturaleza sino que el andinismo se convierta en uno de los motores de desarrollo local, como también la observación de aves, el astroturismo, el turismo arqueológico y, desde luego, potenciando las cabalgatas que recrean el histórico cruce de la cordillera. Un área protegida que blinde estos valores de la minería es la clave para generar un desarrollo compatible con la conservación del patrimonio. No estamos en contra de la minería, pero sí de la minería en estos sitios que consideramos sagrados para los argentinos y diría para otros latinoamericanos con memoria.
Para descargar una infografía del parque, haga clic aquí
Fotos: Cristian Sepúlveda, Edwin Harvey, Claudio Bertonatti