Por Matías Longoni.-
La falta de un criterio homogéneo entre los argentinos respecto de los cuidados y las prevenciones que debe asumir la sociedad frente al uso de los agróquímicos provocó el mayor de los absurdos. Rosario, que por lejos es la ciudad que más ha capitalizado los beneficios del paquete Siembre Directa, Soja RR y glifosato, acaba de prohibir las aplicaciones con ese herbicida, tanto para el uso agronómico como para espacios públicos y jardines particulares.
En efecto, el Concejo Municipal de Rosario aprobó el jueves un proyecto de ordenanza de los concejales Osvaldo Miatello (Compromiso con Rosario) y Pedro Salinas (Ciudad Futura) que prohíbe el uso del herbicida glifosato en todo el ejido de la ciudad. Metiello es presidente de la Comisión de Ecología.
El Concejo de Rosario aprobó por unanimidad la Ordenanza de nuestra autoría que prohíbe el uso de Glifosato en Rosario. Histórico. @PituSalinas
— Osvaldo Miatello (@OsvaldoMiatello) November 16, 2017
Rosario es, sin duda, la capital de la soja, más allá de que la vecina localidad de Arequito -donde nació “La Sole”- ostente en los papeles ese título a nivel nacional. Allí, en Rosario, está la Bolsa de Comercio que concentra el grueso de los negocios realizados con la oleginosa. Y eso se debe a que en los alrededores de ahí, de Rosario, están los puertos y fábricas aceiteras que reciben, procesan y exportan más del 80% de la soja transgénica producida en el país con glifosato. Esos embarques mueven unos 20.000 millones de dólares anuales.
Es más, podría hasta decirse que Rosario es la capital mundial de la soja. Un informe de Julio Calzada, el economista jefe de la Bolsa rosarina, contaba lo siguiente la semana pasada: “El Gran Rosario es el nodo portuario exportador sojero más importante del mundo”.
Rosario, la ciudad propiamente dicha, está rodeada de soja y ha vivido en los últimos años un boom inmobiliario que mucho tuvo que ver con el excedente de dinero que se genero por la producción de ese cultivo.
Pero sus autoridades prohíben uno de los vértices del triángulo que posibilitó a partir de 1996 el boom agrícola argentino. Es curioso.
La ordenaza aprobada por sus concejales hace hincapié en que éste es el herbicida de mayor uso en la agricultura a nivel mundial y hace hincapié en estudios de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS) que lo ubican entre las sustancias “posiblemente cancerígenas”.
Según los autores del proyecto, en el departamento santafesino Rosario hay un total de 61.461 hectáreas utilizadas para la siembra y producción de soja, pero en el caso particular de la ciudad, solo 309 hectáreas estarían afectadas.
En el mundo se ha prohibido o al menos limitado el uso del herbicida en Barcelona, Madrid, Hamburgo y Edimburgo, ciudades que no conviven con la soja, no lucran con ella y mucho menos la exportan.
Según el sitio Rosario Nuestro, la ordenanza también consideró una investigación elaborada en 2014 por el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA), que pertenece a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, y que “evidenció que estas sustancias toxicas también se evaporan y caen con las lluvias”.
También citó un estudio realizado por científicos del Conicet, que determinó la presencia de “altos niveles de glifosato” y su degradación en toda la cuenca del Paraná. La lógica indicaría que entonces habría que prohibir el glifosato en toda la provincia de Santa Fe y aún más allá, en Paraguay, Bolivia y Brasil. Un disparate: las aguas del Paraná arrastran una posible contaminación que viene del norte y así siguen hacia el sur, pero en Rosario no entran.
En Rosario está ubicada la sede de la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid). El presidente de esa entidad, pedro Vigneau, acaba de publicar un articulo en el que advierte sobre el alto costo que tendría para la economía mundial y para la agricultura argentina la prohibición del glifosato que se analiza en la Unión Europea. Pero él mismo no podrá utilizar ese herbicida cuando vaya a la ciudad, a participar de las reuniones de comisión directiva.
En Rosario los vecinos legítimamente preocupados por el suso de agroquímicos y los productores legítimamente preocupados por las prohibiciones a ese tipo de insumos no han podido debatir para construir una posición común. Como en toda la Argentina.
Por eso Rosario debería dejar de ser considerada como capital de la soja para pasar a ser la capital del absurdo.
Supongo que también prohibieron el uso de medicamentos, el uso del gas para calefacción y el de ahuyenta mosquitos y repelentes hogarenos, responsables del 99% de las intoxicaciones según estadísticas oficiales, no?
ignorancia total. prohiban tambien las carnes rojas, las bebidas alcoholicas, el cigarrillo, el carbon para el asado, los celulares, la pintura, el cloro de las piletas… que tambien pueden causar cancer.
La comprobación del fraude científico cometido por el comité del IARC cuando incluyó al glifosato como sustancia probablemente cancerígena tendría que poner fin y definitivamente al debate sobre el uso y los riesgos del glifosato. No hay ni una sola organización científica del mundo que apoye la prohibición del glifosato, y el IARC ha perdido toda su credibilidad en relación a sus clasificaciones de sustancias y productos. El experto del IARC responsable del escándalo reconoció en una audiencia pública que nunca antes había tenido relación alguna con el glifosato y que tuvo severos conflictos de interés personal con organizaciones anti-glifosato y anti-transgénicos que financiaban sus viajes. Que además tenía un contrato como asesor con un estudio de abogados que planeaban demandar a Monsanto en nombre de supuestas víctimas.
http://www.mitosyfraudes.org/Pesti/glifosato_y_los_papeles_portier.html
http://www.mitosyfraudes.org/Pesti/glifosato_y_los_papeles_portier.html
Coincido plenamente, es así, no hay ni una sola evidencia científica demostrada metodológicamente con la seriedad que requiere el caso. La adopción de medidas de este tipo tomadas irracionalmente, sobre bases netamente políticas, nos regresan a la santa inquisición. Muy lamentable que no se pueda dar un debate eficaz por parte de quienes tienen el conocimiento y los sectores político-institucionales del Estado pcial y nacional, que acabe con estas controversias y regule y fiscalice el uso general de agroquímicos incluídos los de uso hogareño. Los profesionales tenemos la obligación moral de conducir las aplicaciones con ajuste a normas de bioseguridad agrícola y los productores ajustarse a ello.
Te quedaste con la campana del que mas le conviene tapar las consecuencias que traen aparejado la utilización de sustancias cancerígenas como el Glifosato.
El fascismo del agro: un 1 % de la población que se beneficia de un modelo agro basado en biocidas, pretende que el 99 % de la población afectada demuestra su peligrosidad. Naturalmente debería ser que el 1 % que quiere usar sustancias con impacto para toda la comunidad, demuestra científicamente que estas sustancias mejoran la calidad de vida de todos. Que obviamente es imposible. Me pregunto ¿por qué no les viene la genial idea en vez de producir ali-muertos cambiar de vuelta a la producción de alimentos naturales sin venenos? Esto si mejoraría la calidad de vida de todos. ¡Agricultura viva – alimentos vivos a precios sanos!
Digo por qué lo estoy haciendo. Saludos desde Uruguay.
No puedo creer que la ignorancia de la nota y sobre todo el esfuerzo de varios que comentan la misma, en búsqueda de respaldar y tildar de “absurda” la prohibición del glifosato en Rosario. El decir que no hay informes científicos serios y desacreditar a la IARC aduciendo intereses privados de uno de sus “expertos” demuestra primero la carencia de opinión propia, ya que claramente se leyó alguna página que ampara al ecocida Monsanto, y desborda la ignorancia. Dar nuestra opinión aún se encuentra exenta de aranceles, aprovechemoslo diciendo algo fundado o con conocimiento de causa. Para aquellos que así lo deseen comparto portales que siguieron la documental presentada en el fallo del Supremo Tribunal de San Francisco el pasado Agosto, donde salieron a la luz documentos de la propia empresa conocidos como los “Monsanto Papers” donde por ejemplo mediante cadenas de email, la propia toxicóloga de Monsanto, Donna Farmer, escribió en un mail adjunto a la causa donde dispone que “No se puede decir que Round Up® no sea cancerígeno”, corroborándose ello con otro email, en donde, Stephen Adams, Gerente Químico de Asuntos Regulatorios de Monsanto, dió cuenta de que la fórmula en su conjunto nunca fue testeada, sino que solo fueron analizados los riesgos de sus componentes por separado. Todo ello y mucho mas lo pueden encontrar en: http://monsantopapers.lavaca.org/2018/10/26/monsanto-papers-el-glifosato-en-la-mira/.
Recordemos que se encontró CULPABLE a MONSANTO de haber omitido MALICIOSAMENTE (CON CONOCIMIENTO) dar aviso a los consumidores de Round UP y Ranger Pro de los riesgos que dichas sustancias provocan en la salud humana, generando cancer terminal como el que contrajo el Jardinero de California el cual fue producto de la aplicación “correcta” de dichos herbicidas por el plazo de dos años.
Dejemos de mirar las consecuencias en el bolsillo para empezar a ver las consecuencias sociales, nos estamos envenenando producto de la redituabilidad de nuestras cosechas.
Lean más y pensarán mas por ustedes, y tal vez así empecemos a corregir el rumbo.