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Rumbo a sus bodas de oro sembrando soja, Juan Carlos Corona es la historia viva del cultivo que le da de comer a la Argentina: “Soy sojero de alma”

Sofia Selasco por Sofia Selasco
12 abril, 2022

Si algún estudioso quisiera investigar la historia de la producción de soja en Argentina, probablemente debería hablar con el productor Juan Carlos Corona, quien lleva realizadas casi tantas campañas de este cultivo como los años que tiene en su haber.

En 1972 con apenas 17 años, Corona se subió por primera vez a un tractor en la chacra que su padre y su tío administraban. Allí sembró su primer lote de soja, al que cosechó en otoño de 1973. Y aunque su padre le repitió en varias oportunidades que el tractor terminaría por aburrirlo, hoy con 66 años y de cara a su campaña número 50 demostró que no fue así.

“Nací en Manuel Ocampo, a 18 kilómetros de la ciudad de Pergamino. El primero que sembró soja ahí fue un vecino, en 1970. En 1971 sembraron mis papás y mis tíos, y mi vecino vino a verla. Era una RF450. Nos dijo que era el futuro de la Argentina, no me olvido más”, recordó Juan Carlos en una charla con Bichos de Campo.

Durante cuatro años trabajó para su papá, para hacerse de algo de dinero, hasta que logró armar una sociedad con su hermano, con quien ofrecía tareas como contratistas rurales. Luego del fallecimiento de sus padres y de la venta de la chacra, los Corona comenzaron a arrendar. Trabajaron en Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires.

“Sólo tengo el séptimo grado, esto fue lo que siempre me gustó. Llegué a trabajar 1700 hectáreas de soja sólo. Ahora a mi edad me voy achicando, no tengo campo propio. Alquilo de forma fija”, contó el productor.

Hasta el año 2000 contó con maquinaria propia, y desde hace 21 años opera exclusivamente con contratistas.

-¿Cómo recuerda aquella primera producción?- le preguntamos a Corona.

-La primera fue la peor porque nosotros la sembramos a 70 centímetros. Era una soja común, la RF450 DMK. Tenía muy bajo porte. La cosecha fue de terror porque se atoraba la cosechadora. Después vinieron los grupos más largos. Eran de ciclos de 7 a 7.2, con más porte pero con más yuyos como el sorgo de Alepo.

-¿Cómo fue cambiando la forma de producir?

-Después vinieron las RR (Roundup Ready). Fuimos los primeros en sembrarla ahí en Manuel Ocampo, y tuvimos un miedo terrible cuando fumigamos. Parecía que el glifosato nos iba a quemar la soja. Esas eran ciclos 6. Fue una maravilla porque con el glifosato, con dos litros por hectárea, eliminábamos todas las malezas, no quedaba nada. Fue un trabajo bárbaro hasta que vinieron las malezas resistentes.

-¿Entonces tuvo un período de producción sin malezas resistentes?

-Sí, yo te hablo de los años 90. Cuando arrancó el glifosato tuvimos muchos años maravillosos. Con una sola pasada no teníamos problemas. Yo las pasé todas.

-¿Hubo algún cambio que representara un antes y un después?

-Un cambio muy importante fue cuando vinieron las RR resistentes al glifosato. Nos ayudó a trabajar en campos más alejados de nuestro centro de operación. Nosotros trabajábamos a 15 kilómetros alrededor. Al tener tanta facilidad para producir con el glifosato nos fuimos más lejos a alquilar campos, a 100 o 150 kilómetros.

-¿Cómo vivió el debate alrededor de los transgénicos?

-Cuando empezaron los transgénicos yo era muy amigo de uno de los dueños de una semillera muy importante, y me hice fanático. Me pareció una tecnología que era positiva para el país. Se empezó a producir mucho más, era ganancia para todos. Fue un paso gigante para la agricultura.

-¿Cómo mutó el método para labrar la tierra?

-Nosotros empezamos arando, disqueando, preparando una melga y sembrándola porque se nos secaba. Hoy soy fanático de la siembra directa. Deben ser 25 o 30 años que no toco la tierra. Es muy difícil que yo pase un disco. Solamente fumigo.

-¿Considera que costó esa adopción?

-Costó unos años pero se fueron adaptando en cuanto vieron las ventajas. Yo me hice fanático desde la primera hora, porque vi que era muy ventajoso para mantener la humedad acumulada en el barbecho. Sin tocar la tierra acumulabas agua en el perfil y eso ayudaba a tener un poquito más de seguridad en la cosecha.

-¿Cuándo fue el mejor momento para producir soja en el país?

-Sin entrar en temas políticos, el mejor momento por temas financieros fue entre 2002 y 2006. Fue el mejor período financiero y económico para el productor. Ayudó el precio internacional, que había llegado a 600 dólares en Chicago, no había casi brecha cambiaria y el glifosato y los productos químicos no valían la barbaridad que están cobrando ahora. Además teníamos el 10% de retenciones.

A continuación Corona agregó: “A los muchachos ahora parece que no les gusta la brecha y están cobrando el glifosato a 15 dólares, cuando lo supimos pagar a 2 o 3 dólares. Para que tengas una idea, alquilábamos el campo a 10 quintales, el costo de producción era de 6 quintales y cosechaba 30 quintales. Ahora hace tres años que tengo la mínima ganancia. El fertilizante que valía alrededor de 300 dólares hoy vale 1000, y el glifosato que valía 5 hoy vale entre 14 y 16 dólares. La brecha cambiaria es la que nos mata”.

-¿Y cuál fue el peor momento para producir?

-Yo nunca tuve problemas para producir, salvo con la seca varios años. La peor fue en el 2008 pero tuve la suerte de que como trabajaba en cuatro campos distintos, me tocaron dos zonas malas y dos zonas buenas, entonces compensé. De esa seca nos acordamos todos porque fue muy grande.

-¿Cuál fue su récord de cosecha y cuál su número más bajo?

-Los mejores años fueron el 2011 y el 2012. Lo que más coseché alrededor de los 38 a 40 quintales en promedio por hectárea. Y lo menor creo que estuvo en 19 quintales.

-En todos estos años también afrontó el proceso de suba progresiva de retenciones. ¿Cómo vivió el conflicto de 2008?

-En el 2008 yo estuve en un piquete famoso en el cruce de la ruta 8 y el camino a Pinzón. Estuve mucho tiempo ahí protestando porque era una barbaridad, era inimaginable semejante proporción de quita. Y fui además de los pocos productores que hicimos un amparo de retenciones en el 2009, en el juzgado de San Nicolás. Fue una cosa terrible como lo es hoy. Mucha gente que pide que sigan subiendo las retenciones porque creen que es una retención de las ganancias, y en verdad es de la producción. Eso es muy importante que se aclare a la población, que sigue insistiendo en que nosotros tenemos ventas extraordinarias, camionetas 4×4 y departamentos en Miami. Nada que ver.

“Quienes manejan la economía del país no se dan cuenta de que yo por ejemplo no fertilizo como debo. Si yo tengo que ponerle 100 kilos por hectárea, hoy pongo 20 kilos y eso baja la producción de todo el país, porque como yo está todo el mundo. En vez de cosechar más de 200 millones de toneladas, estamos en 140 o 150 por culpa de las retenciones. Y el gobierno por más producción cobraría lo mismo de lo que nos está quitando con las retenciones”, indicó ofuscado el productor.

-¿Cómo ha sido la presión impositiva a lo largo de estas 49 campañas que ha llevado adelante?

-La presión siempre fue creciendo. La agroindustria trae siete dólares de cada diez que entran al país, y aún así somos los malos, los oligarcas.

-En paralelo a estos obstáculos también comenzó la presión por la forma en que se cuida el suelo. ¿Considera que ahora se trabaja mejor que antes?

-Cuando el productor puede producir como corresponde, lo primero en lo que nos fijamos es en la rotación, en el cuidado del suelo, en el futuro que le vamos a dejar a nuestros hijos. Cuando no tenemos económicamente la ganancia que deberíamos tener, lamentablemente muchos miran para otro lado en torno a la cuestión sustentable. Cuando nos ponen mucha presión impositiva es muy difícil.

-¿Bajar la presión impositiva ayudaría entonces a que esto sea prioridad?

-Totalmente. Es primordial para mí cuidar el perfil de la tierra y el ambiente. En todos los campos que trabajo hago de cuenta que son míos, pero siempre dentro de los márgenes económicos. Cuando veo que no cierran los números se vuelve más cuesta arriba hacerlo.

-¿Cuántas campañas más tiene planeadas?

-Yo estoy cambiando un poco el sistema de estar siempre encima del campo. Ahora tengo un ingeniero que posiblemente, a partir de esta campaña nueva, esté más en el campo él que yo. La idea es seguir pero no sabría decirte hasta cuándo. Hay muchas cosas que con los años ya no te bancas. El tema político es de terror, ni al que estuvo, ni al que está ni al que va a venir le tengo confianza.

-Pero a pesar de todo usted siempre eligió seguir produciendo. ¿Eso fue porque le gusta  o reconoce una necesidad?

-Yo soy un apasionado del campo, de la producción, soy sojero de alma. Cuando me preguntan qué hago les digo que soy sojero.

Etiquetas: cambiosCampocultivo de sojaEconomíaGlifosatohistoriajuan carlos coronamedio ambienteprecioproducciónproducción de sojaquintalesretencionesrindessojasostenibilidadsustentabilidadtransgenicos
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