Los productores, sobre todo aquellos ubicados en las provincias cordilleranas que producen uvas para vino y otras frutas, definitivamente recordarán al 2022 como uno de los peores años en cuanto a las inclemencias climáticas. Durante septiembre, octubre y ahora en noviembre, tres fuertes heladas dejaron a las producciones regionales literalmente patas para arriba, agravando por demás la rentabilidad productiva. En muchos casos las pérdidas serán totales. En otros se llevarpan entre 30 y 80% de la producción.
Lo triste es que, según los expertos, estas mermas productivas se podrían haber mitigado si tan solo los productores contarán con el dinero suficiente para acceder a la tecnología necesaria. Pero como suele ocurre, los anuncios de ayuda económica y crediticia llegaron tarde, luego de los daños y aún así se estima que la ayuda no será suficiente. Por el contrario, ahora solo resta raspar el fondo de la olla y esperar lo mejor para la campaña 2023.
Bichos de Campo entrevistó a Cecilia Picca, ingeniera agrónoma y directora de la experimental INTA Rama Caída, en el sur de Mendoza, para conocer algunos de los efectos que las heladas tuvieron sobre las áreas productivas que rodean a la estación, muchas de ellas trabajadas por pequeños productores.
“En esta zona hay bastante diversificación productiva respecto a otros sectores, y tenemos tres áreas de importancia: la producción de ciruelas con destino a la industria; la viticultura de pequeña escala, orientada más hacia el cooperativismo y a pequeños elaboradores de vinos artesanales y caseros que comercializan directo al turismo, y la ganadería bovina de cría y recría. Las actividades se realizan principalmente en los oasis que se sostienen por el riego, nutridas de las de los ríos Atuel y Diamante”, indicó Picca.
Como ocurre en la mayoría de las producciones cuyanas, el riego es parte fundamental para su desarrollo ya que los regímenes de lluvias anuales son muy bajos, llegando a ser nada más que de 300 milímetros para el caso de Mendoza.
Dado que las producciones más susceptibles a las heladas se encuentran dentro de estos oasis, fueron esas porciones del territorio la que mayores daños registraron.
“La vid y la ciruela son cultivos perennes, no lo podemos sacar de un año a otro y, a diferencia de lo que ocurre con la alfalfa que vuelve a rebrotar, en este caso las plantas se van debilitando y comprometen su rendimiento futuro”, explicó la agrónoma.
En este punto es clave señalar que los efectos de las heladas dependerán del momento fenológica de cada planta.
En el caso de las ciruelas, las heladas de fines de octubre, las más graves de todas, sucedieron en el momento de la floración, lo que generó que muchas flores no se convirtieran en fruto; en el momento del cuaje del fruto donde recién está formándose, y en el periodo del desarrollo del carozo.
En cuanto a la vid, las heladas que más afectaron a las plantas fueron las de octubre y noviembre, ya que ocurrieron durante la brotación y con los racimos de uva abiertos, sin estar aun del todo formados.
¿De qué forma se podría haber impedido este triste desenlace? Según Picca muchos productores venían aplicando, y algunos aún todavía lo hacen, un método por demás antiguó: la quema de combustible fósil en contenedores para lograr elevar las temperaturas del lote ante las alertas de una helada.
“Cuando las temperaturas bajan de ciertos niveles, las quemas evitan que se llegue a los puntos críticos de daños económicos. Es considerada una medida de mitigación, sin embargo tiene muchas consecuencias ambientales. Ya sea que se queme combustible, gomas o leña, no es algo que desde el INTA podemos promocionar. Por desgracia es la herramienta que más a mano está para los productores”, reconoció la directora.
En el fatídico fin de semana estos métodos no alcanzaron ni para quienes los utilizaron, ya que la helada más dañiña se extendió durante más de seis horas con temperaturas de varios grados bajo cero. No había reserva de combustible capaz de soportarlo.
Las verdaderas tecnologías a aplicar, aquellas que ya son ampliamente implementadas en otros países, tienen que ver por el contrario con la instalación de sensores y estaciones meteorológicas, que permitan medir la evolución de la temperatura en cada lote de la finca.
“Aquí el relieve es bastante heterogéneo, por lo que hay pequeños bajos donde se concentra más el frío y las heladas afectan más. Los sensores serían claves para ver cómo cambia eso y tomar la decisión de accionar las herramientas de riego”, aseguró Picca.
Hay dos tipos de riego que se aplican en estos casos. El sub arbóreo es por aspersión y se coloca en la base de las líneas de plantación. La nube de agua generada permite un intercambio de calor con el ambiente, lo que se potencia si se dejan algunas malezas en el suelo.
“Más superficie mojada, más hielo se forma y más intercambio calórico del agua con el ambiente hay. Eso evita que las temperaturas lleguen a niveles de daño”, sostuvo la especialista.
El otro tipo de riego es el supra arbóreo, pero que se basa en el mismo principio de funcionamiento. En ese caso los sensores se ubican sobre los cultivos y generan accionan a los regadores para producir una suerte de niebla que produce el efecto ya mencionado.
“Esas tecnologías tienen buen funcionamiento bajo ciertas condiciones. Siempre hablamos de fenómenos cuyas variables no son siempre manejables. Esas tecnologías no te van a salvar el 100% de la producción pero sí una buena porción de ella. Lo que sí tienen es un gran costo de inversión, que muchas veces por la rentabilidad propia de los cultivos de la zona, los productores no lo puede afrontar”, afirmó Picca.
-Si la temperatura baja mucho y se forma hielo alrededor de la fruta, ¿no se corre el riesgo de generar un efecto contrario al esperado?- le preguntamos.
-La fruta se congela pero no por dentro. Ella tiene células con agua y otras sustancias. Estas últimas tienen un punto de congelamiento que es superior al del agua, por lo que vos necesitás producir mucho hielo por fuera, para asegurarte de que no está ocurriendo adentro. Tiene que ver con la presión osmótica. El daño se da si el congelamiento se produce adentro de la fruta, y no tanto afuera ya que sus tejidos exteriores son más resistentes. De hecho el daño en la ciruela se produjo en un momento en que los carozos aún no tenían su parte leñosa.
-¿Cómo trabaja el INTA con los productores de cara a la adopción de estas nuevas tecnologías?
-Hay algunos que la pueden pagar y están invirtiendo para implementarla. De hecho lo hacen a partir de la ayuda estatal o bancaria que han recibido. Sobre todo aquellos que estaban integrados en clusters y otras organizaciones. Con esos productores lo que se hace es ayudarlos a evaluar cómo funciona el equipo, en qué momentos lo deben prender, si está largando un buen caudal, que tamaño de gota produce, etc. Con aquellos productores que no pueden pagar estas tecnologías y solo tienen al alcance las quemas, recomendamos analizar la velocidad de la helada y la capacidad que tienen de aumentar la temperatura con ese fuego. Ahora posterior a la helada se está trabajando en cómo manejar los cultivos porque todo lo que yo haga ahora impactará en los años por venir. Sí recomendamos que espere, que no elimine los tejidos muertos a la espera de ver cuántas yemas brotan, cómo lo fertilizan, lo riegan, etc.
-¿Qué falta para que estas tecnologías se vuelvan extensivas?
-Financiamiento o una mejora en la rentabilidad de la producción primaria. Si el productor ganara dinero con su cultivo, lo invertiría de lleno en eso. El productor no gasta en otro lado, invierte en el mismo predio. Pero en la medida en que la actividad no sea rentable, por este tipo de hechos y por otros porque muchas veces el precio del producto se queda congelado de un año a otro y sin embargo los insumos dolarizados hacen que la inflación te liquide, esos sistemas no se pueden sostener. Si no logramos sistemas rentables que aseguren una rentabilidad mínima interanual, no solo terminamos por expulsar a productores del sistema sino que los jóvenes no ingresan.
-¿Creés que las autoridades saben de esto?
-Ahora vino Massa y dio una suerte de medida, dando a entender que el gobierno está prestando atención, pero no sé si será suficiente. Dependen de las condiciones en que entren estas fuentes de financiamiento la forma en que los productores lo podrán aprovechar. La provincia anunció por su parte recortes de impuestos y subsidios para energía, porque estos sistemas de riego y control de heladas tienen costos energéticos altos. Si bien se están promocionando mucho los sistemas de energías alternativas con bombas solares y demás, eso también requiere de mucha inversión.