Por Jeremías Drobot (@JereDrobot).-
Como “un adicto a la tecnología”. Así se presenta la cara visible de la empresa Claas en Argentina.
Reynaldo Postacchini es una copia fiel de los contratistas argentinos. Convivía con dicha actividad desde chiquito. Su padre era un gringo fierrero, que cosechaba el norte de Buenos Aires, sur de Córdoba y Santa Fe.
El joven Reynaldo siguió esa pasión. Hasta que un buen día se encontró con una máquinas alemanas, muy raras para el época. Se habían importado picadoras de maíz para los productores lecheros de la cuenca, una tecnología muy nueva para la Argentina de fines de los ‘80. Postacchini no solo desculó su funcionamiento sino que se comunicó con Alemania para hacerle saber a Claas de algunas fallas y mejoras para esta parte del globo. Y lo atendieron!.
Esto nos decía Postacchini en la última Expoagro:
Postacchini quedó tan enamorado de la tecnología alemana que terminó convenciendo a los germanos de que se radiquen en el país. Así fue que, en el 2000, se abrió una filial aquí, con llegada a Uruguay, Paraguay y Bolivia. Desde aquel entonces, la compañía en Argentina siempre llevó la impronta de su CEO (para los papeles el vicepresidente, pero nadie conoce al presidente).
Postacchini es un adicto a la tecnología, como todos los contratistas argentinos. Estos nunca le esquivan a probar lo último de lo último. “Me siento muy orgulloso de que la tecnología que usamos es la misma a nivel mundial, igual que en Europa y Estados Unidos”, comenta en diálogo con Bichos de Campo. La empresa sigue en esa línea: en 2018 invertirán más de 290 millones de euros a nivel mundial solo para desarrollar nuevas tecnologías.
¿Por qué los alemanes se decidieron a desembarcar en este país tan impredecible para su cultura de negocios? La pregunta vale, sobre todo teniendo en cuenta que Claas es una empresa familiar y no tiene la política transnacional de sus rivales del ciervo verde. Además del lobby de Postacchini, los europeos vieron en Argentina un banco de prueba ideal para sus tecnologías. Además del hecho de poder ganar tiempo calendario por estar en contraestación con Europa y Estados Unidos.
La geografía argentina ofrece amplia variedad de cultivos y bajo distintas condiciones de suelos y climas. Sumado a la figura del contratista, que le da un uso intensivo a las máquinas como en ningún otro lugar del mundo. Para ellos la maquinaria es la herramienta y en muchos casos todo su haber; y la deben amortizar rápido para no perder el tren de la tecnología. Prueba ideal para cualquier fabricante: que le den a fondo y así poder notar los puntos flojos.
Postacchini es un gerente con los pies en el lote y garantiza que todas las tecnologías que sacan al mercado funcionan y fueron pensadas para todas las situaciones particulares de nuestro país: “Diseñamos las máquinas también para que puedan viajar bien en los trailers, no nos vamos con las ruedas duales fuera del ancho permitido, esas cuestiones que hacen a las situaciones particulares de nuestra realidad de transporte”, explica.
Claas Argentina no solo es una sucursal de venta de la firma alemana. La empresa fabrica en Argentina: cabezales girasoleros que se envían a todos el mundo, cabezales trigo-soja con lona (draper) y han exportado hasta llantas en el último tiempo.