La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) emitió un comunicado en el que llamó la atención sobre el considerable aumento de la superficie agrícola labrada y la disminución en el porcentaje de adopción de la siembra directa, que según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires retrocedió un 3% durante la última campaña 2020/21. Desde la entidad consideraron que si bien puede deberse a distintas causas, como el aumento en el costo de los insumos, se debe considerar el efecto perjudicial que eso tiene sobre el suelo.
“Se necesitan al menos 20 años sin intervenciones del suelo para alcanzar la estabilidad del sistema y lograr que se visibilicen todos los beneficios de la Siembra Directa. Cada labranza que hagamos nos retrotrae al día cero”, indicaron desde Aapresid en tono de lamento.
Quizás uno de los puntos de mayor alerta esté en que la remoción del suelo que se produce con este tipo de manejo genera caídas en los niveles de carbono del mismo, a la vez que aumenta la aireación del suelo. Esto favorece la formación de estructuras laminares más densas que dificultan el desarrollo de raíces y la normal infiltración del agua.
Según señaló la entidad, esto genera un círculo vicioso, ya que como solución a ese efecto no deseado, el productor usa labranzas para romper esas láminas, aumentando la oxigenación y combustión de materia orgánica, logrando una remediación en el corto plazo. Sin embargo, con las sucesivas lluvias estos minerales libres se reacomodan nuevamente y vuelven a formar dichas estructuras.
“La roturación de los suelos, por más mínima que sea, produce la oxidación de la materia orgánica y liberación a la atmósfera de dióxido de carbono. En concordancia con la gran preocupación a nivel mundial por el carbono resulta claro que necesitamos reemplazar el concepto de romper capas densas con el de recarbonizar y reagregar los suelos, para lograr sistemas de producción más sustentables”, afirmaron.
En este sentido, la alternativa más óptima continúa siendo la incorporación de cultivos de servicio, o de cobertura, a las rotaciones tradicionales, para aumentar la actividad biológica del suelo y la captura de carbono.
“En investigaciones llevadas adelante en conjunto con FAUBA y Lares, hemos podido demostrar que se puede reducir un 50% de las unidades toxicológicas y un 34% de las aplicaciones de fitosanitarios por medio de la agricultura siempre verde. Aquí los cultivos de servicio juegan un rol primordial en el control de malezas, siendo éste uno de sus numerosos servicios ecosistémicos. Por medio de una intensificación diversificada de cultivos podemos lograr un eficiente control de malezas, y a la vez disminuir la presión de selección de malezas resistentes que se viene generando por medio del control químico”, remarcaron.
Finalmente, desde Aapresid concluyeron que “el abordaje de los sistemas requiere de un enfoque integrado y largoplacista y no de una mirada reduccionista, donde se resuelven problemáticas a corto plazo a costa del deterioro de los recursos. Reemplazar la labranza por raíces vivas el mayor tiempo posible en función de cada ambiente edafoclimático, es sin dudas la mejor opción en la búsqueda de soluciones sustentables, priorizando la salud de nuestro recurso suelo”.
Hay herramientas para solucionar estos problemas hay que prestar más atención a lo que se está haciendo en la chacra experimental de Barrow con el ingeniero Zamora o ver lo hace el igeniero Carlos Croveto Lamarca en Chile uno de los padres de la siembra directa ,porque a fuerza de arado y agroquimicos nos vamos a quedar sin argumentos ante los supuestos ecologistas.
A que herramientas se refiere